“All your words of kindness linger on” Paul McCartney.

Habrán leído ustedes en la propaganda del Gobierno que el Fondo Monetario Internacional estima que España será el país que más crezca de la Unión Europea en 2024. El problema es que es falso. Por un lado, la propaganda solo compara el dato de España con los países que van peor, pero no con la media de la Unión Europea ni con los países que crecen mucho más. Irlanda (+3,3%), Grecia (+2%), República Checa, Eslovaquia, Croacia, Lituania, Eslovenia, Estonia, Chipre, Malta… y, dentro de Europa no comunitaria, hasta Suiza (+1,8%). 

El Fondo Monetario Internacional certifica en su informe de octubre, página 40, que España se queda como una de las cuatro peores economías en recuperación 2019-2024, con la mayor tasa de paro de todos los países occidentales, por encima de Grecia, Turquía o Ucrania, y con más inflación (+3,9% en 2024) que la media de la eurozona (+3,3%) y sus comparables.

España registra la mayor tasa de paro de todos los países desarrollados, y no por poco. La estimación de tasa de paro de España de 2024 es del 11,3% muy por encima de Grecia (9,3%), Ucrania (10,6%) y Turquía (10,1%), según el FMI. Eso, tras despilfarrar el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia. Pero, además, todos los datos recientes demuestran un fracaso sin precedentes de una reforma laboral orientada a maquillar el paro.

Los datos de septiembre son muy evidentes.

La duración media de los contratos se ha desplomado hasta su nivel más bajo desde 2006. Ha caído a 46 días cuando era de 55 días en 2021. Más del 60% de contratos “indefinidos” son parciales y con jornadas semanales inferiores a 40 horas. De hecho, en el último dato solo el 18% de los contratos son indefinidos a tiempo completo. En el SEPE hay más de 3,2 millones de personas apuntadas que no trabajan o no están ocupados (3.212.807 personas exactamente), además de 11.051 personas en ERTE. 

De hecho, el estudio de Fedea sobre paro efectivo comparado con el paro oficial refleja un dato muy preocupante. El paro efectivo (paro oficial más demandantes de empleo, fijos discontinuos inactivos y personas en ERTE) era de 3,26 millones en abril de 2022 y es de 3,37 millones en julio de 2023, mientras el paro oficial ha bajado de 3,02 a 2,7 millones. Es decir, el paro efectivo ha aumentado desde abril de 2022.

Más del 60% de contratos “indefinidos” son parciales y con jornadas semanales inferiores a 40 horas

El maquillaje de los fijos discontinuos es especialmente alarmante. Los sindicatos, que decían que dichos contratos eran “disfrazar precariedad” cuando eran unos pocos miles, callan ahora que hay 200.000 cobrando el paro. Según el SEPE, a finales de agosto, el número de fijo discontinuo cobrando prestación por desempleo llegaba a las 201.296 personas, un aumento del 64% comparado con la misma fecha de 2021.

Si analizamos la tasa de paro efectiva y la holgura laboral que publica Eurostat, España se sitúa como campeona de paro y subempleo además de perder puestos con respecto a sus socios, ya que Grecia, Portugal y otros países están reduciendo el paro mejor.

Nos debe preocupar esto porque ocurre con un gobierno que ha disparado los costes de contratación, que ha aumentado masivamente las cargas burocráticas a los empleadores y además disfraza un desempleo que, en cualquier caso, sigue siendo el peor de todos los países desarrollados incluso considerando la cifra oficial.

Esto es un fracaso sin paliativos en un país donde todas las reformas laborales se han olvidado de las microempresas y las pymes, que son las que crean empleo, y se han dedicado a aumentar las dificultades y el coste de contratar. Un fracaso total.