"I walk a thin line", Lindsey Buckingham.
Parece una broma, pero es muy serio. En España, tras el mayor apagón de la historia, parece que la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) se obceca en mantener una remuneración insuficiente para las redes, que es contraproducente y dañina.
No es momento para penalizar la inversión en redes con unos pagos por debajo del coste de capital.
La prensa internacional sentencia a un gobierno obsesionado por cubrir el desastroso efecto de su experimento para alcanzar un día entero de suministro energético con renovables.
Una maniobra que nos llevó a tener cero energía, cero teléfono y, ahora, cero explicaciones.
“El hedor de un encubrimiento se cierne sobre el gran apagón de España, el peor fallo eléctrico que haya sufrido un país desarrollado en tiempos modernos”, explica Ambrose Evans-Pritchard en The Daily Telegraph.
“La confianza en la investigación actual ha tocado fondo. El gobierno socialista de Pedro Sánchez intenta ganar tiempo con explicaciones que no tienen sentido técnico o que rozan el absurdo. Red Eléctrica, que gestiona la red, está acusada de bloquear a todos”, sentencia el texto.
El artículo cita a fuentes de Bruselas que afirman que el gobierno de España estaba realizando un experimento antes de que el sistema colapsara.
Estarían probando hasta dónde podían llevar el consumo de renovables para prepararse ante la apresurada eliminación de los reactores nucleares en España a partir de 2027.
Todo ello sin tener las inversiones necesarias en una red inteligente capaz de gestionarlo.
“Hasta que sepamos por qué la tensión se descontroló antes del apagón, es imposible saber qué ocurrió realmente, y el señor Sánchez y sus aliados parecen decididos a impedir que lo averigüemos. Es el Partido Socialista Obrero Español el que debería estar en el banquillo político en este fiasco. La energía verde es la víctima colateral”, afirma el Evans-Pritchard, y tiene razón.
No es el único artículo con un análisis tan demoledor. Ryan McMaken en EEUU escribía un inapelable texto explicando que “el apagón demuestra que las prioridades del régimen están en otra parte. Claramente, la moda del “cero (fósil) neto” prevalece sobre cualquier preocupación por ofrecer energía fiable y asequible a la gente común que paga las facturas”.
El artículo cita a fuentes de Bruselas que afirman que el gobierno de España estaba realizando un experimento antes de que el sistema colapsara
El gobierno de Sánchez ha disparado el riesgo regulatorio, pone trabas a la inversión en redes, impone una planificación ideológica y se dedica a buscar chivos expiatorios.
Su experimento de activistas de Powerpoint llevó al peor apagón de la historia de España y el único de la OCDE en el que el país perdió las comunicaciones. Costó miles de millones de euros y cinco vidas.
España tiene una situación insostenible. La red es incapaz de atender a la industria que se quiere conectar.
En 2024, de 67 GW de solicitudes que hubo en la red de distribución, sólo se pudieron atender 6 GW, menos del 10%.
Adicionalmente, la interrupción de suministro a industrias y pequeños apagones se ha convertido en una norma.
España tiene una red que no puede acometer los retos del aumento de renovables y el cambio de mix energético.
El diagnóstico unánime ante los problemas de tensión y riesgo de apagones es la importancia de tener un mix energético equilibrado con suficiente inercia, fortalecer interconexiones y desarrollar una red flexible, moderna y adaptada al avance de las renovables.

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Sara Aagesen y la presidenta de Red Eléctrica de España, Beatriz Corredor, asisten a la reunión del Comité para el análisis de la crisis eléctrica, en la sede de Red Eléctrica de España (REE), a 3 de mayo de 2025, en Madrid (España).
España va en sentido contrario y la política energética se centra en gestos y mensajes vacíos, ignorando la importancia de las redes.
Una demostración empírica es que la planificación de la red de Transporte nunca llega, y ya lleva un año de retraso. La falta de apoyo a la inversión en redes de transporte y distribución es, simplemente, alarmante.
La planificación central nunca funciona y se tienen que unir las empresas para alertar del drama del acceso a la red.
Entre los objetivos más importantes, está el de mejorar la tasa de retribución para adecuarla a la de los países de nuestro entorno y ajustar la planificación de la red a las necesidades de la industria que se descarboniza, facilitando la conexión de nuevas industrias.
Para ello es esencial permitir inversiones anticipatorias y eliminar el tope a las inversiones para ajustar el ritmo de despliegue a las necesidades de red.
Cualquiera entiende que estos objetivos son esenciales para garantizar la seguridad de suministro. Sin embargo, la evidencia es que España va en sentido contrario.
La CNMC planea publicar una propuesta para la tasa de remuneración de redes para el periodo 2026-2031.
Entre los objetivos más importantes, está el de mejorar la tasa de retribución para adecuarla a la de los países de nuestro entorno
Pues bien, según informan algunos medios de comunicación, la tasa de remuneración se situaría alrededor del 6,5%. El anuncio provocó importantes caídas en bolsa de las empresas.
Debemos tener en cuanta varios factores.
Parece que la CNMC hace un cálculo sorprendente del coste de capital medio de las empresas españolas, completamente alejado de la realidad y muy lejano al cálculo hecho por entidades independientes, consultores y analistas financieros que se situaría en un mínimo de 7,5% para garantizar una remuneración medianamente atractiva para la inversión.
No podemos olvidar que los proyectos de redes son inversiones a muy largo plazo y que la realidad del mundo financiero refleja un aumento de las rentabilidades exigidas de los bonos soberanos de los países desarrollados.
No es una casualidad que la rentabilidad exigida al bono a 30 años de Japón, Alemania, Reino Unido o Estados Unidos se haya disparado, alcanzando, en el caso de Japón, un nivel récord.
El mercado reconoce que la realidad de inflación persistente y desequilibrios fiscales exigen tipos de interés mayores.
Por lo tanto, no tiene sentido ofrecer a las inversiones en redes, esenciales para garantizar el suministro y el correcto desarrollo de las renovables, una rentabilidad que, en términos reales, baja con respecto al anterior cálculo y que ignora el verdadero coste de capital medio de las empresas.
No es una casualidad que la rentabilidad exigida al bono a 30 años de Japón, Alemania, Reino Unido o Estados Unidos se haya disparado
Un 6,5% de remuneración se aleja de sistemas similares europeos, que se sitúa en 530 puntos básicos por encima del bono soberano.
Supondría, de hecho, recortar la prima hasta hacer la remuneración inasumible con respecto al coste de capital para muchas empresas, incluso grandes conglomerados.
Goldman Sachs, por ejemplo, estima una tasa de remuneración del 7.3%, considerando una tasa libre de riesgo en España de 3,25%, que es conservadora y optimista, una prima de riesgo de 3,5%, y una prima adicional de 0,5% para remunerar el retraso de dos años en el pago de la retribución.
El diferencial entre la remuneración vigente y el bono español a 10 años es de 400 puntos básicos, de modo que un cálculo para el tercer periodo regulatorio con un diferencial inferior supondría de facto una reducción inasumible y completamente despegada de la realidad de los mercados financieros.
No tiene sentido exigir una rentabilidad del 6,5% a las empresas cuando el bono a 30 años de España se desploma, como ha ocurrido con otros similares, y tiene una rentabilidad exigida que se sitúa en el 4,1% y una media del 3,9% en los últimos meses.
También que parece que no se están teniendo en cuenta las Orientaciones de Política Energética establecidas por el gobierno, que pide que se revise y adecúe a la situación actual de los mercados.
En el artículo de The Telegraph, se recuerda que “Se sospecha que el gobierno intenta desviar la atención de su propia responsabilidad: Bank of America dice que España ha invertido en la red en una proporción de 0,35 respecto al gasto en renovables en los últimos cinco años, frente a 0,8 en Alemania y el Reino Unido”.
España ofrece una de las tasas de rentabilidad más bajas de Europa. En Italia, por ejemplo, se paga 7,4% con mejoras si se tienen en cuenta otras características del modelo retributivo.
Si España quiere liderar en transición energética y un sistema eléctrico competitivo, se debe incentivar la inversión en redes, no penalizarla.
Si queremos seguridad de suministro, renovables y competitividad, escatimar en la remuneración de las redes es el equivalente a dispararse en el propio pie.
Es alarmante tener un ejecutivo que busca encubrir las causas del apagón e imponer un sistema que penaliza la inversión y la seguridad de suministro.