No hay nada nuevo bajo el sol. La humanidad avanza dando respuesta a necesidades específicas y optimizando, más y más, esas respuestas. Nada más… y nada menos. Del transporte en carro al ferrocarril, del ferrocarril al AVE o el tren bala y, en breve, al hyperloop. Esto es así en todas las industrias y también, por supuesto, en las finanzas y la inversión.

Hoy hablamos de la tokenización como algo novedoso y revolucionario, pero lo cierto es que comenzó hace unos 28 siglos, más o menos. Fue entonces cuando aparecieron las primeras monedas que tokenizaban el valor de los bienes (caballos, cerdos o verduras), dando respuesta a la necesidad de terminar con las limitaciones del trueque.

Alrededor de esa primera tokenización orientada al pago, nació toda una industria del ahorro e inversión de esos tokens. Y de tokenizar bienes (caballos, cerdos o verduras) a tokenizar compañías. Sí, hablo de la bolsa de valores creada hace seis siglos, más o menos.

Tendremos que esperar y ver si se estudiará este momento como el de la democratización en la inversión

Ahí siguen las monedas y ahí sigue la bolsa. Nada ha cambiado, pero nada tiene que ver. Hoy hay miles de monedas nuevas basadas en proyectos tecnológicos que no existían hace diez años, de la misma manera que se puede invertir en la bolsa 24 horas al día los siete días de la semana en acciones fraccionadas, a partir de 1 euro y desde tu smartphone a través de plataformas de inversión digital. La optimización durante estos siglos, durante la última década, durante el último año y durante los últimos 6 meses ha sido increíble.

El elemento clave es la digitalización, otro término de moda en cualquier evento de la industria, reunión de negocios o comida familiar. ¿Nuevo? En los 70, quizá sí. Hoy, ya no. ¿Revolucionario? Por su puesto, y con un potencial aún por descubrir.

Precisamente, por eso sigue y seguirá presente en esos eventos, esas reuniones y esas comidas durante bastante tiempo. Porque es el facilitador de lo que viene y lo que viene son los activos digitales. Y vienen para quedarse.

La digitalización de activos de inversión ofrece unas ventajas que no se habían explotado al máximo hasta ahora. Esas ventajas están orientadas a reducir las barreras de inversión que seguíamos sufriendo. La barrera de entrada reduciendo comisiones y haciendo rentable la inversión desde cantidades mínimas, la barrera del tiempo y horarios, al permitir la inversión 24/7; la barrera del presencialismo y el intermediario, al convertir cada smartphone en un acceso directo a los mercados; la barrera a determinados productos, a través de plataformas multiactivo que ponen a disposición del usuario cualquier cosa que tenga valor en un mismo lugar… El potencial es ilimitado y las consecuencias positivas inmediatas.

Una optimización adecuada del producto indicado en el momento justo marca la diferencia

Los principales beneficiados son… todos. La industria, inversores minoristas, institucionales, expertos y noveles. Son buenas noticias además para la educación financiera, una tarea pendiente en nuestro país (y en la mayor parte del mundo). Un ciudadano que quisiera acceder a la inversión no sólo debía formarse, entender y aprender, sino que además debía operar a través de intermediarios, pagar sus comisiones, acudir a su oficina y adaptarse a sus horarios, juntar una suma de dinero considerable...

No es motivador dedicar horas a formación en algo, si la operativa y la ejecución son tan complicadas. Bueno, todo eso se acabó y con ello las excusas para invertir.

El resultado final, y el realmente importante, de la optimización de una industria es dar acceso a ella a un grupo amplio de gente que antes no lo tenía y que incluso no era consciente de las ventajas de tenerlo. Esto nos lleva al tercer concepto de moda: la democratización de la inversión.

Algunos creemos realmente en ello y confiamos en que los activos digitales sean una palanca clave para conseguirlo. Por ahora, la realidad nos muestra que el público está interesado y empieza a comprender las ventajas. La adopción es cada vez mayor.

Lo que viene son los activos digitales. Y vienen para quedarse

Tendremos que esperar y ver cómo evoluciona. Ver si en los libros se estudiará este momento, por fin, como el de la verdadera democratización en la inversión. El momento en el que el gran público, no solo los que tienen un gran patrimonio que proteger o aquellos que trabajan en la industria y conocen sus ventajas, entró en los mercados de una forma orgánica.

Lo que parece seguro es que los activos digitales desempeñarán un papel importante y que se optimizarán una y otra vez para mejorar. No hay nada nuevo bajo el sol, pero la historia nos demuestra que una optimización adecuada del producto indicado en el momento justo marca la diferencia.

***Alejandro Zala es director de Bitpanda para España