Conocida como ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones) la teoría que quiere aplicar Trump es antigua, obsoleta y arriesgada.
Se trata de sustituir las importaciones para desarrollar un sector industrial que de riqueza y genere puestos de trabajo en un país.
Es una teoría puesta en práctica en los años 60’ del siglo pasado para acelerar el crecimiento económico de los países en desarrollo. Es, por tanto, muy, muy… antigua. Tanto que hunde sus raíces en el “mercantilismo económico” de los siglos XVII y XVIII. Colbert el ministro de hacienda de Luis XIV ya puso en marcha una política arancelaria. En aquel momento para aumentar el oro del tesoro de la monarquía francesa.
A mediados del siglo XX para poner en práctica el ISI se diseñaron diferentes políticas económicas. Una de ellas era la de la subida de aranceles para reducir la competencia exterior. Además de la protección arancelaria se favorecía la nueva inversión industrial con medidas fiscales y financieras de apoyo por parte de los estados.
Los países latinoamericanos las pusieron en práctica con resultados dispares. Con el tiempo sólo sobrevivieron aquellas industrias en las que había una ventaja competitiva real (independiente de la política arancelaria).
Se trata de sustituir las importaciones para desarrollar un sector industrial que de riqueza y genere puestos de trabajo en un país
Esas políticas quedaron en el olvido con la globalización. El llamado consenso de Washington de los años noventa de final de siglo.
Muchas de las industrias creadas en Iberoamérica demostraron su incapacidad de competir a nivel global y desaparecieron. Argentina fue un ejemplo paradigmático. El economista Raúl Previsgh (1901/1986) empujo la teoría ISI a mediados del siglo XX, pero con la llegada del XXI sólo aquellas industrias (agroalimentarias) que no hubiesen necesitado ayudas para su desarrollo sobrevivieron en Argentina.
Sectores en los que realmente hay una ventaja competitiva por recursos naturales, mano de obra barata y eficiente o capacidad de innovación es donde es sensato realizar el esfuerzo que exige el ISI.
La mayoría de las políticas ISI demostraron estar equivocadas a largo plazo. Encima, a corto plazo, producen un crecimiento de los precios. El mismo equipo de Trump reconoce que la inflación será uno de los efectos de su política arancelaria.
Trump y sus colaboradores responden que aumentarán el poder adquisitivo de sus ciudadanos creando empleo y bajando impuestos para compensar esa subida de precios.
El mismo equipo de Trump reconoce que la inflación será uno de los efectos de su política arancelaria
Sin embargo, la subida de precios empezará enseguida, tan pronto como se pongan en marcha los aranceles. Los empresarios, aunque tengan stocks a precios anteriores, repercutirán enseguida el coste de los aranceles. En cambio, la reindustrialización que pretende Trump, si se produce, tardará.
Una multinacional alemana no pone en marcha una fábrica de coches de la noche a la mañana en EEUU ante el riesgo de que la política arancelaria se cambie. La próxima legislatura americana puede tener otros asesores económicos u otro presidente, y esas inversiones no son para periodos de sólo cuatro años ¿se van a arriesgar? No. Lo lógico es un periodo de espera.
Además, al tratarse de aranceles por países (no por productos), se pueden producir efectos no esperados. Por ejemplo, si soy un productor europeo ¿por qué tengo que irme a EEUU a producir y no a Inglaterra que tiene un arancel del 10%? ¿Por qué no triangulo mis exportaciones y las envío administrativamente desde países con menos aranceles, aunque el container haga el mismo viaje marítimo? El comercio internacional está lleno de sorpresas y hay agentes muy listos en ese sector.
En conclusión: la política arancelaria anunciada el “Día de la Independencia” por Trump es antigua, obsoleta, llena de riesgos y resultados inesperados si se pone en práctica de golpe.
Por el contrario, si sólo es una posición negociadora, que puede serlo, lo sensato es esperar a que se calmen las aguas y se llegue a acuerdos razonables.
En esa negociación las instituciones europeas tienen un gran papel. Dentro de ellas está España. Nuestra posición está económicamente menos expuesta a los aranceles de Trump que Alemania. Pero nuestra posición política es de clara confrontación con la administración Trump ¿Es lo más conveniente para nuestros intereses?
Nuestra posición política con EEUU debería cambiar para negociar. Si este gobierno no lo puede hacer, es otra razón para convocar elecciones cuanto antes.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.