El foco de los economistas está puesto en los aranceles que puede establecer la administración Trump. Desgraciadamente, hay una amenaza mucho mayor para la economía europea: la deslocalización empresarial. Los Estados Unidos del magnate republicano son un imán para las multinacionales.
No es solo que Trump vaya a establecer tarifas a las importaciones europeas. De hecho, y como veremos en otro momento, eso podría no ser tan grave (Europa tiene mucha capacidad de negociación frente a EEUU). Lo que va a dar la puntilla a la economía europea es lo atractivo que puede ser Estados Unidos para multinacionales e inversores europeos.
Mientras Europa continúa con su frenesí regulador, Trump aboga por reducir al máximo las regulaciones. Cada vez que Europa añada una nueva traba al desarrollo empresarial y la innovación, Trump hará justo lo contrario. La famosa regla del 2 × 1: para poder aprobar una ley, hay que eliminar dos. Y por cada nuevo impuesto que instaure la Unión Europea, Estados Unidos eliminará o reducirá otro. Y de ahí en adelante.
Lo que va a dar la puntilla a la economía europea es lo atractivo que puede ser Estados Unidos para multinacionales e inversores europeos.
Pocas veces se ha visto a dos rivales económicos actuar de forma tan dispar. Uno, EEUU, defendiendo sus intereses y tratando de atraer capital económico y humano. El otro, la eurozona, disparándose insistentemente en el pie y mostrando su hostilidad hacia los empresarios, las empresas y la innovación.
La mayoría de las grandes empresas que componen los índices bursátiles europeos son multinacionales. Su actividad se reparte por el mundo entero. En muchos casos les es indiferente localizarse en la Unión Europea o en EEUU.
Y si Europa es cada vez más hostil a las empresas y la innovación, el movimiento lógico es irse a EEUU. Especialmente ahora que el plan de la administración Trump incluye poner tarifas a China y otros mercados emergentes. Han dejado muy claro que quien quiera vender en EEUU tendrá que pagar tarifas o fabricar en el país.
Es más: el problema va mucho más allá de la maraña de regulaciones y burocracia europea. Ahora tenemos un problema adicional, concretamente en el Euro Stoxx.
El imán de la política económica estadounidense ya está haciendo que los inversores se decanten por EEUU
La bolsa no es solo ese casino que tanto critican quienes no la conocen. La bolsa es una magnífica fuente de financiación para las empresas. Y el imán de la política económica estadounidense ya está haciendo que los inversores se decanten por EEUU.
Si se mantiene esa tendencia, se secará la fuente de financiación bursátil en Europa, mientras que en EEUU será cada vez más atractiva, fácil y eficiente. Un auténtico círculo vicioso para Europa y virtuoso para EEUU.
De hecho, cuando desde estas mismas páginas decíamos que ganaría Trump, ya habíamos reducido a su mínima expresión la exposición de nuestros asesorados y carteras gestionadas a las bolsas de la eurozona. Precisamente para ampliarla en los sectores de la bolsa estadounidense más beneficiados con la victoria de Trump. Lo que llamábamos el Trump Trade.
Ahora ese movimiento es generalizado. Nadie quiere estar en la caótica Francia de Macron o en la decadente Alemania de Scholz, pudiendo estar pudiendo estar en el acogedor entorno empresarial y regulatorio que va a ser EEUU.
Nadie quiere estar en la caótica Francia de Macron o en la decadente Alemania de Scholz,
La única salvación que tiene la bolsa europea es que se confirme la regla de que, a más consenso entre analistas e inversores, más probabilidades hay de que ocurra justo lo contrario. Pero aunque el consenso se equivoca mucho más que acierta, algunas veces acierta. Y esta tiene muchas probabilidades de ser la excepción que confirma la regla.
¿Qué podría hacer que el consenso volviera a equivocarse? Sólo se nos ocurren dos posibilidades. Una es la bajada de tipos de interés. En nuestra opinión, va a ser mucho más intensa en Europa que en EEUU, porque Europa está volviendo a la normalidad prepandémica, es decir, al estancamiento, el enfriamiento económico y la “euroesclerosis”.
Esto obligará al BCE a ser más activo a la hora de prevenir la vuelta a la deflación, con la que Europa flirteaba justo antes de la pandemia. Y a las bolsas les gusta que bajen los tipos de interés.
Otra posibilidad es el plan Draghi. Pero no porque vaya a funcionar (en el sentido de volver a hacer competitiva a la Unión Europea). Con planes quinquenales dirigidos por políticos no se revitaliza una economía. Y menos cuando lo que hace falta es fomentar la innovación y el espíritu empresarial.
El BCE debe ser más activo a la hora de prevenir la vuelta a la deflación
No, el plan Draghi está diseñado, al menos en parte, para que se beneficien las grandes empresas europeas, las que tienen lobbies potentes en Bruselas, muchas de las cuales cotizan en el Euro Stoxx.
Y supongo que si les van a dar todo tipo de contratos y financiación no les permitirán deslocalizarse (aunque el poder del lobby empresarial de las grandes corporaciones sobre los políticos de ahora no parece tener límite).
Por supuesto que hay una solución sencilla. La que propuso Ronald Reagan cuando llegó al poder: “lo mejor que puede hacer el Estado es no molestar”.
Desgraciadamente para Europa, el discípulo de Reagan o de Thatcher, que es lo que necesitaría ahora Europa momentáneamente -tampoco es bueno pasarse-, ha ido a ganar precisamente en EEUU, que es quien menos lo necesita. Como dice el refrán, “a perro flaco, todo son pulgas”.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.