La esperada fumata blanca finalmente surcó el cielo del Barrio Europeo en Bruselas, pero no hubo campanas al vuelo entre los inversores en bolsa. A pesar de que la Unión Europea ha logrado un acuerdo insólito para su reconstrucción económica, las manos fuertes del mercado acusan a los líderes políticos de falta de ambición. Toca seguir esperando a Hamilton.

Ninguna de las grandes gestoras de inversión duda en señalar que la Unión Europea (UE) prácticamente ha avanzado más hacia su integración en los últimos cuatro días de reuniones del Consejo Europeo que en la última década. Sin embargo, la constante negativa de los frugales a una mayor cooperación económica ha frustrado lo que algunos ya habían bautizado como un posible ‘momento hamiltoniano’.

El rechazo a los ‘coronabonos’ y otras fórmulas para la mutualización de deuda estatal ya venían diluyendo estas previsiones, pero su ausencia en el documento final ha sido la responsable de aguar la fiesta que algunos inversores se prometían para cuando los líderes europeos estrechasen sus manos. O, en este caso, chocasen sus codos. La alegría que se contagiaba en los mercados de deuda no llegaba a los de renta variable.

El hombre en los billetes de 10 dólares

“No cabe duda de que [el acuerdo] constituye un hito sumamente relevante, pero desde el prisma de los mercados, podría no ser el denominado ‘momento Hamilton’ que tantas expectativas generó”, explica Andreas Billmeier, analista en una de las filiales de la gestora estadounidense Legg Mason. “La formalización de un acuerdo constituye un logro notable, sin embargo, considero poco probable que hayamos presenciado el ‘momento Hamilton’ trascendental de Europa”, insiste Wolfgang Bauer, gestor de la británica M&G.

¿Y quién es ese Hamilton al que los grandes inversores siguen esperando? Ni más ni menos que el primer secretario del Tesoro de EEUU, cuyo rostro aparece hoy en día en los billetes de 10 dólares. Él, de nombre Alexander, fue quien logró convencer en junio de 1790 a aquella incipiente nación americana de la bondad de mutualizar la deuda de los estados y establecer los primeros impuestos federales. Merkel no ha sido capaz esta vez de hacerlo con sus colegas a esta orilla del Atlántico.

Una reunión de los países frugales durante el último Consejo Europeo. Francisco Seco Reuters

De momento, todos los pasos que se han ido dando en estos frentes han sido vacilantes y, como en esta ocasión, se han topado con la firme oposición del autodenominado club de los frugales. La victoria del Sur, coinciden todos los expertos, ha sido que estos no tendrán derecho de veto. Sin embargo, en este discurso de pulsos y equilibrios de poder es el que ha restado efectividad al acuerdo en su tirón alcista sobre las bolsas.

El economista jefe de Axa IM, Gilles Moëc, es contundente al señalar que “el acuerdo es otro signo del predominio de la naturaleza intergubernamental, más que federal, de la UE. El poder sigue en el Consejo Europeo y tanto la Comisión como el Parlamento se quedan con un papel muy secundario en el control de los fondos de rescate.

Nueva vía o salto puntual

Para el experto de la gestora francesa la pregunta clave es si este pacto es un primer paso hacia la construcción de un “presupuesto federal más adecuado”. Y él mismo se responde que no resulta tan obvio como una primera lectura podría señalar. “Es muy importante que el tabú de la mutualización de la deuda se rompa finalmente”, incide en su discurso.

El responsable de multiactivos de Janus Henderson, Paul O’Connor, reconoce que si bien el acuerdo tiene un carácter puntual, “se ha establecido un precedente importante en cuanto a la forma en que la Eurozona puede responder a los impactos económicos”. Es más, asegura no tener duda alguna sobre la “gran presión” que en adelante recibirán los países europeos “para seguir avanzando en esta dirección”.

Aquí encuentra la línea roja entre “la modesta respuesta que ha mostrado el mercado” y “un margen para una rentabilidad superior” si los mensajes esgrimidos se mantienen. De momento, considera que el punto de partida es bueno porque “Europa ha gestionado el coronavirus de forma mucho más eficaz que América”. Sin embargo, el miedo a una segunda oleada o la multiplicación de rebrotes sigue atenazando a los inversores.

Y es que esta es otra de las claves de esta crisis, donde a diferencia de las últimas a las que se ha enfrentado Europa, todavía resulta una tarea casi imposible predecir cuál será el impacto real de la pandemia en las economías de la región. “Es muy difícil poner precio a esta crisis”, señala Benjamin Melman, director global de inversiones del centenario banco suizo Edmond de Rothschild.

¿Será suficiente?

No hay que ir muy lejos a buscar ejemplos de la dificultad para saber en qué medida el plan aprobado tras cuatro días de intensas negociaciones será suficiente. El Banco Central Europeo (BCE) se vio obligado el mes pasado a incrementar el volumen disponible para su plan de emergencia de compra de deuda para poder seguir el ritmo emisor desatado por estados y corporaciones para capear esta emergencia sanitaria y económica.

En este paso al frente del BCE, se encuentra una de las claves del pacto anunciado el martes según Nicola Mai, gestor y analista de deuda soberana de Pimco, la mayor gestora global de renta fija del mundo. “El acuerdo refuerza las medidas tomadas por el BCE para apoyar a los mercados soberanos”, explica en alusión al sólido respaldo de la institución que preside la francesa Christine Lagarde.

Christine Lagarde, durante una comparecencia en la Eurocámara.

De momento, la red de seguridad tendida por la entidad central sigue siendo clave, pero Ranko Berich, director de análisis de Monex Europe, considera que Bruselas ha enviado “una señal a los mercados”, aunque todavía no ha dado el salto: “En futuras crisis, la UE puede depender menos de la heroicidad unilateral del BCE”. Pero lo cierto es que, de momento, no ha ocurrido así.

En Bank of America también hablan de una “fuerte señal política”, pero advierten de que “el riesgo periférico permanece”. Aunque los americanos ven síntomas del ‘giro hamiltoniano’ que esperaban en cuestiones como el planteamiento de impuestos comunitarios, su retraso incluso hasta el año 2023 restan fuerza a unos mercados necesitados de mensajes contundentes y de aplicación instantánea.

Esperar hasta 2021

Más tajantes son en ING al señalar sin rodeos que este “no es el fondo y el presupuesto de recuperación más efectivo posible”. Al considerar que el dinero “probablemente no llegará a la economía real mucho antes de mediados de 2021”. El mayor logro que ven desde el banco holandés está en comparar lo acordado con una Eurozona donde “hace más de un año era casi imposible el resultado de este martes”.

El discurso se repite en Goldman Sachs cuando sus analistas aseguran que “la complejidad de la estructura de gobierno [de los fondos] podría retrasar los desembolsos en el futuro”. Si bien celebran que “los líderes hayan podido llegar a un acuerdo antes de lo esperado”, pues el banco americano no veía fumata blanca hasta finales de mes, consideran que los términos del pacto son “bienvenidos pero menos ambiciosos” de lo que habían estimado.

De momento, ante la falta de visibilidad de cuál será el impacto definitivo de la pandemia en Europa, toca esperar a una vacuna que despeje estas incertidumbres. Un antídoto médico que, según el parecer de los expertos, llegará antes de que se produzca el esperado ‘momento Hamilton’ europeo a partir del cual las bolsas del Viejo Continente ya sí celebrarían acuerdos y se dolerían de desencuentros con mayor convicción y todas a una.

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