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Mercados

La recuperación cumple cinco años en España... y encara su moderación : «¿Ya? ¡Pero si no ha dado tiempo a crecer!»

Puede que cueste creerlo. Pero la economía española lleva ya cinco años creciendo. Seguidos. Sin parar. Aunque tal vez cueste más creer que el motor de la recuperación está bajando ya sus revoluciones, cuando muchos ni siquiera han percibido la mejoría.

30 septiembre, 2018 04:00

Último trimestre de 2013. La economía española, por fin, creció. Entre octubre y diciembre se expandió un 0,3% con respecto a los tres meses anteriores. Cortaba así una desagradable secuencia de 11 trimestres consecutivos de contracción. O, si se prefiere, de 17 trimestres de tasas negativas de los 21 vividos desde que el mundo implosionó en el tercer trimestre de 2008. Aquel final de 2013 encendió una luz que cinco años después no se ha apagado. España cierra en septiembre su quinto año consecutivo de expansión, 20 trimestres seguidos en los que la economía ha podido cerrar algunas, que no todas, de las duras y dolorosas heridas provocadas por la peor crisis de las últimas décadas.

La gravedad de sus consecuencias, con un paro que llegó a rozar el 27% en 2013 y con un Producto Interior Bruto (PIB) que se redujo en un 8% entre 2008 y 2013, está marcando la recuperación posterior. ¿La crisis no fue normal y eso se está notando en la recuperación, que tampoco es habitual y está exigiendo más tiempo para extenderse¿, afirma María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas.

Esta impresión queda constatada por los datos. Entre los grandes, esos que conforman la denominada macroeconomía, el Producto Interior Bruto (PIB) ya ha superado los niveles anteriores a la crisis. Si en 2008 alcanzó los 1,116 billones de euros, en 2016 llegó hasta los 1,118 billones y en 2017, hasta los 1,163 billones, un 13% por encima de los 1,025 billones a los que llegó a caer en 2013.

El paro, en cambio, sigue lejos del 8% al que llegó a caer en 2007. Tras cinco años de crecimiento, todo lo que se ha conseguido ha sido rebajarlo desde las cotas superiores al 25% de finales de 2013 al 15,3% actual, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). El número de ocupados alcanza ahora los 19,3 millones de personas, lejos de los 20,7 millones de finales de 2007, pero más de dos millones por encima de los existentes cuando acabó 2013. Y lo mismo ocurre con el número de parados: los 3,5 millones actuales empeoran los 1,8 millones de 2007, pero mejoran los casi 6 millones de finales de 2013.

LO MEJOR¿

Estas cifras evidencian que España tocó fondo hace cinco años. Y que desde entonces se adentró en una senda de recuperación que ha contado con unos ya famosos vientos de cola a favor.

En especial, tres. En primer lugar, la caída del petróleo. El barril Brent, de referencia en Europa, que hasta mediados de 2014 se mantuvo por encima de los 100 dólares, ha promediado desde entonces un precio de 59 dólares, con periodos en los que ha cotizado por debajo de los 40. En segundo lugar, los bajos tipos de interés, con los oficiales en el mínimo histórico del 0% desde marzo de 2016 y con el euríbor a 12 meses, clave para las hipotecas a tipo variable, por debajo del 0% desde febrero de ese mismo año. Y por último, el euro, que entre 2011 y 2014 marcó un cambio medio de 1,30 dólares, que luego ha bajado a los 1,15 dólares desde entonces.

Estos aliados han permitido que, una vez más, la economía española haya demostrado ¿ser muy agradecida¿, como subraya el economista José Carlos Díez en su último libro, `De la indignación a la esperanza¿. Es decir, en cuanto goza de unas condiciones favorables "demuestra un elevado potencial de crecimiento".

Sobre esta base, España ha protagonizado fundamentalmente dos logros principales en su retorno al crecimiento de los cinco últimos años. El primero, la contribución positiva del sector exportador. La economía y las empresas españolas han encontrado en las exportaciones una auténtica tabla no sólo de salvación, sino de crecimiento. En 2008, las exportaciones españolas no llegaban a los 300.000 millones de euros, equivalentes al 25% del PIB; cinco años después, alcanzaban ya los 330.000 millones, el 32% del PIB; y en 2017 se estiraron hasta los 400.000 millones, un 34% del PIB.

La segunda gran novedad consiste en que España ha sido capaz de volver a crecer, y hacerlo a ritmos superiores al 3%, sin endeudarse con el exterior. Por primera vez en su historia reciente, la economía española ha generado capacidad de financiación durante varios años consecutivos. Lo lleva haciendo seis años, desde 2012, y representado un cambio de registro clave para una economía que tenía una clara propensión a necesitar el ahorro exterior para crecer. De hecho, y pese a la mejoría de los últimos años, el endeudamiento exterior neto de España aún supera el 80% del PIB. ¿España ha logrado crecer sin endeudarse con el exterior y con los agentes privados reduciendo su deuda¿, subraya María Jesús Fernández como uno de los grandes hitos del actual ciclo. ¿Es algo inaudito para la economía española¿, confirma el economista Javier Santacruz.

También llama la atención que la recuperación, que en 2015, 2016 y 2017 ha arrojado tasas de crecimiento superiores al 3%, no haya venido acompañada de un incremento de la inflación. Desde octubre de 2013, la inflación acumulada apenas ha sido del 2,5%, puesto que desde el inicio de la recuperación hasta finales de 2016 vivió muchos por debajo del 0% o muy poco por encima de esta cota.

¿LO PEOR¿

Pero la recuperación tiene sus puntos débiles. Además de la ya mencionada alta tasa de paro que aún se arrastra, entre los expertos el diagnóstico es evidente: la peor parte de lo visto en el último lustro corresponde a las finanzas públicas. ¿El déficit estructural y la elevada deuda pública representan una vulnerabilidad muy grande de la economía española¿, apunta María Jesús Fernández.

España acumula una larga década de déficits públicos superiores al 3%, lo que le está suponiendo estar bajo la vigilancia de Bruselas. Este año, por fin, se situará bajo ese umbral, aunque por poco, porque se espera un desequilibrio fiscal del 2,8%. Y esa acumulación de desequilibrios ha provocado que el volumen de deuda pública, inferior a los 400.000 millones de euros antes de la crisis -menos del 40% del PIB-, haya engordado hasta los 1,16 billones, equivalente al 98% del PIB.

¿Los limitados avances registrados hasta el momento en el necesario proceso de corrección del elevado endeudamiento público continúan representando un elemento relevante de vulnerabilidad¿, ha ratificado esta semana el Banco de España (BdE). ¿Esta situación representa una novedad con respecto a situaciones y recuperaciones anteriores¿, coincide Santacruz. ¿Sorprende que no se haya aprovechado el crecimiento de los últimos años y las favorables condiciones de financiación, con los tipos de interés en mínimos históricos, para reducir esa deuda¿, añade.

¿Y LOS SALARIOS

Aunque, sobre todo, en la recuperación hay una pieza que se echa en falta, y que es la que provoca que gran parte de la sociedad no haya percibido que España lleva cinco años creciendo. Se trata de los salarios.

Tomando el PIB a través de la distribución de las rentas, la remuneración de los asalariados ha perdido un peso considerable. En 2008 representaba el 50% del PIB, con un 559.777 millones de euros; a finales de 2013 su proporción había caído al 47,3%, con un volumen de 485.315 millones; y a finales de 2017, con 547.311 millones no sólo seguía por debajo de los registros totales de 2008, sino que su peso había descendido al 47% del PIB. Como pretexto, uno conocido, la baja productividad de la economía española. Y un riesgo: el de que de la devaluación salarial aplicada durante la crisis, como sustitutivo a una devaluación cambiaria que dentro del euro ya no se podría hacer, se cronifique en un contexto en el que abundan los parados de baja cualificación. Entre las personas sin estudios, el paro llega al 43,7% y alcanza el 27,7% entre quienes solo tienen educación primaria.

La recuperación, por tanto, ha pasado de puntillas por los salarios. Y ahí estriba buena parte del motivo por el que una parte considerable de la población, o bien todavía no ha percibido la recuperación o bien si lo ha hecho considera que apenas se ha notado. ¿Los salarios son la causa de que la recuperación le parezca algo ajeno a mucha gente¿, confirma Santacruz. ¿También será la primera vez que agotamos la fase más intensa de un ciclo expansivo con un crecimiento tan reducido de los salarios¿, añade.

ENTRANDO EN FASE DE DESCENSO

Porque ahí radica otro aspecto clave. Tras esos 20 trimestres de crecimiento, el motor de la recuperación ya está bajando de revoluciones. Adiós al 3%; hola al 2%.

Esta semana ha habido ración doble de realidad en este sentido. El martes, el BdE rebajó su proyección de crecimiento del 2,7% al 2,6% en 2018, del 2,4% al 2,2% en 2019 y del 2,1% al 2% en 2020. Un menor crecimiento que redundará en una reducción más lenta del desempleo. El Banco de España prevé que terminará 2020 en el 11,9%, cuando a finales de 2017 lo situaba para entonces en el 10,7%. Y el viernes, el INE confirmó que la economía creció entre abril y junio un 0,6% con respecto al trimestre anterior y un 2,5% con respecto al mismo periodo del año anterior, el ritmo más reducido desde 2014 ¿ver gráfico del INE-.

Esta moderación estaba prevista porque los vientos de cola ya no soplan tan a favor, con el petróleo de vuelta a los 80 dólares, el euro apreciándose con fuerza contra varias divisas emergentes y el BCE reduciendo sus estímulos y anticipando las primeras subidas de los tipos para 2019. Pero hay otras causas más imprevistas, las correspondientes a las turbulencias de los mercados emergentes o a las tensiones comerciales y el impacto que pueden provocar en el comercio mundial.

Como resultado de todo ello, dos de los motores del crecimiento de los últimos años, el consumo privado y las exportaciones, ya están enviando señales cada vez más claras de que se están frenando. Y sin que se atisben sustitutivos claros, la moderación del crecimiento resulta inevitable.

El problema reside en cómo encaja esta ralentización, prevista e incluso lógica, en aquellos ciudadanos que han quedado fuera de la recuperación o apenas la han sentido. Pueden sentir frustración, pero también que no entienden nada. Lo expone de manera gráfica Javier Santacruz: ¿Tras una crisis tan fuerte, no es fácil notar la recuperación o los efectos pueden retrasarse. Y claro, ahora que el crecimiento se está moderando la gente puede decir: `¿Cómo? ¿Ya nos frenamos? ¡Pero si apenas ha dado tiempo a crecer!¿¿.

- El BdE constata que el crecimiento se frena en un contexto de "incertidumbre" sobre la política económica

- El crecimiento se frena al 2,5%, el ritmo más bajo desde finales de 2014