Fachada de un establecimiento Mediamarkt.

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Observatorio de la Energía

La UE extiende la tasa de carbono en frontera a lavadoras o puertas de coches para evitar deslocalizaciones

Bruselas crea un fondo temporal de dos años para compensar a los productores europeos más expuestos a los riesgos de fuga de carbono.

Más información: La UE aprueba crear una tasa al CO2 en frontera para evitar las deslocalizaciones de la industria comunitaria

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Las claves

La Unión Europea ampliará la tasa de carbono en frontera (CBAM) a productos transformados como lavadoras, puertas de coches y cables metálicos.

El objetivo es evitar que importadores eludan el gravamen estableciendo fábricas en países con normas medioambientales menos estrictas.

La medida afectará a 180 productos intensivos en acero y aluminio, cubriendo el 99% de las emisiones importadas, aunque la mayoría de pymes y particulares quedarán exentos.

Se prevé un impacto más visible en el sector de materiales de construcción, y se implementará un mecanismo temporal de apoyo para los productores europeos más expuestos al riesgo de deslocalización.

La Unión Europea extenderá su tasa de carbono en frontera (CBAM, por sus siglas en inglés) -que en la actualidad solo se aplica a un número limitado de materiales básicos: aluminio, cemento, electricidad, fertilizantes, hidrógeno, hierro y acero- también a productos transformados como puertas de coche, lavadoras o cables metálicos.

El objetivo de la reforma, anunciada este miércoles, es evitar que los importadores establezcan instalaciones en Turquía u otros países vecinos para transformar materiales sujetos a la CBAM en productos acabados antes de introducirlos en la UE, con el fin de eludir el gravamen.

Europa es la primera región del mundo que ha aprobado una tasa de carbono en frontera, que constituye una de las piezas centrales de su estrategia para combatir el cambio climático. Una iniciativa que afecta en particular a países como China o India, que denuncian que se trata de una iniciativa proteccionista. 

El objetivo de Bruselas es evitar la deslocalización de empresas europeas -que tienen que pagar por sus emisiones en el mercado europeo de CO2- a países con reglas medioambientales menos exigentes. Tras dos años de prueba, los importadores tendrán que empezar a pagar la tasa a partir del 1 de enero de 2026.

Precisamente, la UE aprobó el pasado junio simplificar la CBAM mediante la introducción de un nuevo umbral de exención de 50 toneladas por importador y año. Eso significa que la mayoría de pymes y los particulares se librarán de la tasa, que sin embargo seguirá cubriendo el 99% de las emisiones de mercancías importadas, según Bruselas.

La reforma de este viernes pretende cerrar las últimas lagunas detectadas en el reglamento con el fin de impedir la elusión del gravamen. En primer lugar, Bruselas amplía el alcance de la CBAM para incluir 180 productos intensivos en acero y aluminio, con el fin de evitar que su fabricación se desplace a países con políticas climáticas más débiles.

La gran mayoría (94%) son materiales de la cadena de suministro industrial utilizados en maquinaria pesada y equipos especializados, como cables, cilindros, radiadores industriales o máquinas para fundición.

Pero también se incluye una pequeña proporción de productos domésticos, como lavadoras (que consisten en un 60% de acero, 5% de aluminio y 5% de cemento).

Bruselas sostiene que el efecto sobre los precios al consumidor será muy reducido, dado que la mayoría de estos bienes no llegan directamente al comprador final, sino que se integran como componentes intermedios en otros productos. Donde sí se prevé un impacto más visible es en el sector de los materiales de construcción.

En paralelo, el Ejecutivo comunitario ha anunciado la puesta en marcha de un mecanismo de apoyo temporal de dos años para los productores más expuestos al riesgo de fuga de carbono, que se financiará en parte con los propios ingresos generados por la CBAM.

La iniciativa busca compensar la pérdida de competitividad en los mercados de terceros países, donde los productos europeos podrían verse desplazados por alternativas más baratas y con mayores emisiones, lo que podría acabar aumentando las emisiones globales.

"Esta reforma ofrece a nuestras industrias la posibilidad de reforzar su posición en Europa y en el extranjero. Pondrá fin a la injusticia frente a sus competidores extranjeros. Es una buena reforma, esperada por numerosos sectores", ha asegurado el vicepresidente de la Comisión responsable de Industria, Stéphane Séjourné