El ministro Cuerpo se encuentra ante la disyuntiva. Intervenir en una operación privada o dejar libres a los accionistas del Banco de Sabadell para que ejerzan sus derechos en el mercado bursátil sobre si les conviene o no la opa que les ofrece el BBVA.

La opinión técnica sobre las características de la operación está clara. Los organismos europeos (AEB-Agencia Europea Bancaria) y los nacionales (la CNMC) no ven inconvenientes a la opa.

En particular, la AEB verían con buenos ojos una mayor dimensión de los bancos europeos para competir a nivel internacional. Entre los diez bancos más grandes del mundo solo hay uno de la UE: BNP-Paribas (el noveno); y si se quiere ser optimista, se puede añadir el inglés HSBC (el 7º). Si para la defensa europea es necesario tener unas Fuerzas Armadas adecuadas, para el desarrollo económico la banca es un instrumento necesario y esencial.

Por tanto, desde el punto de vista de los criterios bancarios financieros europeos parece que la opa BBVA/Sabadell va en la buena dirección.

Lo que enturbia la situación son los intereses políticos. La sospecha de que Puigdemont y Junqueras, Junts y Esquerra, quieren mantener un banco catalán, aunque sea pequeño. Lo de siempre: anteojos de visión reducida y local.

Los botes de humo se utilizan en las operaciones militares para enturbiar el horizonte y despistar a las tropas contrarias

Eso lo saben los analistas. Lo mismo que saben que el presidente Sánchez necesita los votos de los dos partidos catalanes en el Congreso para seguir en su larga y agónica legislatura.

De ahí el subterfugio de la ”consulta popular” a personas y entes interesados en la opa. Subterfugio que ha montado el ministerio de economía como excusa para decidir lo que le convenga según los números parlamentarios.

Pero la consulta no es la única maniobra de distracción. Hay más botes de humo.

Los botes de humo se utilizan en las operaciones militares para enturbiar el horizonte y despistar a las tropas contrarias.

Aprobada la opa por la CNMV con los requerimientos que el BBVA ha aceptado, la maniobra de la “consulta” se ha quedado escasa.

Por eso, ahora han aparecido otras novias para el Banco de Sabadell. O, mejor dicho, da la impresión que el Consejo de Administración del Banco de Sabadell ha salido en busca de ellas.

Lo que debe primar es el interés directo de cada uno de los accionistas del banco de Sabadell

Abanca (gallega) y Unicaja (andaluza) son las que parece que el Sr. Oliu, presidente del Banco de Sabadell, ha tanteado.

¿Qué ventaja tendría para el Sabadell la fusión con alguna de ellas? Sería la cabeza de ratón, en lugar de la cola de león en la opa del BBVA. Sin embargo, no crearía una entidad bancaria del tamaño suficiente como para satisfacer los deseos de la AEB europea. Aunque si daría a Sánchez la oportunidad de satisfacer a sus socios catalanes parlamentarios.

Por de pronto, Abanca y Unicaja han desmentido que tengan intereses en la fusión. Desde el punto de vista operativo esas fusiones no dan el salto a un gran banco y menos aún internacional. Tanto Abanca como Unicaja acabarían siendo sucursales de una empresa radicada en Cataluña. Mientras que el BBVA/Sabadell sería uno de los grandes bancos europeos con fuerte presencia en Mejico y Turquía, situado en muchos otros países.

En conclusión, la fortaleza de esa búsqueda de “novias” por parte del Sabadell es el apoyo del Gobierno de Sánchez y del banco de España (no olvidar que su gobernador, Sr. Escrivá, fue ministro de ese gobierno).

No es un apoyo pequeño, tener al Gobierno y al regulador de cara es bueno; como tenerlo en contra es un problema. Pero, en este caso, sería supeditar las cuestiones técnico-económicas-bancarias a los criterios políticos. Eso en banca es muy peligroso.

Porque, al fin y a la postre, lo que debe primar es el interés directo de cada uno de los accionistas del banco de Sabadell. Seguro que son diversos. En esos intereses se incluyen los patrimoniales, los económicos e, incluso, los sentimentales.

Suplantar la voluntad de cada uno de esos accionistas es manipular. Una vez que no hay obstáculos técnicos por los organismos reguladores, ni el Gobierno, ni los Consejos de Administración de las dos entidades deben interferir en la voluntad soberana del accionista en el mercado. Eso es lo más sensato.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.