“El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos” (Henry Ford).

Cuando estudié Economía en la Complutense, se me quedaron grabadas algunas máximas de la carrera en la mente. Una de ellas es la que dice que el crecimiento a largo plazo depende del ahorro, la acumulación de capital y la tecnología.

La tecnología ayuda también a mantener la inflación baja, tanto por la transparencia y comparabilidad inmediata que permite internet (por ejemplo: buscando vuelos en Skyscanner o Google Flights) como por la sencillez de llevar apps en el móvil que nos permiten pedir un Uber en Madrid para ir al aeropuerto y pedir otro al llegar a Estocolmo.

No es de extrañar, por tanto, que a largo plazo y a pesar de la volatilidad, el Nasdaq sea seguramente el índice más rentable del mundo entre los grandes. En este gráfico obtenido usando la web de MarketWatch, podemos comprobar que, desde 1998, el Nasdaq ha subido el triple que el S&P 500:

En 2000, la burbuja puntocom comenzó a estallar. La carnicería duró casi tres años hasta septiembre de 2002 acumulando el Nasdaq una caída del 75%. Dicha bajada tan abultada respondía a una euforia absurda previa basada en simples promesas de futuro sin la solidez existente actualmente.

La siguiente recesión comenzó en 2008. Las acciones tecnológicas terminarían el año con una caída del 41%, su mayor bajada desde 2000. La gran crisis financiera terminó en junio de 2009 y seguiría la expansión más larga en la historia de Estados Unidos.

Lo que nos lleva a la actual recesión que comenzó en marzo, la más profunda desde la Gran Depresión. Se escuchan frases de todo tipo: "qué exuberancia", "la bolsa no para de subir", "hay desconexión entre los mercados y la economía real", "tiene que llegar un recorte brutal".

Puede que haya algo de cierto, pero la realidad es que todas las bolsas importantes del mundo están en negativo en el año. La excepción es el Nasdaq. Todas las frases anteriores se traducen en “qué rabia me da haberme perdido el rally tecnológico”, aunque los permabears seguirán estando fuera sufriendo cada día que sube el índice.

Esta tabla de Investing.com a cierre del miércoles nos muestra las rentabilidades desde principios de año:

Las pérdidas de un año no son tan relevantes desde el punto de vista financiero para un negocio estructuralmente intacto, ya que la mayor parte del valor de una empresa se retiene a largo plazo.

La tecnología se ha comportado como si la recesión nunca hubiera sucedido. La diferencia es que esta vez no se trata de una crisis estructural, sino de una crisis de “encierro”. Charlie Bilello lo resume así:

- ¿No puedes ir a las tiendas? Compra online por Amazon, eBay o Shopify.

- ¿No puedes salir de casa? Ve películas por Netflix o Apple TV+ y pide comida con Uber Eats.

- ¿No puedes ir al gimnasio? Haz ejercicio en casa con Peloton.

- ¿No puedes ir a la oficina? Ten videoconferencias con Zoom, Google Hangouts / Meet o Skype (Microsoft).

- ¿No puedes reunirte con amigos o familiares en persona? Pasa más tiempo en las redes sociales (Facebook, Snapchat, Twitter, Tencent o Spotify).

 ¿Todo esto significa que no habrá recortes en la tecnología? En absoluto, los habrá y puede que sean fuertes, aunque sea sólo por simple reversión a la media. No obstante, recientemente, cuando surgió la breve "gran rotación", los sectores más cíclicos cogieron el relevo. Sin embargo, tecnología y salud no sufrieron mucho, y en cuanto llegaron los leves rebrotes, han vuelto a servir de refugio.

Mucha gente se alarma con el PER (price-to-earnings ratio) de la tecnología. Yo prefiero fijarme en el PEG (price-to-earnings growth). Por ejemplo, prefiero una tecnológica con PER 30 pero cuyos beneficios crecen al 15% anual que una magnífica empresa value infravalorada con PER 10 pero cuyos beneficios crecen al 2% anual. Es decir, prefiero ser un “growth investor”. De hecho, Warren Buffet, creador del value investing, ya invierte en compañías como Apple, Microsoft o Amazon.

McKinsey dice que la probabilidad de éxito para un nuevo producto es del 14%. Por tanto, en lugar de jugar a adivino, prefiero invertir a través de fondos de inversión. Si además consideramos que las probabilidades de que Biden derrote a Trump son cada vez más altas, es mejor no estar tan expuesto a los gigantes tecnológicos por estar considerados semimonopolios.

Esto me lleva a que mi apuesta actual sea el fondo BGF Next Generation Technology (ha subido más del doble que el Nasdaq en su año y medio de vida), aunque también me encantan JPM US Technology y Morgan Stanley US Growth.

En general, invierte a largo plazo: en el 70% de los años, la bolsa sube. Y permanece invertido, no especules mucho porque el 80% de la subida anual se produce en el 20% de los días. Gráfico con la pirámide de rentabilidades del S&P 500 por años (fuente: New York Life):

Además, no te inquietes mucho con las caídas, las recesiones tienden a desembocar después en fuertes recuperaciones (fuente: Visual Capitalist):

Cuando hablo de la importancia de la tecnología, conviene aderezar el menú con algo de sector salud, que al fin y al cabo es innovación en un mundo cada vez más envejecido: tecnología médica, biotecnología, oncología, etc.

Quiero acabar mi columna de hoy con una famosa frase de Arthur C. Clarke: "Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia".