La 'guerra del taxi' de 2019 podría pasar a la historia como uno de los grandes fracasos de las estrategias de comunicación y negociación corporativa. En lugar de apelar a la sociedad a través de valores como el emprendimiento a pequeña escala y el empleo de calidad, las huelgas y la hostilidad que los taxistas ejercieron hacia los conductores de VTC y sus usuarios solo sirvieron para afear el gremio y aumentar la base de clientes de empresas como Uber y Cabify.

Pero, tras estos fatídicos errores, la Federación Profesional del Taxi de Madrid acaba de dar un paso que podría revitalizar la imagen del sector y aumentar el valor añadido de sus servicios. Siguiendo el ejemplo de París (Francia), el año que viene las calles de la capital española podrían empezar a llenarse de taxis impulsados por hidrógeno verde.

Ahora que los consumidores empiezan a incorporar la sostenibilidad entre los criterios para elegir un producto o servicio, la apuesta de los taxistas madrileños por esta forma de combustible podría convertirse en su gran ventaja de competitiva frente a la excelente usabilidad de las VTC, que ha sido el lastre principal de esta tradicional industria.

Aunque las empresas como Cabify y Uber también podrían sumarse a la iniciativa, su principal enfoque hacia la sostenibilidad se ha centrado en la manida y dudosa estrategia de plantar árboles para contrarrestar sus emisiones de CO2.

Pero, dado que no existe terreno suficiente en el mundo para plantar árboles capaces de compensar toda la economía mundial basada en carbono, la transición energética de la movilidad urbana a través del hidrógeno verde se alza como una alternativa con potencial real de acercarnos al objetivo de descarbonizar el mundo y posiciona la estrategia como nuevo caballo ganador del sector.

Por si no está muy familiarizado, el hidrógeno verde es aquel que se produce mediante la electrolisis (o ruptura) de moléculas de agua en sus componentes fundamentales: oxígeno e hidrógeno, y cuya electricidad utilizada para romper dichas moléculas procede de renovables como la eólica y la solar, lo que resulta en una fuente de energía neutra en carbono desde que se produce hasta que se consume.

La transición de la movilidad urbana a través del hidrógeno verde se alza como una alternativa con potencial de acercarnos al objetivo de descarbonizar

Además, un kilogramo de hidrógeno tiene tres veces más densidad energética que la cantidad equivalente de gasolina o diésel. Y es tan versátil que podría quemarse directamente como combustible o incorporarse en pilas para hacer baterías. Gracias a estas características, distintos expertos llevan años pidiendo la creación de una nueva economía basada en este elemento, que casualmente es el más abundante del universo.

Dadas todas estas ventajas, ¿cómo es posible que el hidrógeno verde no sea el combustible estrella del mundo? Como casi todo en la vida, el problema está en el coste: en este momento producir hidrógeno verde cuesta tres veces más que tradicional el hidrógeno gris, producido a partir de metano. Afortunadamente, la historia no acaba aquí.

Aunque todavía cueste el triple que su homólogo contaminante, en los últimos 10 años, el precio del hidrógeno verde se ha reducido a la mitad. Y gracias a las economías de escala, las inversiones para I+D y mayores impuestos al carbono, esta innovadora fuente de energía podría volverse competitiva a escala industrial dentro de una década, según una reciente investigación publicada en Nature Energy.

Por eso no es de extrañar que la Unión Europea se haya propuesto el objetivo de disponer de una capacidad de 40 gigavatios de electrólisis para 2030, que los proyectos asociados al hidrógeno verde estén brotando como setas, y que la revista MIT Technology Review lo haya incluido en su selección de 10 Tecnologías Emergentes de 2021.

Así que, ante las señales cada vez más claras de que el cambio climático nos dirige hacia un desastre de proporciones bíblicas y los cada vez mayores indicios de que el hidrógeno verde tiene potencial convertirse en una de las principales fuentes de energía del futuro, el reciente movimiento de la Federación Profesional del Taxi de Madrid podría dar lugar a una nueva guerra contra las VTC que, a diferencia de la anterior, sí esté en posición de ganar y además nos ayude a proteger el planeta. ¿Dónde hay que firmar?