Durante meses he acusado a la señora Lagarde de tímida y retrasada en las subidas de los tipos de interés del BCE. Mi preocupación era que la inflación seguía alta y la política monetaria es básica para reducirla. Además, con tipos de interés más bajos que los de la Reserva Federal (Fed) americana el euro se depreció. Entonces, importamos energía en dólares más caros y eso aumentó la inflación.

Gracias a la respuesta rápida de la Fed parece que la inflación americana está decreciendo. Por eso anuncia un cambio en su política. A partir del próximo verano sus tipos de interés se pueden estabilizar o, incluso, bajar.

La Fed ya reduce las subidas de 50 puntos (0,5%) a 25 puntos (0,25%). Mientras tanto, la economía de EEUU da señales de fortaleza. El nivel de desempleo es el 'paro friccional (3/4%)'; en la práctica pleno empleo.

Eso reduce las subvenciones y aumenta los tributos. Entonces, en una economía con políticas fiscales manejadas unitariamente por un solo Gobierno, se controla mejor el gasto público, otro de los aceleradores de la inflación.

El BCE empezó tarde y con timidez a subir los tipos de interés. Ahora anuncia su intención de mantener subidas del 0,5%. Por lo menos hasta que su tipo sea similar al de la Fed o superior. La inflación empieza a doblegarse. Entonces ¿por qué Lagarde no afloja?

"El BCE empezó tarde y con timidez a subir los tipos de interés"

No puede, porque la política fiscal en la zona euro no está unificada. Cada país hace la suya. Hubo un momento en el que la Comisión Europea embridaba las políticas fiscales de los Estados miembros.

Tanto en el déficit público (que pedía inferior al 3% del PIB), como en la deuda (inferior al 60% del PIB). Pero desde la pandemia hay 'vacaciones fiscales'. Los 'hombres de negro' de Bruselas han desaparecido. Cada Gobierno hace de su 'capa un sayo'. Es más, por si no había bastante deuda, la UE inyectará más (a España, por ejemplo).

El paro en la zona euro está lejos de desaparecer, la media es del 6% y hay países, como España, que superan y doblan esta cifra (12/13%). En esa situación, los Gobiernos, para no perder las elecciones tiran con 'pólvora de rey'.

Si no lo hacen la calle arde (Francia). En España se paga a 16 millones de personas con dinero público y se suben las pensiones (9 millones incluidos en esos 16) con el IPC. Con todo ese dinero y los de los proyectos de Next Generation la demanda de consumo sube a pesar del paro (también subvencionado en unos dos millones de desempleados).

En consecuencia, la inflación inicial que era de costes, en su tercera ola se ha convertido en una inyección de demanda; mayor en la subyacente y la de alimentos.

Para compensar esa tendencia a la inflación, al BCE no le queda más remedio que subir los tipos de interés. Con más fuerza que la Fed. Así que, en terminología financiera, la paloma europea se convertirá en halcón, mientras el halcón americano pasará a paloma.

Es necesario, pero perjudicará a los hipotecados de tipo variable y beneficiará a la banca, que verá aumentar sus márgenes y, en consecuencia, sus beneficios.

Algo que repercutirá en las ofertas electorales españolas. Volveremos a ver como la parte del Gobierno Sánchez de UP se declara protector de los hipotecados atacando a los "terribles gestores bancarios que cobran mucho y explotan a sus clientes". Cuando su Gobierno es parte del problema con su política de subvenciones. Política que incentiva la inflación y obliga al BCE a relevar los tipos de interés.

Además, esa subida de tipos de interés debería beneficiar a los ahorradores en depósitos bancarios. Si la banca no lo hace, no cumple con parte de su misión. Porque no sólo tiene que dar créditos, tiene que remunerar adecuadamente el ahorro de los ciudadanos corrientes, de las familias de clase media y trabajadora. Si lo hace bajará su beneficio, pero cumplirá su misión.

La banca debe decir cuanto paga a sus empleados, sus accionistas y sus depositarios como defensa de su imagen. Si no lo hace, que no se engañe el Gobierno Sánchez, …

*** J. R. Pin es profesor del IESE.