Publicada

Primero aranceles del 20%. Luego del 200%. Y ahora del 30%. Estas han sido grosso modo las amenazas que Donald Trump ha lanzado sobre productos de Europa entre los que se encuentra el vino. Unas amenazas que para muchas bodegas son un globo sonda que usa para seguir negociando, lo que no quita que muchas hayan adelantado pedidos por si acaso.

“Tras las amenazas constantes, el miedo se ha reducido mucho y el sector entiende que es una negociación y lo lógico es que lleguen a un acuerdo”, señala Richi Arambarri, CEO de Vintae (López de Haro o Matsu).

De hecho, el joven bodeguero explica a este periódico que el sentir general en el sector es que “tenemos serias dudas de que se vayan a aplicar los aranceles”. Actualmente, EEUU ya aplica un 10% de arancel al vino y otros productos fruto de esta guerra comercial.

Percepción parecida es la que realizan desde otro grupo riojano. “La valoración es mala”, asegura a este periódico Jorge Rivero, director comercial de Marqués de Atrio, quien reconoce que igual “es un globo sonda para negociar o no” porque con Donald Trump “nunca se sabe”.

Por lo que esa incertidumbre sigue siendo peligrosa para un sector que vuelve a mirar al calendario, concretamente al 1 de agosto, para saber si los aranceles del 30% se hacen realidad o, como anteriormente, se produce una nueva prórroga.

“Al final es más incertidumbre, más inflación y más dificultad para potenciar los productos porque pierdes competitividad respecto a otros países”, comenta.

De hecho, en el primer semestre del año la compañía reconoce una caída de ventas de doble dígito en EEUU debido a la incertidumbre.

¿Adelantar pedidos?

A pesar de que los temores son menores, las bodegas se quieren curar en salud. Marqués de Atrio, que cuenta con oficina en Miami (EEUU), analiza qué hacer durante este tiempo.

“Veremos en estos 15 días qué decisión se toma, pero ya con el equipo de América y con los distribuidores estamos hablando para ver si aceleramos alguna carga”, avanzan desde la bodega de La Rioja.

El problema es que no saben si en estos 15 días dará tiempo a enviar un mayor cargamento ya que el vino se transporta en barco y suele tardar en llegar -con trámites de aduanas incluidos- entre dos y tres semanas.

Cada contenedor de vino contiene en torno a 20.000 botellas, según datos de la bodega que se juega el 6% de sus ventas en el mercado estadounidense.

En el caso de Vintae, el grupo puso en marcha un plan de aprovisionamiento de vino con sus importadores en EEUU que ha reforzado con la última amenaza. “Lo que vamos a hacer es tratar de seguir con la misma política de aprovisionar lo máximo posible”, señala.

Eso ha hecho que estén cubiertos para lo que resta de año. “Nos hemos preocupado de que el mercado esté aprovisionado para todo el año 2025”, señala. Ya en otoño empezarán a reaprovisionar para 2026. Para entonces puede que ya haya acuerdo entre EEUU y la UE o no.

Otra de las estrategias es la diversificación del mercado. Es decir, buscar otros países a los que exportar. Marqués de Atrio, por ejemplo, mira a México o Canadá.

De hecho, avanza que podrían trasladar la oficina de Miami al país del tequila si finalmente la amenaza se cumple.

Preocupación en la patronal

Desde la Federación Española del Vino (FEV) las sensaciones son más catastrofistas. “Un incremento de arancel de hasta el 30% directamente es un disparate que nos echa del mercado. Es insostenible”, señala su director general, José Luis Benítez.

Desde la federación creen que “las bodegas sin duda se verían abocadas a perder muchas de sus ventas en un país que es de tremenda importancia”.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, bebiendo una copa de vino tinto en una imagen de archivo. Reuters.

Benítez ha recordado que los datos de abril ya muestran una caída del 20% en las exportaciones de vino español a EEUU con respecto al mismo año anterior.

De hecho, hay una mayor preocupación de la que alertaban hace unos días: la posible exclusión del vino y los vinos aromatizados del acuerdo comercial que la Unión Europea está negociando actualmente con el gobierno estadounidense.

Benítez ha pedido a las autoridades nacionales que redoblen sus esfuerzos en Bruselas para asegurar que la Comisión no excluya al vino de la negociación.

Según datos de la FEV, EEUU es el segundo mayor destino de exportación en general y el primero en el caso de los vinos espumosos, representando alrededor de un 13% de las ventas externas totales. En 2024 se exportaron 97 millones de litros por un valor de alrededor de 390 millones de euros.