Un joven trabajando de ferrallista en una obra.

Un joven trabajando de ferrallista en una obra.

Construcción e Infraestructuras

¿Por qué los jóvenes reniegan del 'tajo'? El drama de la construcción para seducir a las nuevas generaciones

La llegada de los fondos de la UE dará un impulso al sector pero los menores de 25 años se decantan por otros trabajos.

1 agosto, 2021 03:03

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Érase una vez un pueblo de Castilla-La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, en el que la mayoría de sus jóvenes decidieron dejar los estudios. Ocurrió durante el boom inmobiliario. En el ‘tajo’ se ganaba bastante dinero, aunque hubiera que echar horas y horas. El BMW de turno valía el esfuerzo. Pero, con la crisis del ladrillo de 2008, tuvieron que aparcar su elevado nivel de vida. No les quedó otra, a una buena parte, que reciclarse en otros sectores.

Han pasado los años. Y la construcción está a las puertas de otro despegue. La alta demanda que se espera en rehabilitación de viviendas y obra nueva sostenible gracias a la llegada de los fondos europeos impulsará el sector. Pero, al contrario de lo que sucedió en el pasado, apenas hay jóvenes que quieran trabajar.

“Tenemos que hacer un ejercicio de autocrítica y replantearnos por qué no somos atractivos”, aseguró a Invertia Federico Ávila, presidente de Lantania. El dato es desalentador: en la actualidad, los menores de 25 años apenas representan el 10% del total de trabajadores. Lo preocupante es que esa cifra se va desinflando, como un globo pinchado, y en el momento en que más se necesitan. Porque, según la Confederación Nacional de la Construcción, son necesarios 800.000 trabajadores para llevar a buen puerto los fondos de la UE: 7.000 millones.

¿Cuestión de sueldos?

El problema no se da sólo en la rehabilitación y la vivienda residencial. La obra pública no es ajena a este cáncer. ¿Es cuestión de dinero? Si nos trasladamos al año 2005, según la encuesta anual de estructura salarial del Instituto Nacional de Estadística, la ganancia anual media por trabajador fue de 18.676,92 euros.

Quienes más ganaban eran los que ejercían su labor en la industria (21.998,40 euros). A continuación, el sector servicios (18.071,07 euros). Y, después, la construcción (17.568,66 euros). “Había meses que me acercaba a los 30.000 euros”, apunta uno de esos jóvenes que acabó por irse a trabajar a Ibiza, los meses de verano, al sector de la hostelería.

Dando el salto hasta 2019, esa misma encuesta del INE ha ampliado el baremo de profesiones analizadas. Así, ya no habla de industria, servicios y construcción, sino que abarca suministro de energía, educación, industria manufacturera, administración pública, actividades sanitarias… así, hasta 18. Pues bien, la construcción ocupa el puesto 13. Por detrás sólo tiene comercio, actividades artísticas, actividades administrativas, otros servicios y hostelería.

Traducido a euros, y como no podía ser menos, en la construcción se cobra por término medio más que en 2005. En concreto, 22.789,30 euros anuales. Pero bastante menos que suministro de energía (52.162,53 euros), actividades financieras (44.302,71 euros), e información y comunicaciones (34.641,28 euros). Son los tres campos que ocupan lo más alto del podio. Y ahí están algunos de esos jóvenes que el mundo del ladrillo echa en falta.

Claro está que estamos hablando de salarios medios. Luego en cada actividad hay diferentes categorías. Pero no deja de ser significativo el puesto que ocupa la construcción. Un sector donde el contrato fijo no está tan a la orden del día como en otros. Además, los padres prefieren que sus hijos no sigan sus pasos.

Con este panorama, sacar partido a esos 7.000 millones procedentes de la UE se antoja harto complicado. ¿Qué es lo que falta? De todo. Desde encofradores, ferrallistas carpinteros, alicatadores, fontaneros, gruistas… Puestos de trabajo clásicos, por definirlos de alguna manera. Pero también otros más acordes con los nuevos tiempos. No se trata solo de coger la carretilla. Usar la tecnología digital va a ser el pan nuestro de cada día de las constructoras.

Tecnología y formación

Los proyectos que se están levantando, y los que vendrán en el futuro, tendrán como sello identificador la eficiencia energética. Por lo que habrá que contar con mano de obra cualificada. Las grandes constructoras, por ejemplo, están apostando fuerte por la tecnología digital. No sólo buscan mayor eficiencia, también ahorro de costes y un trampolín para dar el salto o afianzar su presencia en el exterior.

Expertos en BIM (Building Information Modeling) ya forman parte de sus plantillas. Pero su implantación en España es relativamente baja, alrededor del 31%. Se trata de una metodología que centra toda la información de un proyecto en un modelo de información digital 3D. A modo de ejemplo, se está utilizando en la remodelación del Santiago Bernabéu. Acciona y Ferrovial, por otra parte, están probando con el blockchain. Términos que deberían ser atractivos para jóvenes que recelan de la carretilla.

Tanto interés tienen estas empresas en captar a personal capacitado en la tecnología BIM que Hochtief, la filial de ACS, tiene acuerdos con diferentes universidades alemanas para formar a jóvenes.

Este es otro punto relevante para echar la caña entre la población juvenil. Hay que invertir en la construcción 4.0, es decir, en formación. A todos los niveles. Potenciar la relación entre universidad y empresa. O entre formación profesional y empresa. En la última década, el dato es aterrador: el número de alumnos que cursan estudios de FP, en la rama de construcción u obra civil, ha caído un 50%. Y esto sucede en un momento en el que el paro juvenil llega al 40%.

Sin embargo, el número de trabajadores afiliados al régimen general del sector de la construcción aumentó un 8,1% en junio respecto al mismo mes del pasado año. En el caso de los autónomos, el incremento fue del 3,2%. Son datos del Observatorio Industrial de la Construcción.

De enero a junio, se han firmado 572.857 contratos. Un 2,9% más respecto al mismo periodo del 2020. Por desgracia, la estadística no recoge cuántos eran menores de 25 años. Como popularmente se suele decir, los menos.