Tras un mes de julio caótico, que califiqué en estas páginas como "el mes de los desmadres”, se esperaba un mes de agosto más tranquilo, dado el avance de la vacunación en buena parte del mundo. Pero, de nuevo, y salvo excepciones, agosto también ha sorprendido para mal, ha arrojado nubes de incertidumbre sobre lo que se creía el inminente final de la pandemia y ha tenido repercusiones económicas negativas en algunos países, fundamentalmente en Asia y EEUU, que ha sufrido un frenazo en su recuperación. También repercusiones políticas, como la dimisión del primer ministro de Japón por la gestión de la pandemia en plenos Juegos Olímpicos.

Nuevos casos de la Covid- 19 en el mundo

Gráfico 1

Gráfico 1

Nuevas muertes de la Covid- 19 en el mundo

Gráfico 2

Gráfico 2

En los gráficos 1 y 2 recojo tanto el número de nuevos casos diagnosticados como el número de muertes diarias en el mundo. En agosto, como veremos más adelante, se han registrado unos 20 millones de nuevos casos y 312.000 fallecimientos, una tasa de mortalidad del 1,56% de los casos registrados en ese mes. Aunque la tasa ha descendido gracias a las vacunas, sigue siendo escandalosamente alta, y ello arroja dudas sobre el final inminente de la pandemia, con sus consiguientes incertidumbres económicas. Mientras dure, seguir mirando el número de casos continúa siendo lo más eficiente, dado que los casos adelantan a las hospitalizaciones y a los fallecimientos, y con la variante Delta ese adelantamiento se ha extendido a varias semanas.

La incidencia mundial en agosto

Como acostumbro a hacer en estos informes mensuales, recojo en la tabla 1 la selección habitual de países y regiones del mundo, asignando el color rojo a aquellos que han empeorado con respecto al mes de junio, en verde a los que han mejorado y en negro a los que se han mantenido estables.

Gráfico 3

Gráfico 3

De nuevo, llama la atención el predominio del color rojo en la columna correspondiente al mes de agosto, incluso superando al mes de julio. En el total mundial se han registrado más de 20 millones de nuevos casos. Una cifra sorprendente, que le convierte en el tercer peor mes de la pandemia en lo que a casos se refiere, y el segundo en lo que llevamos de año.

Una cifra que compadece poco con el ambiente de “final de la pandemia” que se vivía en junio, donde los casos eran práticamente la mitad. Aunque buena parte de las regiones han empeorado en agosto, el principal responsable de este repunte ha sido EEUU, que casi cuadriplica los datos de julio y multiplica por más de 10 sus casos de junio. De hecho, de los 4,5 millones de aumento de las infecciones en el mundo, 3,1 millones los aportan EEUU.

Aunque la ola empieza a remitir, ha quedado demostrado que un nivel de vacunación del 50-60% es insuficiente para frenar la pandemia, sobre todo con variantes tan contagiosas como la Delta. Y aunque es evidente que la tasa de mortalidad se ha reducido notablemente (0,7% de los infectados en el caso americano en agosto), el número de casos ha sido tan brutal que EEUU ha sufrido 31.000 nuevos fallecimientos en este mes. Una cifra difícil de digerir (sirva como referencia que toda la Guerra del Vietnam provocó 58.000 muertes de norteamericanos) y que ha reabierto las incertidumbres sobre el final de la pandemia, lo que se ha traducido en un significativo frenazo económico, recogido sobre todo en la cifra de empleo de agosto, que ha sorprendido negativamente a todos los analistas.

En Europa el balance ha sido mixto, aunque luego lo trataré con más detalle. Destacan las significativas mejoras de España y Portugal, y un modesto avance en los casos en el Reino Unido. En el resto de Europa, empeoramientos notables incluso en los países virtuosos como Finlandia y Grecia (récord en la pandemia) o Noruega (segundo peor mes). De nuevo, estos aumentos no han podido evitarse con unos niveles de vacunación muy altos, superiores al 60% en casi todos los casos. Ello abre dos debates: uno, si es suficiente hacer descansar en la vacunación toda la estrategia contra el virus y, dos, cual es el nivel de vacunación que garantiza una “inmunidad de rebaño” que le impida al virus propagarse.

Si Europa, en general, y EEUU han empeorado en julio, tambien lo ha hecho Turquía y buena parte de los países del Lejano Oriente, incluyendo algunos de los casos de éxito en la pandemia, como Australia y Corea del Sur, que han registrado récord en la pandemia. Pero el más llamativo ha sido Vietnam, que en un solo mes ha más que duplicado todos sus casos registrados en la pandemia, multiplicado por 30 los casos de junio y por 1.000 los casos de abril.

En el resto de Asia ha mejorado algo la India, pero Japón ha sorprendido al batir el récord de la pandemia con más de medio millón de casos, multiplicando por más de cuatro los casos de julio y por más de 10 los de junio. Ello ha coincidido con la celebración de unos JJOO tristes, sin público y con los atletas confinados y controlados mientras el virus se desmadraba por el resto de la población. La gestión de la pandemia se ha llevado por delante al primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, que ha decidido no continuar en el cargo en el que apenas llevaba 11 meses.

Por el contrario, en América Latina se ha registrado un considerable avance, sobre todo en Chile y Colombia y, en menor medida, en Brasil y Argentina. La excepción en la región es México, que sigue a EEUU, empeora sus registros de julio y multiplica por cinco los casos de junio.

La variante Delta ha seguido haciendo estragos, en lo que se refiere a incidencias, en buena parte de Europa, salvo las excepciones mencionada. En el Gráfico 3 y la Tabla 2, presento el balance del mes de agosto para los cinco grandes países europeos.

Gráfico 4

Gráfico 4

Gráfico 5

Gráfico 5

Salvo España, que ha reducido sus casos un 40% y el Reino Unido, que disminuyen en un 12%, en el resto de los grandes países europeos la incidencia del virus ha empeorado siginificativamente. Italia y Francia prácticamente han duplicado y Alemania cuadriplicado. En la última semana de agosto, sin embargo, todos los países mejoran salvo UK, que vuelve a repuntar, y Alemania, que continúa escalando.

El caso de España

España, junto con Portugal, ha sido uno de los países europeos que más ha mejorado en el mes de agosto, en lo que se refiere a las incidencias. Los escenarios que planteaba hace un mes se han cumplido casi con exactitud (véase gráfico 4), aunque el descenso ha sido algo menos intenso de lo previsto, dada la asimetría de esta quinta ola (el ritmo de subida ha sido más alto que el de bajada).

Gráfico 6

Gráfico 6

La incidencia a 14 días, que había alcanzado un pico el 27 de julio, con 702 puntos, ha descendido por debajo de los 200 el pasado 3 de septiembre. Son 500 puntos de bajada en 38 días, frente a los más de 600 puntos de subida en los 35 días anteriores. Esta evolución de la incidencia no puede hacernos olvidar el triste balance de fallecimientos, que ha sorprendido a todo el mundo.

Fallecidos por la Covid-19 en España

Gráfico 7

Gráfico 7

En efecto, los 2.800 fallecidos en el mes de agosto, y los que llevamos en apenas tres días de septiembre, muestran que el retraso entre casos-hospitalizaciones-fallecimientos se ha ensanchado con la variante Delta. También ha quedado demostrado que, aunque las vacunas han reducido notablemente la mortalidad (en la quinta ola estamos en un entorno del 0,4%, inferior a la de EEUU) el elevado número de casos se acaba traduciendo en un nivel insoportable de fallecidos. Este verano, julio y agosto, se han registrado casi 3.500 muertos, frente a los 750 del verano pasado, cuando no había vacunas.

A riesgo de ser repetitivo, vuelvo a reproducir los argumentos por los que creo que deben seguir controlándose los casos, y los tomo literalmente de mi artículo de hace dos meses, cuando apenas comenzaba la quinta ola:

1. Aunque la correlación entre casos, hospitalizaciones y fallecimientos (que en cualquier caso tienen un retraso de dos o tres semanas) haya caído significativamente con la vacunación, no es nula y, por tanto, seguirá habiendo un número, aunque sea pequeño, creciente de ingresos y fallecimientos, en comparación con un escenario de baja incidencia, que resultaría en unos niveles casi nulos de ambas variables

2. El long Covid o efectos a largo plazo de la enfermedad sobre algunos de los que hayan sufrido la infección, también de los jóvenes, algo que está en estudio.

3. El riesgo de mutación o aparición de nuevas variantes, que es mayor cuanto más alta sea la circulación del virus.

4. Aunque a nosotros nos “diera igual el número de casos”, a otros países, en particular, nuestros principales emisores de turismo, puede que sí les importe la incidencia, lo que daña nuestro negocio turístico.

Dada esta evolución la pandemia, la pregunta evidente es, ¿y ahora, qué hacemos? Desde luego, más allá de la decisión, a mi juicio correcta, de la vuelta al cole con medidas de control, similares a las del año pasado, hay que tomar muchas otras decisiones.

Las asignaturas pendientes para septiembre

1. La principal, que es global, es cómo abordar simultáneamente el fin de la pandemia en todo el planeta. Ello requiere una política que sea común, coordinada y realista y que combine la vacunación masiva con medidas de control, donde el certificado de vacunación debe jugar un papel para limitar los movimientos tanto entre países como para actos masivos dentro de cada país.

2. Se deben abaratar y generalizar los tests para evitar repuntes como el de la quinta ola. La vacunación ha quedado demostrada que es condición necesaria pero no suficiente para acabar con la pandemia

3. Hay que reactivar los mecanismos de rastreo, una vez la incidencia baje de 100 y, en particular, revisar de forma crítica la aplicación Radar-Covid.

4. Tras cumplir, con un cierto retraso, el objetivo del 70% de la población, se deben fijar nuevos objetivos. Si hemos sido un país de éxito internacional (somos ya el cuarto país del mundo, dentro de las naciones con más de un millón de habitantes, en porcentaje de la población con al menos una dosis) ha sido gracias a tener unos objetivos claros y transparentes, fácilmente comprobables. Fijarse un nuevo porcentaje de población (80-90%) sin fecha determinada no puede considerarse un objetivo.

5. Si el nivel de vacunación no retoma una cierta velocidad de crucero para cumplir el objetivo, habrá que preguntarse los motivos. Achacar todo al “veraneo” puede no ser realista. Y habrá que considerar, en una primera fase, campañas de información y concienciación. Y, si estas fracasan, plantearse medidas mas coercitivas, como la prohibición de asistir a medios de transporte público, actos masivos o centros educativos a los que opten por no vacunarse. Una decisión difícil y polémica, que habrá que tomar probablemente.

6. Hay que plantearse los acontecimientos masivos de forma coherente. No tiene sentido permitir la asistencia a los estadios de fútbol o corridas de toros y mantener el modelo híbrido (online y presencial) en las universidades.

7. Se debe tomar una decisión sobre la tercera vacuna y sobre la vacunación de los menores de 12 años. Probablemente sea más eficiente dedicar todas esas dosis a vacunar a la población de África y otros países en vías de desarrollo rezagados en el proceso de inmunización.

Espero y deseo que el balance de septiembre sea mucho mejor que el de los dos últimos meses. Nos jugamos mucho, en especial, la recuperación económica global, que debería tomar más impulso en los próximos meses, pero que necesita el control de la pandemia y la vuelta a una relativa normalidad en un periodo razonable.