La pandemia ha abierto un nuevo tiempo económico en el que la "españolidad" de las grandes empresas y la protección de los sectores estratégicos van a estar presentes en todos los movimientos corporativos.

Se ha visto en el nacimiento del que ya es el primer banco en España, CaixaBank; en el paso dado por Fainé para preservar el capital español en Naturgy, y de manera implícita, en el relevo que se va a producir en Indra de forma inminente.

El Estado ha hecho valer su 18,7% en la empresa tecnológica y de defensa para abrir una nueva etapa con un nuevo perfil en la presidencia. Y al retrasar la aprobación del nombramiento, el consejo de administración de la compañía ha hecho su trabajo. Este no es otro que forzar un proceso limpio que garantice la transparencia y el equilibrio en un traspaso de poderes que tiene que acabar siendo bueno para todos los accionistas: los que forman parte de los llamados 'mercados' y los contribuyentes españoles.

Este lunes, el consejo de Indra encargó a Spencer Stuart un informe sobre el perfil de Marc Murtra que ya ha sido entregado a la comisión de Nombramientos, Retribuciones y Gobierno Corporativo.

De esta comisión forman parte los consejeros Alberto Terol, Ignacio Martín e Isabel Torremocha, además de Antonio Cuevas y Santos Martínez Conde, que están presentes como vocales.

Con este órgano se entrevistó Murtra este martes dentro del proceso de selección que tiene que pasar antes de ser nombrado presidente de Indra.

Aunque el ingeniero industrial cuenta con el aval de la SEPI -lo que prácticamente garantiza su éxito-, no ha sido el único nombre valorado por la comisión de Nombramientos estos días.

Como empresa cotizada, Indra contaba con una terna de candidatos internos en su plan de sucesión por si llegaba el momento de abordar la salida de Fernando Abril-Martorell.

Se trata de Cristina Ruiz (consejera directora general de TI), Ignacio Mataix (consejero director general de T&D) y Javier Lázaro (miembro del comité de dirección y encargado de Áreas y Mercados).

Tres ejecutivos de la casa que son bien conocidos y valorados por Antonio Cuevas -consejero dominical de la SEPI-, que considera que Murtra es la persona que debe comandar esta nueva etapa en Indra.

¿Por qué se mete el Gobierno en este lío en un momento como el actual? Lo cierto es que en la SEPI se considera que Abril-Martorell ha hecho un buen trabajo.

Llegó a Indra con una herencia financiera complicada y ha puesto en orden los números. Ha podido tener diferencias con el Ejecutivo en el volumen de despidos o en la operación planteada para que Indra comprara ITP a Rolls-Royce, pero al mismo tiempo ha contado con su apoyo para entrar en el megaproyecto del Futuro Avión de Combate Europeo (FCAS). Una decisión que generó tensiones con Francia y Alemania por los intereses de Airbus.

Y aquí es donde entra Murtra, porque el FCAS no es solo el proyecto de una empresa, sino de un país. Un ejemplo del modelo 'público-privado' del que tanto vamos a hablar en los próximos meses con la llegada de los fondos europeos.

Así que tras el empuje financiero de Abril-Martorell, la SEPI quiere dar un impulso industrial a Indra con Murtra, un ingeniero con perfil más tecnológico, que ha sido director de Red.es y ha tenido cargos importantes en el Ministerio de Industria durante gobiernos socialistas.

Si lo que se busca con Indra es un 'objetivo de país', hay que garantizar un mandato que dé claridad al mercado. Algo que facilitaría un cierto consenso

Para una segunda lectura, hay que detenerse en su buena sintonía con Salvador Illa y con Isidro Fainé, como patrono de La Caixa.

La salida de Indra de Abril-Martorell se enmarca en un 'nuevo tiempo' en el que las empresas de sectores estratégicos van a tener que aprender a conjugar los "objetivos de mercado" con los "objetivos nacionales".

Los dos intereses se han hecho valer en este proceso. Los fondos -liderados por Fidelity- se han opuesto a la sustitución de un presidente que ha sabido gestionar e impulsar la acción en Bolsa. La presidenta de la SEPI, Belén Gualda, ha seguido adelante con el nombramiento, pese a no contar con mayoría en el consejo.

Aunque Mariana Mazzucato, defensora del 'Estado emprendedor', sea ahora la economista de moda en La Moncloa, esta idea de crear 'campeones nacionales' no es nueva. Indra nació a comienzos de los años 90 por la fusión de la compañía privada Ceselsa y el grupo público Inisel. Ya entonces, la idea era contar con un gran grupo español dentro de un sector estratégico como la defensa y la tecnología, en los tiempos en los que también nació Hispasat.

Dicho esto, lo que se ha vivido en Indra en los últimos días debe abrir una reflexión en la SEPI. En primer lugar, porque el relevo en una cotizada no puede articularse con una filtración en prensa. Pero también, porque si lo que se busca con Indra es un "objetivo de país", es preciso garantizar un mandato que dé claridad al mercado. Algo que facilitaría la propuesta de un presidente elegido con un cierto consenso para blindar su hoja de ruta más allá de las próximas elecciones generales.