Vientos de cambio en la política alemana y quizás en Europa

Vientos de cambio en la política alemana y quizás en Europa

La tribuna

Vientos de cambio en la política alemana y quizás en Europa

Merkel podría ser la futura presidenta de la UE. Su Gobierno personalista ha marcado los designios de los europeos en los últimos tiempos.

1 octubre, 2021 01:53

El modelo económico alemán es como ese reloj heredado del abuelo que sabemos que sigue marcando la hora, con una maquinaria sólida, pero que empieza a dar señales de que necesita una revisión porque está perdiendo precisión, se atrasa.

Además, ya tiene un estilo vintage propio de otra época y quizás haya llegado la hora de cambiarlo. Mientras lo llevaba el abuelo nos parecía bien, pero ahora que ya no está entre nosotros, no nos atrevemos a usarlo, lo guardamos en un cajón de los recuerdos y buscamos un smartwatch que cubre mejor las necesidades del siglo XXI.

La marcha de Merkel va a marcar una nueva era en Alemania con el efecto dominó que traerá sobre las futuras políticas económicas de Europa. Alemania ha sido, hasta ahora, la locomotora que ha tirado del resto de vagones que forman los países de la UE, pero la salida de Merkel del escenario político invita a reflexionar si el nuevo canciller que salga, no tanto de las urnas, sino de los despachos tras las próximas elecciones, mantendrá una línea continuista o bien se adaptará a los nuevos vientos de cambio que parece haber en la política alemana.

Los últimos sondeos de intención de voto muestran una fragmentación en la que va a ser necesaria una coalición de geometría variable en la que el partido SPD se situaría ligeramente por encima del CDU, ambos a cierta distancia del tercero que es el Verde.

Ahora bien, el fuerte liderazgo de Merkel y el gobierno personalista que ha representado ha dirigido durante muchos años no sólo los designios de los alemanes sino también de los europeos y ha dejado una huella imborrable, ya sea para bien o para mal, aunque me atrevo a pensar, que es positiva para la mayoría.

Ese personalismo político que sólo unos pocos tienen a lo largo de la historia, ha generado una actitud de lealtad compartida, incluso me atrevería decir que, de cierto afecto, adhesión, unión e incluso devoción con sus políticas, y no sólo me refiero a los alemanes sino a muchos otros ciudadanos europeos que durante todos estos años han sentido cierta admiración por una persona que mejor o peor ha gobernado, no sólo Alemania, sino que ha marcado la hoja de ruta de lo que hoy es la UE.

El gobierno personalista de Merkel ha dirigido durante muchos años los designios de los europeos y ha dejado una huella imborrable

Además, Merkel ha caracterizado su política por unas fuertes medidas de austeridad y control del gasto público, muy propio de la mentalidad alemana, para evitar desequilibrios presupuestarios y endeudamiento excesivo, algo que ha intentado promover en el resto de los países y, por tanto, en las decisiones políticas de la UE.

Esa transformación o simplemente ese lavado de cara que necesita la economía alemana, pasa por el dilema de decidir si se sigue con la estricta rigurosidad que ha marcado una época liderada por Merkel en términos de déficit y deuda pública o bien, están viniendo vientos de cambio y quizás sea el momento oportuno que marque un punto de inflexión en algunos principios grabados a fuego en la mentalidad de los alemanes, basados en el eje de la moderación del gasto propio y promoción del control y equilibrio de las cuentas de los demás países.

Es decir, una relajación de los frenos que siempre han estado activos a la vista de que tanto el partido SPD como el Verde, están haciendo propuestas de inversión financiada con deuda de muchos miles de millones, que deberán financiar con deuda y que tendrán que soportar desequilibrios presupuestarios. Parece que algunos de los principios ya están siendo cuestionados.

Esta situación, da paso a la incertidumbre que despierta en Europa acerca de quién va a tirar del carro europeo, pues quizás deje de ser el famoso eje franco-alemán, donde Francia siempre ha estado en un segundo plano y pudiera ser que Macron elija a nuevos compañeros de viaje como es el caso de Draghi o bien otros de menor peso político como Rutte y los países nórdicos.

Y la cuestión de fondo que nos ocupa y preocupa es el impacto sobre la economía europea que puedan tener las decisiones que se tomen a partir de ahora, pues puede haber un importante cambio de rumbo, alejado de la austeridad y el rigor que ha marcado las políticas de Merkel y que se camine hacia la relajación de las reglas de gasto y del cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, impulsando políticas de gasto aún más expansivas, alejándose de los criterios de prudencia y del cumplimiento de los objetivos de convergencia sine die, lo que puede marcar un cambio de rumbo en el desarrollo de la UE.

Por último, algunos piensan que Merkel podría ser la futura presidente de la UE, por lo que habrá que estar atentos a los acontecimientos futuros. Mientras llega ese momento, los alemanes deben decidir si cambiar sus propias reglas de juego, algunas grabadas a fuego en su Constitución, y si Alemania, necesita un cambio de rumbo en algunas de sus políticas, para seguir liderando el crecimiento de Europa, algo que no parece tener muy claro ni los propios alemanes.

Está por ver si nos despedimos definitivamente de Angela Merkel y sus políticas o simplemente le estamos diciendo hasta pronto.

*** Juan Carlos Higueras es analista económico y profesor de EAE Business School.

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