La vicepresidenta Yolanda Díaz con los líderes sindicales.

La vicepresidenta Yolanda Díaz con los líderes sindicales. Europa Press

La tribuna

El mercado laboral arrima el hombro

El empleo ha dado muchas muestras de resiliencia pero en 2023 la reforma laboral afronta el reto de mantenerlo en plena desaceleración económica.

17 enero, 2023 02:28

Un año después de la entrada en vigor de la reforma laboral, el tirón del empleo no se desmiente, resistiendo incluso al embate de la guerra. Anteriormente el mercado laboral ya había dado señales positivas. Si bien no fue ajeno a la parálisis económica generada por la crisis sanitaria de la Covid-19, con una gran destrucción de empleo en el primer periodo de confinamiento, la utilización de los ERTE supuso un mecanismo de flexibilidad interna óptimo para facilitar la reincorporación a la actividad laboral ordinaria.

A 31 de marzo de 2020, hubo más de 3 millones de afiliados en ERTE vinculados a la Covid-19, que se redujeron a poco más de 160.000 a 31 de octubre de 2021. De hecho, en 2021, según la EPA, el empleo creció un 4,35% interanual en España.

En 2022, año en el que se aplica la reforma laboral, el comportamiento del mercado laboral ha seguido siendo muy favorable, a pesar de iniciarse la guerra de Putin. Ha terminado con la mayor afiliación a la Seguridad Social en de la historia (en términos medios anuales), superando los 20,2 millones de ocupados.

"El comportamiento del mercado laboral ha seguido siendo muy favorable, a pesar de iniciarse la guerra de Putin"

Se ha recuperado todo el empleo perdido en la fase inicial de la pandemia, y según la EPA del tercer trimestre de 2022, el número de personas en paro está por debajo de tres millones, menos del que había en 2019, y la tasa de paro se ha reducido casi 2 puntos en este último año y se sitúa en el 12,7 %, su valor más bajo desde 2008.

El principal objetivo de la reforma laboral era limitar la temporalidad y devolver a los trabajadores un poder de negociación perdido con la anterior reforma. Un año después de su entrada en vigor empezamos a ver algunos efectos positivos.

Para que los empleados recuperen poder de negociación, la reforma de 2022 da prioridad al convenio sectorial frente al de empresa. Eso significa que las condiciones salariales establecidas en el convenio de empresa no podrán ser peores que las del convenio sectorial, y si fuera así, mandan las del convenio sectorial.

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El cambio hace más fácil que los trabajadores puedan negociar subidas salariales, y más difícil que las empresas puedan impedirlo. En un momento en que la inflación se lleva por delante el poder adquisitivo de los hogares, que los trabajadores recuperen poder de negociación es un cambio importante.

Sin embargo, de momento no se observan grandes diferencias: los salarios por convenio apenas han subido el 2,8% de media en 2022, muy lejos de la subida de precios.

En 2021 la tasa de temporalidad era del 25%, y tras la entrada en vigor de la reforma laboral, esa tasa se ha reducido con fuerza para situarse en el 20,2% en el tercer trimestre de 2022, según la EPA.

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La estabilidad en el empleo está beneficiando, especialmente, a las mujeres: en los últimos 12 meses se ha reducido a la mitad el diferencial de temporalidad con Europa hasta dejarlo en apenas 6 puntos. También se benefician los jóvenes. La proporción de asalariados menores de 30 años que cuentan con un contrato indefinido alcanza el 76%, frente al 47% antes de la reforma (promedio entre 2017 y 2021).

"Es innegable el cambio de tendencia hacia un mercado laboral con más empleo fijo"

Es innegable el cambio de tendencia hacia un mercado laboral con más empleo fijo y menos temporales con la supresión del contrato por obra y la limitación del eventual. La reforma laboral ha servido para combatir la sobre-utilización de la contratación temporal, y a la vez hacer frente a la estacionalidad inherente a algunos sectores, como la agricultura, el turismo o la construcción, mediante los contratos fijos discontinuos.

En 2022, de los 2.288.489 nuevos trabajadores indefinidos, 441.663 han sido fijos discontinuos, es decir el 19,3%. Los fijos discontinuos generan una mayor estabilidad que los contratos temporales y permiten combatir la precariedad.

Son los contratos idóneos para esos sectores estacionales, porque los trabajadores mantienen una relación laboral con las empresas, aunque no realizan su actividad de manera continuada. Cuando no trabajan están "inactivos" y no se contabilizan como parados en la estadística, ya que tienen un puesto de trabajo. Pero en ese periodo sí causan baja en la Seguridad Social y pueden cobrar una prestación por desempleo.

Pese a los avances, quedan importantes asignaturas pendientes en nuestro mercado laboral, como reducir el paro de larga duración y la contratación a tiempo parcial involuntaria. Las mujeres paradas que llevan más de un año en búsqueda de empleo representaron el 42,75% del total de paradas, una cifra que, si bien mejora la del año anterior, que era del 50%, aún es muy elevada en comparación internacional.

En el caso de los hombres el porcentaje ha pasado del 45,68% en el tercer trimestre del 2021 al 41,46% en el tercer trimestre de 2022. La gran mayoría, además, son personas de más de 45 años, con grandes dificultades de inserción laboral. Las políticas activas de empleo no funcionan adecuadamente.

Respecto a la contratación a tiempo parcial involuntaria, en el tercer trimestre de 2022 representaban el 50,3% del total de los trabajadores a tiempo parcial –el 49,2% en mujeres y el 53,2% en hombres-; algo interior a los porcentajes de hace un año: 52,7% para el total y 50,4% para las mujeres y 59,4% para los hombres.

A veces se debe a las necesidades de determinados sectores o las preferencias de los trabajadores por motivos de conciliación en momentos puntuales. Pero cuando se trata de trabajo involuntario a tiempo parcial es una forma de subempleo que se debe eliminar.

Pero el principal reto del año 2023 consiste en mantener el empleo en plena desaceleración económica, como anticipa el freno de la creación de empleo del pasado mes de diciembre. Se trata de una prueba de estrés para un mercado laboral que había mostrado señales de resiliencia en los últimos tiempos.

*** Mónica Melle Hernández es consejera de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid y Profesora de Economía de la UCM.

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