Vivimos en una época de aguas revueltas. Momentos en los que la incertidumbre es creciente y, por si fuera poco, hay líderes mundiales empeñados en avivar su fuego.

En redes y medios de comunicación, mucha gente se pregunta la razón para inflamar esa incertidumbre. Desde mi punto de vista, es una manera de facilitar la manipulación. 

El opuesto a la libertad no es la prisión, sino el miedo. Decidir invadidos por el miedo lleva a dar pasos en falso, lleva a parálisis, a buscar falsa protección en falsos profetas. Y el mejor detonante del miedo es la incertidumbre.

De ahí que las idas y venidas del presidente americano, las atrocidades de Putin, la hipocresía y tibieza de la Unión Europea, la corrupción obscena del gobierno de Sánchez, lleven a los ciudadanos españoles a tomar posiciones que, tal vez, en una situación que percibieran como menos amenazante, no tomarían. 

La incertidumbre es creciente y hay líderes mundiales empeñados en avivar el fuego

A menudo, los ciudadanos de a pie afirman que si ellos “atacan” habrá que defenderse. Pero, en economía, a diferencia de otros ámbitos, la mejor estrategia suele ser la exposición, es decir, la competencia.

Exponer tu producto, tu servicio, tu empresa, al mercado, es el camino para aprender, reforzar tus puntos débiles, proyectar tus fortalezas, y estar atento a las oportunidades y las amenazas que te esperan en el futuro. Para ello, es importante tener referentes, y saber mirar a tus pares. 

El pasado dos de abril, se presentaba en el Círculo de Bellas Artes de Madrid CORAL, la comunidad de emprendimiento científico más importante de nuestro país. España cuenta con un talento científico notable.

Tenemos buenos investigadores, buenas ideas, capacidad para innovar. Pero hay que recordar las enseñanzas de Schumpeter, quien señalaba la importancia de la innovación, en tanto que la capacidad para llevar los inventos y la investigación científica al proceso productivo de manera que sus resultados se pongan al servicio de la sociedad, gracias al mercado.

En economía, la mejor estrategia en caso de ataque es la exposición; la competencia

Ese escalón que separa la investigación y la empresa es el que salva un proyecto como CORAL, que surge con el impulso de la UCAM de Murcia y CELERA, y la cofinanciación del Fondo Social Europeo a través de INCYDE. 

CORAL es un ecosistema que reúne a los implicados en este proceso en que consiste el emprendimiento científico: investigadores, startups, centros de investigación, universidades.

La idea es que emerjan soluciones, relaciones, eventos, colaboraciones, derivados de las interacciones libres en este espacio abierto que será, como decía en la presentación su directora, Andrea Martos Esteban, “lo que los implicados quieran”.

Es un marco que propicia, sin forzar, la evolución del emprendimiento científico, es decir, el surgimiento de modelos de negocio que aprovechen ese talento científico que tenemos en nuestro país. 

¿Puede España competir en igualdad de condiciones en empresas “deep science”? Pues no se sabe. Obviamente, hay países que están en la mente de todos y que son el centro neurálgico del sector.

Pero eso no debería paralizar las iniciativas de nuestro país. Nos falta cultura empresarial, no solamente en ciencia, por desgracia. Pero nunca es mal momento para crear buenos hábitos y abrir puertas a las futuras generaciones. 

Nos falta cultura empresarial, no solamente en ciencia, por desgracia

El emprendimiento científico en España es un árbol a cuya sombra probablemente no nos cobijaremos nosotros, pero sí las futuras generaciones.

Es un proyecto que merece la pena. Especialmente si no caemos en posturas miedosas, defensivas, derrotistas, y trabajamos en coordinación, abriendo rutas donde hoy no hay, o no están claramente marcadas. 

Y, en esa travesía, la exposición es fundamental. La competencia siempre es bienvenida porque nos hace crecer y aprender.

Seguramente es un camino más lento que el del monopolio estatal, pero a diferencia de éste, asegura la eficiencia. Habrá caídas, pero también remontadas. Y los éxitos serán reales, sin maquillajes. Merece la pena.

Y entiendo el susto que produce pensar en competir en un sector tan alejado de nuestros “hábitos productivos” como el biomédico o el tecnológico. Pero no por ello hay que dejar de intentarlo.

¿Cuál es la alternativa? Que lo hagan otros. Exportar el talento. Si eso es lo que el mercado elige, adelante.

Una mujer científica.

Una mujer científica. istock

Pero seamos conscientes de las decisiones que tomamos y las oportunidades que ni siquiera intentamos abordar.

En los últimos meses he conocido otros soñadores que se han sumado al proyecto, que son parte del ecosistema y que comparten las mismas inquietudes.  Con ilusión, pero también con responsabilidad.

En medio del ambiente enrarecido creado en este 2025, escucharlos es una razón para la esperanza.