La Europa agraria y rural explota. Las manifestaciones francesas, belgas, alemanas pueden incitar a las de otros países ¿Cuáles son sus causas?

Los agricultores y ganaderos de Europa creen que sus producciones son ruinosas. Piensan, por ejemplo, que las condiciones impuestas por la Agenda 2030 reducen la competitividad de sus explotaciones respecto a terceros países que no tienen restricciones de fertilizantes, abonos o productos fitosanitarios frente a plagas ¿Marruecos?

Los costes de la energía y los productos que necesitan han aumentado. Los piensos ganaderos sufrieron la escasez de los cereales por la guerra Rusia-Ucrania. Los fertilizantes escasearon también.

En ciertos países del sur, como España o Grecia, la sequía reducirá la capacidad de producción y amenazará las áreas forestales.

A cambio de todo esto, agricultores y ganaderos ven como sus producciones dan pérdidas a pesar de que los alimentos llegan cada vez más caros a los consumidores. Los costes de logística, financiación y manipulación son vez más altos, de ahí la paradoja.

Los agricultores y ganaderos de Europa creen que sus producciones son ruinosas

Todo esto ya lo previó en su tiempo la CEE (Comunidad Económica Europea) antecedente de la ahora UE. Por la presión de Francia, en la que los votos del “MIDI” agrario son importantes, se construyó la PAC (la Política Agraria Común).

La PAC consistía en la subvención al mundo rural con objeto de protegerlo. Dos eran los objetivos prioritarios: a) evitar la despoblación; y b) ayudar a mantener el equilibrio ecológico.

Sin embargo, la introducción de la Agenda 2023 ha ido basculando el interés de las instituciones europeas hacia el segundo objetivo (el ecológico de sostenibilidad ambiental) relegando, de alguna manera, el primero (la protección económica y social de agricultores y ganaderos). Es verdad que ha habido abusos de una PAC poco rigurosa. Italia ha sido la campeona del fraude para recibir durante muchos años ayuda a explotaciones de dudosa existencia. Pero no ha sido la única.

De manera, que lo que los agricultores europeos piden es re-equilibrar nuevamente esa PAC. Eso se puede hacer de dos formas: 1) aumentando las subvenciones al campo, con cargo a los presupuestos comunitarios; 2) relajando las exigencias de la agenda 2030. Tanto una medida como otra tienen sus partidarios y detractores. 

Aumentar las subvenciones retrasa la tendencia a poner en práctica la I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación ) y, en consecuencia, puede reducir la productividad agraria europea. Pero, por otra parte, fija población en zonas donde es necesaria para mantener el equilibrio ecológico. 

La introducción de la Agenda 2023 ha ido basculando el interés de las instituciones europeas hacia el segundo objetivo

Relajar las medidas de protección medioambiental, permite a la Europa rural competir mejor con terceros países que no tienen estas reglas. Pero va contra la Agenda 2030 en muchos aspectos.

Hay partidos europeos, como los populistas de derechas, favorables al aumento de la protección al mundo rural vía subvención y, a la vez, relajar las exigencias de la Agenda 2030. Los verdes y la izquierda radical están en contra de cualquier ataque a la Agenda 2030 y sus presupuestos ecologistas. El partido popular y los socialistas europeos tienden a equilibrar los dos objetivos, pero este año no parece que sea fácil.

Porque este año hay elecciones al parlamento europeo. Eso supondrá cambios, no solo parlamentarios también en el ejecutivo europeo. Los líderes de los agricultores agrarios de todos los países lo saben y quieren jugar su papel.

El debate está servido. Todos los partidos dirán que son los representantes del mundo rural. Sin embargo, es el mundo rural el que tiene que decidir a quien quiere darle su representación.

La realidad es que la población europea es básicamente urbana. Los votos del mundo rural son pocos, marginales. Pero esa marginalidad les da fuerza, porque es la que decanta la elección de los últimos europarlamentarios y, en el parlamento europeo, las últimas incorporaciones suponen el tipo de equilibrio político que se establezca en la próxima legislatura europea.

Una legislatura crítica en la que puede haber un empujón al desarrollo de sus instituciones o un parón, incluso un retroceso. Algunos partidos populistas empiezan a pedir reconsiderar la estructura actual en países hasta ahora muy europeístas. Por ejemplo, los populistas holandeses o el AFD alemán.

El mundo rural europeo sabe todo esto y aprovecha su mala situación para defender sus intereses.

 ** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.