Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Por qué algunas personas defienden el 'renovables sí, pero no así'? Existen varias reflexiones, algunas con mayor o menor fundamento, que nos han llevado a un escenario indeseado. La clave para resolver este conflicto reside en el aspecto social: debemos impulsar soluciones democráticas, coherentes con las comunidades locales, basadas en el consenso y sin imposiciones. La respuesta radica en lo que llamamos democracia energética.

La transición energética es un viaje colectivo, y cada paso que damos en esta dirección es un pilar que sostiene un futuro más verde y consciente. Es responsabilidad de todos caminar juntos en esta senda, alzando la bandera de la participación ciudadana y la democracia energética.

Cada voz, cada comunidad, tiene un papel crucial en la construcción de un mañana más limpio y resiliente. Para que el plan de transformación energética sea exitoso, es necesario contar con la participación de los ciudadanos, quienes no deben ser meros espectadores del cambio, sino partícipes.

Pero ¿cómo podemos democratizar la energía y lograr que la gente se involucre y brinde su apoyo? La respuesta radica en la propiedad compartida de los proyectos energéticos, la participación pública y la descentralización: las personas deben ser un actor más de esta transformación en positivo.

Priorizando los beneficios para las comunidades locales

Es importante reconocer que, si bien los parques de energías renovables tienen impactos positivos en las zonas donde se instalan, también pueden tener algunos inconvenientes. Pero también, es importante ser capaces de poner en una balanza todos esos factores positivos y negativos, y valorar el impacto de la llegada de las renovables al entorno rural pensando a largo plazo, en el futuro, y no únicamente en los cambios inmediatos.

Nos encontramos en un año clave: Red Eléctrica Española (REE) afirma que este 2023 España podría lograr que el 50% del mix energético sea de origen renovable. Estamos en un punto en el que la planificación y el desarrollo de proyectos de energía renovable es crucial para cumplir ciertos objetivos marcados no solo por nuestro país sino por Europa.

Entonces, obviando el evidente beneficio de contribuir en la Agenda 2030, en la reducción de gases contaminantes y en un futuro mucho más sostenible, repasemos algunos de los puntos positivos a largo plazo de la inversión en proyectos de energía limpia.

Debemos impulsar soluciones democráticas, coherentes con las comunidades locales, basadas en el consenso y sin imposiciones. La respuesta radica en lo que llamamos democracia energética.

La inversión en energías renovables como puede ser la fotovoltaica o la eólica, nos aporta algo muy anhelado en el último año: la desaparición de la dependencia energética.

Si nuestra localidad decide apostar por nuevos modelos energéticos limpios, lograremos una autonomía territorial que nos alejará de la dependencia energética exterior. Por otro lado, la inversión en renovables va a impactar directamente en la generación de empleo en el territorio en áreas como la fabricación, la instalación o el mantenimiento, entre otras.

Tanto la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) vaticinan en un informe que la transición energética podría crear hasta 43 millones de puestos de trabajo de cara a 2030.

Y no solo eso: Según la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), se espera que en España este 2023 se superen los 130.000 trabajadores vinculados a las renovables, puestos que en su mayoría no se consolidarán a nivel local.

Por último, uno de los impactos positivos de la apuesta por este tipo de proyectos es la rentabilidad y el retorno económico. Ver reducir el gasto en energía es uno de los beneficios más destacados de esta inversión. Por ejemplo, en Ballesteros de Calatrava, una localidad de Ciudad Real que ha logrado ser independiente energéticamente, se ha reducido hasta un 80% la factura de la luz. Además, el hecho de generar la energía en el lugar de consumo reduce las pérdidas de transmisión y distribución y mejora la eficiencia energética.

A nivel autonómico, las semillas de la participación ciudadana ya han germinado. En Cataluña, en Baleares, en Navarra, hemos visto leyes que favorecen la inversión local en proyectos de energías renovables. En Fundeen, hemos estado involucrados en cada uno de estos proyectos hasta la fecha. Recientemente, cerramos la financiación del proyecto Carril Solar, en Murcia, donde los vecinos de Puerto Lumbreras y Lorca tuvieron prioridad. Un ejemplo más: el proyecto Son Sunyer - Las Andrevas, en las Islas Baleares, que abrió progresivamente su participación a la comunidad local.

Estamos en uno de los países con más horas de sol de Europa; también disponemos de numerosas horas de viento. Tenemos todos los recursos a nuestro favor y solo necesitamos transformarlos en una electricidad asequible y accesible.

No hay duda de que la inversión local es una solución de valor compartido imprescindible para fomentar las energías renovables. Debemos reconocer que la transición hacia el nuevo modelo no es solo una necesidad ambiental, sino también una oportunidad para empoderar a los ciudadanos, a las comunidades locales y a sus instituciones.

Sabemos que estamos en el lado bueno de la historia, por eso, es importante que cada vez más personas lo estén, impulsando un cambio en positivo para cada individuo y la sociedad en general.

*** Nacho Bautista, CEO & Co-founder de Fundeen.