
Terapias y métodos obsoletos: las consecuencias de que la práctica médica dependa de guías clínicas desfasadas
Terapias y métodos obsoletos: las consecuencias de que la práctica médica dependa de guías clínicas desfasadas
"Si las guías no reflejan los últimos avances, podrían estar recomendando procedimientos que ya no son óptimos", aclaran desde la SEC.
Más información: El 85% de las guías clínicas están desactualizadas, según la Fundación IDIS
Los datos lo dejan claro: las guías clínicas no van al ritmo de la investigación médica. Como consecuencia, esto provoca que las terapias y métodos se encuentren obsoletos. Su renovación es clave para ofrecer una atención basada en nuevas evidencias, como ensayos clínicos y estudios observacionales.
En concreto, el 85% de las guías clínicas tiene más de cinco años y no se puede considerar vigente, según el último informe sobre las Guías de Práctica Clínica, publicado por la Fundación IDIS. En algunas especialidades, como Pediatría, Cardiología, Oncología, Ginecología o Alergología, no cuentan con ninguna guía publicada desde hace menos de 5 años.
Como aclara Luis Rodríguez Padial, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, la rápida evolución de la investigación médica puede dejar a menudo guías desfasadas si no se actualizan con frecuencia.
"La generación de nueva evidencia y el consenso entre expertos llevan tiempo. La interpretación de datos nuevos, especialmente cuando los resultados son contradictorios o aplicables sólo a subgrupos específicos, requiere un análisis exhaustivo que puede retrasar las actualizaciones", detalla Padial.
Por otro lado, los procesos de "peer review y aprobación añaden complejidad al asunto", aclara. En estos procedimientos, varios profesionales sanitarios examinan la calidad de la práctica médica y eficiencia desarrollada por otros compañeros.
Postura de las sociedades científicas
En la misma línea, desde la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME) se han pronunciado al respecto.
"El desarrollo de una guía clínica no es sencillo, ya que precisa de la disponibilidad de evidencia científica, y esta se produce cuando se publican estudios (aleatorizados, observacionales, metaanálisis, etc.) y no siempre se dispone de ellos en el tema abordado cuando se está elaborando el documento", determina Andrés Íñiguez, vicepresidente de FACME.

Un médico revisando unos análisis.
Según este experto, es necesario cumplir con unos estándares para elaborar dichas guías. Entre ellos se encuentran: la gestión de conflictos de intereses, la intersección entre la revisión sistemática y el desarrollo de los documentos, el establecimiento de bases de evidencia y la evaluación de la solidez de las recomendaciones.
También hay que tener en cuenta "la falta de prácticas metodológicas uniformes, la dificultad para conciliar evidencias contradictorias. Todo ello puede justificar que no se actualicen con la rapidez que pudiera ser conveniente", matiza Íñiguez.
Consecuencias
Las consecuencias de este desfase se traducen en desigualdades entre comunidades, variabilidad clínica y barreras para incorporar la innovación tecnológica.
"Si las guías no reflejan los últimos avances en determinadas terapias, podrían estar recomendando procedimientos o tratamientos que ya no son óptimos", aclara Luis Rodríguez Padial, presidente de la Sociedad Española de Cardiología.
Las decisiones de los médicos, como menciona el vicepresidente de FACME, deben basarse en el "mejor uso de la información científica disponible en cada momento para responder a las cuestiones clínicas no resueltas". Por lo tanto, si hay una caducidad en las guías, no se pueden aplicar correctamente y esto provocará una variabilidad en las actuaciones asistenciales.
"Hay que tener en cuenta que la publicación de una guía clínica (GPC) no implica su aplicación inmediata ni total en la práctica clínica. Igualmente, no acaban de ponerse en funcionamiento en un número significativo de casos, lo que limita que se quede por el camino información relevante, con el consiguiente impacto en la calidad de la asistencia", continúa Íñiguez.
Revisar con urgencia
En particular, desde la Sociedad Española de Cardiología (una de las especialidades que no cuentan con ninguna guía publicada hace menos de 5 años) demandan que se actualicen "con urgencia" las guías de las "áreas más críticas".
Entre ellas, destacarían las de insuficiencia cardiaca, prevención primaria y secundaria de eventos cardiovasculares, evaluación del dolor torácico y enfermedad coronaria crónica.
Por otro lado, este periódico se ha puesto en contacto con más sociedades científicas españolas, como la de Oncología Médica (SEOM), que han declarado que sus guías están totalmente actualizadas, al contrario de lo que se indica en el informe de la Fundación IDIS.
Otro de los puntos importantes que destaca el vicepresidente de FACME es medir el cumplimiento de las recomendaciones para mejorar los documentos. "La medida de la adherencia a las guías debe ser estructurada, sistemática y con componentes globales e individuales, con una información de los resultados para el clínico, para el paciente y para la administración sanitaria proveedora", continúa Andrés Íñiguez.
Las GPC son "una herramienta útil para homogeneizar la práctica clínica". Sin embargo, su realización y difusión no garantizan su aplicación de forma individual en cada paciente. "Existen múltiples barreras de diversa índole para su implementación práctica real que deben ser superadas", termina el líder de FACME.