“La IA nos llevará a una era de abundancia radical” (Demis Hassabis – Premio Nobel y CEO de Google DeepMind).

Los asesores (e inversores) tenemos visiones alternativas hoy en día sobre la bolsa global y la estadounidense: vaso medio vacío o vaso medio lleno. Me explico: mucha gente piensa que el mercado está caro y que hay una burbuja de IA.

Yo veo el vaso medio lleno porque los múltiplos del mercado son sólo algo superiores a su media histórica. Esto tiene lógica porque antaño la bolsa tenía mucha presencia de petroleras, industriales y bancos.

Hoy el dominio es tecnológico (por cierto, el único sector que influye en todos los demás) y eso justifica una prima, ya que se trata del segmento de la economía más innovador con diferencia.

Tenemos actualmente un cóctel maravilloso delante: bajadas de tipos, estacionalidad favorable y, sobre todo, el comienzo de la era de la IA. Por ello, no sería de extrañar que, en esta ocasión, el habitual ciclo alcista de cinco o seis años (estamos en el tercero) se dilate y dure una década o más, como ya ocurrió en los años 90. Eso sí, habrá todos los recortes intraanuales que siempre se producen (y que debemos aprovechar).

Los analistas más pesimistas ven cierta analogía entre lo que estamos viviendo y lo que sucedió a comienzos de siglo. Pero ¿es así? A largo plazo, la bolsa es un fiel reflejo de la evolución de los beneficios empresariales.

Comparemos el buque insignia de la burbuja puntocom (Cisco) con el rey de la época actual (Nvidia). En azul, el precio de la acción. En naranja, el beneficio por acción:

Como se puede observar, a diferencia de en la burbuja puntocom, la revalorización de acciones tecnológicas como Nvidia sí está respaldada por el comportamiento de sus beneficios. Cierto es que Nvidia concretamente no ofrece margen de seguridad porque ya está cotizando la realidad y la excelencia, pero no es una burbuja.

Distinto es que no creamos que Nvidia pueda mantener el ritmo. O que la bestial inversión en centros de datos que están acometiendo los hiperescaladores (Amazon, Google, Microsoft y Oracle) o Meta Platforms no tenga un reflejo futuro en la productividad y la economía. Me extrañaría mucho, esto no es tan futurista como el metaverso, basta con ver el uso que tantísima gente hace de ChatGPT o Gemini (Google).

Por lo pronto, las “Siete Magníficas” se están forrando, esto no es un bluf. Veámoslo con los siguientes gráficos de McKinsey.

Ajustando la inflación, y a pesar del impacto de la pandemia, los beneficios empresariales mundiales entre 2020 y 2024 aumentaron hasta situarse en 1,2 billones de dólares por año, un 50% por encima de los niveles dados entre 2005 y 2009. Éste es un cambio notable respecto de los últimos 15 años, cuando los beneficios empresariales agregados, o sus ganancias por encima del coste del capital, en su mayoría se redujeron:

Gran parte del aumento de los beneficios durante 2020-24 (247.000 millones de dólares) ha sido impulsado por las “Siete Magníficas”: Google, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla. Esto no es sorprendente, considerando el papel central que las soluciones tecnológicas y digitales han adquirido en los modelos de negocio, productos y procesos de las empresas, y dada su importancia para la sociedad en general:

Estos gigantes tecnológicos son reconocidos por haber generado aumentos significativos en la rentabilidad para los accionistas durante la última década. Un análisis de la trayectoria de sus beneficios puede explicar el porqué (como muestra el siguiente gráfico).

Como dije antes, las “Siete Magníficas” obtuvieron 247.000 millones de dólares de beneficios entre 2020 y 2024, un asombroso incremento del 840% en los últimos 15 años. Este importe representa casi una cuarta parte de todos los beneficios generados a nivel mundial.

Estos titanes lograron un aumento del 852% en el capital invertido durante el mismo período, con una rentabilidad muy elevada. El ROIC (retorno sobre el capital invertido) de estas empresas ha disminuido algo recientemente, dada la necesidad de que realicen importantes inversiones en centros de datos y otros requisitos de infraestructura.

Aun así, el ROIC de estos colosos sigue siendo mucho mayor que el de la empresa promedio (41% entre 2020 y 2024, en comparación con el 10% del resto):

Durante los últimos 20 años, el capital riesgo ha proporcionado constantemente indicios anticipados sobre el rumbo de la disrupción. Inicialmente, el internet de las cosas atrajo el mayor interés del venture capital. Hoy, la inteligencia artificial generativa y otras aplicaciones de IA dominan el panorama:

Cada década, suelen cambiar los integrantes del top 10 de las compañías más grandes del mundo. En esta ocasión, algo podría hacer que no roten mucho sus miembros: la impresionante inversión anual en I+D de los líderes tecnológicos actuales (clave para mantenerse en la cima).

No obstante, surgirán nuevos gigantes y ahí la oportunidad será mucho más espectacular. Boston Consulting Group y Fortune han elaborado una clasificación de las 50 empresas más grandes según su capacidad innata para crecer. Las empresas tecnológicas estadounidenses, especialmente en el sector de software, dominan la lista:

Los ocho megacentros de talento tecnológico (con más de 500.000 trabajadores) se encuentran en Asia: India, China y Japón.

El creciente poder tecnológico de Asia está descentralizando el talento global, rivalizando con líderes históricos como Silicon Valley. En Europa, como siempre, estamos un poco a por uvas:

Israel gastó 28.300 millones de dólares en investigación y desarrollo (I+D) en 2023 hasta alcanzar el 6,3% del PIB, más del doble del promedio de la OCDE.

Mientras tanto, Estados Unidos gastó el 3,4% del PIB en I+D, lo que asciende a 823.400 millones, la cifra más alta a nivel mundial:

No perdamos el tiempo poniendo en cuestión a la IA porque cuando madure será el mayor avance que hayamos conocido. Si te dieras cuenta de cuán poderosos son tus pensamientos, jamás tendrías uno negativo.