Una de las peores consecuencias que la crisis del coronavirus ha dejado para los inversores es la reducción o la cancelación total del dividendo de muchas cotizadas. La situación empezaba a amenazar a muchas estrategias basadas, precisamente, en la generosidad de las empresas con sus accionistas y el primer movimiento ha sido común de cara a la segunda mitad del año: fuera bancos de las carteras, al menos en el corto plazo.

Fuentes de la industria de gestión de activos consultadas por Invertia confirman que muchos gestores de este tipo de estrategias han optado en las últimas semanas por eliminar o reducir al mínimo su exposición bancaria, ante la evidencia de que la presión regulatoria seguirá marcando las políticas de retribución al accionista de un sector ya de por sí muy castigado por el entorno de tipos negativos.

Hasta ahora, los inversores habían encontrado en los dividendos una fórmula para compensar los desplomes bursátiles de este año. Pero eso se acabó. Al menos en el medio plazo después de que el Banco Central Europeo (BCE) recomendase a las entidades suspender, como mínimo hasta octubre de este año, los pagos al accionista, con el objetivo de destinar todo el capital disponible a dotar de liquidez a la economía.

Nueva advertencia a la banca

La presión ha aumentado después de que la Junta Europea de Riesgo Sistémico (ESRB, por sus siglas en inglés), comandada por la también presidenta del BCE, Christine Lagarde, haya publicado una nueva recomendación para que las entidades no paguen nada a sus inversores, al menos, hasta el 1 de enero de 2021.

Las fuentes consultadas explican que, ante estas perspectivas, "los gestores enfocados en buscar rentabilidad por dividendo llevan semanas rotando sus carteras desde los bancos hacia otros sectores como energéticas o telecomunicaciones”, dejando claro que “se trata de un movimiento puntual para responder a la presión regulatoria sobre el sector”.

El movimiento parece lógico. En un entorno de máxima volatilidad, las empresas que reparten dividendos han demostrado históricamente que se comportan mejor en mercados bajistas. Y la banca ha salido, de momento, de este grupo de cotizadas. Tal y como recuerda Rafael Alonso, analista de Bankinter, el índice EuroStoxx Banks pierde más de un 27% en el año, frente al 10% que se deja el EuroStoxx 50 tras rebotar un 15% en el último mes.

“Vemos este tipo de rebote como una oportunidad para reducir posiciones en el sector (bancario) debido a la elevada presión en márgenes con tipos bajos hasta 2023, un coste del riesgo al alza que implicará mayores provisiones y la baja rentabilidad”, indica el analista, recordando que la Autoridad Bancaria Europea (EBA) calcula que apenas el 60% de las entidades europeas cubre el coste del capital exigido por los inversores (pre-covid).

Defensa frente a la crisis

Esto, sumado a la presión sobre los dividendos, ha provocado los mencionados movimientos defensivos de los gestores para proteger sus estrategias de los menores ingresos que percibirán vía dividendos bancarios.

Por ejemplo, desde Bankinter reconocen que su cartera modelo de ‘Acciones Dividendo’ ha sufrido un giro radical en este sentido. La estrategia ha logrado limitar sus pérdidas desde finales de febrero al 16%. Pero solo gracias a la aportación del sector de la energía y de la salud.

“Realizamos cambios sectoriales para adaptarnos al nuevo escenario, excluimos las acciones de sectores más ligados al ciclo por el riesgo de reducciones o cancelaciones dividendos (ING, Intesa, Aena, Galp y Lar) y, en su lugar, incluimos más acciones del sector salud (Bayer) y eléctrico (Endesa, REN y EDP)”, explican, además de otras ya presentes en cartera como Iberdrola, Enel y E-on”.

Según recuerdan desde la firma, la rentabilidad por dividendo, por ejemplo de Endesa, es del 7% en 2020. Estos gestores también han incluido a Telefónica en esta selección de ‘Acciones Dividendo’, con una rentabilidad por dividendo del 8,6%. “En el contexto actual Telefónica ha declarado que se focalizará en la gestión del cash flow libre para preservar el pago del dividendo, mediante la probable reducción de inversiones". La operadora confirmó el martes que este año distribuirá este año 2.000 millones de euros entre sus accionistas.

Apuesta energética

El mismo mensaje lanzan desde la gestora de fondos del BBVA a través de la última ficha mensual de su estrategia BBVA Bolsa Plan Dividendo Europa. A cierre de abril, la firma también realizó “cambios para mitigar el riesgo de rebajas o cancelaciones de los dividendos”.

Los gestores del fondo insisten en que la cartera está muy diversificada sectorialmente y que “la exposición a bancos tiene un peso marginal”. Sin embargo, sí acumulan posiciones significativas en otras financieras como el sector asegurador. La energía también ha ganado peso en las últimas semanas en la estrategia.

Menos optimistas son los gestores del fondo CaixaBank Bolsa Dividendo Europa, que invierte en compañías europeas con alta rentabilidad por dividendo teniendo en cuenta, además, la sostenibilidad y el crecimiento de los mismos.

“Una de las consecuencias de la crisis ha sido el impacto en las políticas de remuneración al accionista y, recientemente, el fondo ha desplazado su interés hacia compañías con, quizá, una menor rentabilidad por dividendo, pero con una mayor capacidad de defenderlo en el momento del ciclo”, explican. Iberdrola, ACS, Repsol y Telefónica copaba su inversión en bolsa española por este criterio.

En Europa, Intesa Sanpaolo es el único banco que aparece en el detalle de su última ficha mensual, después de haber eliminado por completo su exposición a NN Group a cierre de marzo. 

Los expertos insisten en que estos movimientos de salida de los bancos en las estrategias por dividendo son de carácter puntual y recuerdan que lo importante es buscar sectores capaces de mantener pagos en tiempos de crisis, aunque sean inferiores al de otras industrias. “La rentabilidad por dividendo sigue siendo muy atractiva frente a otras fuentes de rentas tradicionales como la renta fija o las imposiciones a plazo”, indican. Solo hay que tener asegurarse de que sean sostenibles en el tiempo.

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