Suele quejarse Antonio Garamendi de que este Gobierno caricaturice a los empresarios como los malos de las "negociaciones" para justificar sus medidas contra la empresa o para tapar los problemas internos que sufre la coalición. "Ahora parece que como nos hemos coordinado, los malos son los empresarios", decía el presidente de la CEOE el jueves en Córdoba mientras denunciaba el inmovilismo de la mesa de negociación de la reforma laboral para buscar un consenso.

Entre los 11 principios básicos de la propaganda de Goebbels hay uno bien conocido, el de la simplificación y búsqueda del enemigo común. El enemigo común del Gobierno de coalición y de sus socios en el Congreso son las 'derechas'. Y como si en España no hubiera empresarios de izquierdas, el enemigo a batir ante la opinión pública por una parte de este Gobierno, la que encabeza Yolanda Díaz, también son los empresarios.

Se entiende que esto no sea agradable para la CEOE, pero es el campo en el que tiene que defender sus intereses en algo tan vital para las empresas como es el cambio de la legislación laboral. Y ante ese relato implacable del Gobierno quizás la patronal debería abrir la reflexión sobre qué pueden hacer los empresarios para combatir un discurso maniqueo que beneficia fundamentalmente a Unidas Podemos y a los sindicatos.

El señor Burns y Antonio Garamendi.

El señor Burns y Antonio Garamendi. EL ESPAÑOL

En alguna ocasión, Garamendi ha ilustrado la mala imagen que tienen los empresarios recurriendo al señor Burns. El jefe de Homer Simpson en la popular serie de televisión lo tiene todo: es rico, feo, malvado, recurrente, tiene un leal ayudante con poco brío, el señor Smithers. Y encima es propietario de una central nuclear. El gran villano de la ciudad ficticia de Springfield.

Escapar de este tipo de clichés en un momento en el que la política se ha convertido en márketing no es fácil. Pero a la CEOE no le queda otra que salir del discurso victimista, del lamento por ser el 'malo' de la película que protagoniza Díaz, y proponer a la sociedad un relato alternativo. Los empresarios siempre saben adaptarse y en el campo de las ideas, deben hacerlo pronto para no quedar arrinconados en los tiempos que corren.

Porque si bien es cierto que Bruselas no va a aprobar una reforma laboral que no cuente con el visto bueno de la CEOE, también lo es que la Comisión Europea quiere que los sindicatos cierren las heridas que arrastran de 2012 y eso pasa por meter también a Unai Sordo y Pepe Álvarez en la foto de ese acuerdo.

Se lo recordó el vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, a la vicepresidenta Nadia Calviño y al resto de asistentes al XX Congreso de Directivos CEDE que se celebró la semana pasada junto a la Mezquita de Córdoba: la reforma laboral tiene que contar con el aval de los agentes sociales. De todos.

No es ningún secreto que Bruselas cree que se equivocó en 2012 imponiendo al Gobierno de Mariano Rajoy unas directrices que no contaban con el respaldo de los sindicatos. Esa reforma laboral acabó siendo un ingrediente importante del discurso que nos ha traído a la situación política actual, con un Gobierno populista que quiere acabar con una legislación que paradójicamente le está ayudando a sostener el empleo.

Un 10% de crecimiento potencial de PIB en los próximos 20 años depende de las reformas estructurales que pongamos en marcha

Schinas recordó que un 10% de crecimiento potencial de PIB en los próximos 20 años depende de las reformas estructurales que pongamos en marcha en los próximos meses a cambio de recibir los fondos europeos de Next Generation EU.

Hasta ahora, la CEOE se ha escudado en que es el Gobierno el que tiene un problema interno y el que quiere cambiar una ley que las empresas consideran buena para evitar llevar propuestas concretas a la mesa de negociación. Ahora, Garamendi dice que están dispuestos a trabajar por mejorar esa legislación. ¿Cómo? Esto es algo que se debe explicar mejor.

Nadia Calviño, Margaritis Schinas, Isidro Fainé, Antonio Garamendi, Unai Sordo, Pepe Álvarez y Yolanda Díaz.

Nadia Calviño, Margaritis Schinas, Isidro Fainé, Antonio Garamendi, Unai Sordo, Pepe Álvarez y Yolanda Díaz.

Porque en asuntos como el del fin de la subcontratación, la propuesta del Ministerio de Trabajo es disparatada en términos económicos y en España, el Estatuto de los Trabajadores ya blinda en su Artículo 42 las relaciones con las subcontratas de una forma exhaustiva. El problema es que ha habido empresas, en especial pymes, que han recurrido a la cesión ilegal de trabajadores sin que la Inspección de Trabajo haya actuado con contundencia. Y esto es algo que está aprovechando Díaz para asestar su golpe a un modelo vital para una parte importante del tejido empresarial español. 

O la CEOE entra en la batalla del relato o su discurso defensivo colocará a los empresarios entre la espada de la contrarreforma y la pared de los fondos europeos.

En el Congreso de CEDE, Isidro Fainé, citó a Warren Buffet para decir que como empresario "puedes perder dinero, pero no pierdas nunca una pizca de reputación".

La patronal debe ponerse manos a la obra porque si bien hay que reconocer que ha sido capaz de pasar página de la etapa de Díaz Ferrán, también lo es que sigue alejada de los planteamientos de una parte importante de la sociedad española. Y en la era del ESG esto es algo que no se pueden permitir las empresas.

ATENTOS A...

Con la Reserva Federal retirando ya estímulos del mercado y la inflación subiendo en Europa, los informes internos que manejan los bancos para la subida de tipos de interés en la Eurozona han cambiado radicalmente en cuestión de pocas semanas.

Jerome Powell y Christine Lagarde.

Jerome Powell y Christine Lagarde. EL ESPAÑOL

Se espera que ya en 2022, Christine Lagarde siga los pasos de Jerome Powell comenzando a retirar parte de las compras de emergencia por la pandemia. Pero el punto de inflexión para la subida de tipos podría venir en 2023 o 2024.

Es un escenario que la banca celebra -por el impacto en su cuenta de resultados-, pero con cautela, ya que la recuperación económica todavía no es sólida y si el crecimiento del PIB no cobra más fuerza, las entidades podrían tener que afrontar un aumento de la morosidad mayor de lo esperado. No hay recetas mágicas para los problemas del sector financiero.