Un panorama que, a priori, parece alentador para los ahorradores, que ven cómo su dinero se invierte cada vez con mejores prácticas para con el planeta y sus habitantes, pero que, sin embargo, el supervisor español de los mercados financieros cuestiona en algunos de sus puntos relevantes.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) publicó la semana pasada los resultados de la revisión de la primera fase de la implementación en los fondos y sicavs de la normativa sobre sostenibilidad, en base al reglamento europeo sobre divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (SFDR, por sus siglas en inglés). Y el organismo dio algún que otro toque de atención a las entidades.

En cuanto a los fondos del artículo 8 de la SFDR, aquellos que promueven características ASG o el segundo escalón más alto de sostenibilidad, la CNMV señala a partir de su revisión que "es deseable por parte de las gestoras un mayor nivel de precisión, claridad y concreción de las características ASG que promoverá el fondo" en cuestión.

Y en lo referente al artículo 9, aquellos fondos que tienen como objetivo inversiones sostenibles o el rango más alto de sostenibilidad, la institución que preside Rodrigo Buenaventura establece que "sería deseable un mayor nivel de concreción que identificara los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las metas de estos más relevantes en los que se desee impactar". Y añade: "También a través de qué indicadores o métricas, a la hora de seleccionar las inversiones, se van a alcanzar estas metas".

Rebajas de la etiqueta 'verde'

En su análisis, el supervisor observó que la información publicada en la web de las entidades "es mejorable", dado que sólo un 30% de las gestoras incluía toda la información en la fecha del estudio. En la mayoría de las gestoras con incidencias, faltaba información sobre la metodología utilizada y los proveedores de datos y, en ocasiones, no facilitaban información sobre las características medioambientales y sociales, así como sobre los criterios de selección de inversiones, si bien estos dos últimos aspectos se encuentran en los folletos de los fondos publicados en la web de las gestoras, puntualiza la CNMV.

Hasta 116.752 millones (casi un 36%) de los 325.286 millones de euros que a cierre de marzo gestionaban los fondos nacionales tenían la consideración de ASG, según la consultora VDOS. Esto es, un 64% aún no promueve la sostenibilidad entre sus inversiones. En todo caso, el análisis de la CNMV incide precisamente sobre la pulcritud del primer grupo, los vehículos que sí dicen ser ASG, y no sobre los que no lo son.

[Las nuevas exigencias de la UE degradan el ‘rating’ verde de 175.000 millones en fondos]

Cabe recordar que, sólo en el cuarto trimestre de 2022, el 40% de los fondos artículo 9 de la UE rebajó su etiqueta sostenible "por cautela".

En opinión de Impact Bridge, gestora española especializada en inversiones de impacto, "no significa que estas gestoras no apliquen la sostenibilidad tanto como decían, sino que, en plena revisión de la taxonomía europea, quieren esperar a ver cómo queda la foto final para ajustar correctamente su oferta comercial".

Gestoras y fondos que más crecen

En las estadísticas de VDOS destaca el avance trimestral de Kutxabank y Magallanes, cuyos fondos declarados ASG han incrementado su volumen en 598 y 177 millones de euros, respectivamente. Les siguen Abante, Fineco (también del grupo Kutxabank) y Renta 4, con 116, 103 y 80 millones.

Por productos específicos, los dos fondos supuestamente ASG que más han crecido de enero a marzo son el CaixaBank Master Renta Fija Advised By (Amundi) y el BBVA Bonos 2025 II, en 498 millones el primero y en 420 millones el segundo. Aunque ahora el ecosistema 'verde' y socialmente responsable no sea tan fiable como se presuponía.

La CNMV tampoco considera adecuado ofrecer un rating medio a nivel cartera, sino que "debería desagregarse por sectores/actividades económicas/industrias". La lupa está puesta sobre un sector en auge que ganó protagonismo con la pandemia de Covid-19 pero que se ha desacelerado a raíz de la guerra rusa en Ucrania.