La secretaria general del Tesoro, Paula Conthe, junto a la directora general del Tesoro y política financiera, Carla Díaz Álvarez de Toledo.

La secretaria general del Tesoro, Paula Conthe, junto a la directora general del Tesoro y política financiera, Carla Díaz Álvarez de Toledo. Ministerio de Economía

Mercados

Los inversores extranjeros toman el relevo del BCE y ya controlan casi la mitad de la deuda española

El Tesoro defiende que España se financia más barato que la Comisión Europea en plena polémica por los fondos UE.

Más información: El Tesoro mantiene sus necesidades de financiación en 55.000 millones en 2026

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Las claves

Los inversores extranjeros ya controlan el 48% de la deuda española, ocupando el lugar dejado por el BCE tras su retirada gradual.

La presencia de compradores internacionales es ahora más diversa, con un aumento notable de inversores nórdicos, de Oriente Medio y Asia.

Las recientes mejoras en el rating de España han permitido atraer a nuevos grupos de inversores y facilitar la financiación a mejores condiciones.

El Tesoro prevé mantener una emisión neta de 55.000 millones de euros en 2026 y asegura que la estrategia es resistente ante posibles cambios de mercado o quitas de deuda autonómica.

Desde que el Banco Central Europeo (BCE) puso fin a sus compras netas de deuda y empezó a adelgazar su balance, el apetito por la deuda española no se ha enfriado. Lejos de dejar un vacío, la retirada gradual de la institución ha abierto la puerta a otros protagonistas: los inversores extranjeros.

Fondos, aseguradoras y bancos de medio mundo han ido ocupando el espacio que deja la autoridad monetaria hasta convertir de nuevo a España en un destino codiciado para el capital internacional. Ya tienen en sus manos el 48% de la deuda española.

Esa es la fotografía que ha dibujado la secretaria general del Tesoro, Paula Conthe, al presentar la estrategia de financiación para 2026: la salida gradual del BCE está siendo absorbida “por otros inversores, especialmente extranjeros”, gracias a una base “amplia y diversificada”.

Según ha subrayado Conthe, el Tesoro ha trabajado durante años para construir una cartera “resiliente”, menos dependiente de un solo gran comprador y con capacidad para aguantar cambios de ciclo y episodios de volatilidad.

El dato que resume este giro de fondo es contundente: los inversores extranjeros han alcanzado ya el 48% del peso de la cartera de deuda, niveles similares a los de 2019.

Se trata, por tanto, de niveles de antes de la pandemia, es decir, previos a las intervenciones masivas del BCE.

En la práctica, esto significa que casi la mitad de la deuda española está hoy en manos de compradores internacionales, que han tomado el relevo del banco central sin que se haya producido un sobresalto en las emisiones del Tesoro.

Más nórdicos y de Oriente

No se trata solo de volumen, sino también de procedencia. El Tesoro destaca un “aumento de la inversión extranjera y más diversificada”, con una “mayor presencia de nórdicos y de Oriente Medio y de Asia” en las subastas y operaciones sindicadas.

Esa diversificación geográfica añade una capa extra de seguridad. La demanda no depende únicamente de los grandes centros financieros europeos tradicionales, sino que se reparte entre distintos polos de ahorro global.

El impulso del 'rating'

España llega a esta estrategia de financiación respaldada por un inusual “triplete” de mejoras de rating en 2025. S&P ha elevado la nota hasta A+, Fitch la sitúa en A y Moody’s en A3.

Así, las grandes agencias de calificación han devuelto al país al escalón A por primera vez desde la crisis financiera.

Según Conthe, esa subida “permite diversificar la base inversora” y “abre a nuevos grupos de inversores” que antes tenían vetada la compra de deuda española por criterios internos de riesgo.

Entre esos nuevos perfiles destacan precisamente algunos bancos centrales y grandes instituciones.

Mirando a 2026

De cara a 2026, el Tesoro espera que esta tendencia no sólo se mantenga, sino que se refuerce.

El organismo dependiente del Ministerio de Economía anticipa que la mejora del rating permitirá seguir “aumentando nuestra presencia” en los mercados asiático, nórdico y de Oriente Medio.

El objetivo central es consolidar una cartera cada vez más resistente a los vaivenes de tipos y a los sobresaltos del mercado.

Por ello, el Tesoro espera mantener la vida media de la deuda “en torno a los 8 años”, de forma que cada ejercicio solo sea necesario refinanciar alrededor del 13% del porfolio, lo que actúa como un escudo frente a subidas puntuales en el coste de la financiación.

El organismo también prevé que el coste de las nuevas emisiones y el coste medio de la deuda vayan convergiendo gradualmente.

En el plano más cuantitativo, el Tesoro prevé mantener para 2026 una emisión neta de 55.000 millones de euros, dentro de un programa de emisión bruta de unos 285.000 millones, elevado por el volumen de amortizaciones que vencen este año.

Ese esfuerzo se articulará mediante un calendario “muy regular y predecible”, apoyado en subastas mensuales y entre tres y cuatro sindicaciones a lo largo del ejercicio, junto con el desembolso adicional de 6.500 millones en préstamos europeos.

Como prioridades adicionales, se mantiene el impulso a los bonos verdes y a los títulos ligados a la inflación.

España, más barata que la Comisión

Por otro lado, el Tesoro sostiene que España se financia más barato que la propia Comisión Europea en determinados plazos, una afirmación sensible en pleno debate sobre la gestión de los fondos europeos.

Según ha explicado Conthe, la mejora de la economía española ha reducido “de forma significativa” la ventaja financiera que tradicionalmente ofrecían los préstamos comunitarios, hasta el punto de que “hay ciertos plazos en los que España se financia a mejores tipos que la Comisión”.

Ese cambio de escenario implica que, en algunos vencimientos, resulta más ventajoso acudir a las emisiones de deuda del propio Tesoro que a los préstamos del Plan de Recuperación, que además “ofrecen menos flexibilidad” que la financiación en mercado, según defendió la secretaria general.

De ahí que el Gobierno reivindique como “muy acertada” la decisión de no agotar desde el primer momento el volumen máximo de préstamos europeos disponibles y priorizar, en una primera fase, las transferencias a fondo perdido.

Quita de deuda

La gran operación de condonación de deuda autonómica sigue aún “pendiente de su tramitación en el Congreso” y, por ahora, apenas altera la hoja de ruta del Tesoro.

Tal y como ha explicado, “la mayor parte de la medida no impacta en la estrategia de financiación del Tesoro”, porque el diseño del programa de 2026 ya incorpora márgenes suficientes a la espera de ver “qué comunidades se adhieren y cuáles no”.

El plan de financiación se ha construido, insisten, con “enorme prudencia y flexibilidad”, sobre la base de distintos “escenarios máximos y mínimos en función de cada situación”.

Ese enfoque permite absorber el eventual efecto de la quita sin necesidad de rehacer por completo el calendario ni los volúmenes previstos de emisión.

La Sareb

Algo similar ocurre con la Sareb. La liquidación del conocido como banco malo, prevista para 2027, “está contemplada en la estrategia” del Tesoro y no supone un factor disruptivo adicional para el programa de financiación.

Los 28.000 millones de euros de deuda asociados a Sareb “consolidan en la deuda de España desde 2021” y “están incluidos en la previsión de la financiación”, de modo que su impacto ya está asumido en las cifras oficiales.