Logo de UBS en la pantalla de un móvil sobre el de Credit Suisse bajo cristales rotos.

Logo de UBS en la pantalla de un móvil sobre el de Credit Suisse bajo cristales rotos. Reuters

Banca

Credit Suisse reaviva la pesadilla de la crisis de 2008: negociaciones contrarreloj con UBS para evitar su caída

Las autoridades decidieron crear un sistema de 'autosalvación' para los bancos tras la pasada crisis financiera.

19 marzo, 2023 02:24

Credit Suisse vive lo que parecen ser sus últimas horas como entidad independiente mientras crece el nerviosismo en Europa al recordar la última vez que desaparecieron grandes bancos víctimas de la fuga de depósitos. Unas horas que van a ser cruciales para determinar cuál será el futuro de los activos de la entidad suiza, por la que el mayor postor parece ser, al menos por el momento, UBS

Los hechos se han precipitado en los últimos días. Credit Suisse, una entidad que arrastra años de pérdidas millonarias, malas decisiones de inversión, cambios directivos e, incluso, espionaje a empleados, nunca ha visto su final tan cerca.

La publicación el pasado miércoles de sus últimas cuentas, las relativas al ejercicio 2022, en las que reconocía sus debilidades, y la declaración ese mismo día de su principal accionista sobre que no podrá -por motivos regulatorios- inyectarle más capital han hecho a toda Europa temblar sobre la posibilidad de que un banco con importancia sistémica mundial pueda caer, algo que no ocurría desde la fatídica pasada crisis financiera. Las milmillonarias pérdidas de valor que están sufriendo los bancos en bolsa dan buena cuenta de ello

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Ahora el banco está en manos del que se postule como mejor postor. Y, al menos de momento, parece que será UBS. Las autoridades suizas apuestan por que la entidad se quede con Credit Suisse y evite un proceso de resolución, el cual también acabaría con una subasta. Por el momento, UBS tiene la sartén por el mango y, en este momento, el Gobierno suizo estudia ya medidass extraordinarias para que se logre el acuerdo finalAlgo que podría traducirse en que UBS querría que el Estado ofrezca coberturas ante ciertas pérdidas y, sobre todo, ante posibles reclamaciones legales.

Un esquema que recuerda demasiado al que se aplicó con algunas antiguas cajas españolas en la pasada crisis. BBVA y Sabadell aceptaron hacerse cargo de Unnim y la CAM, respectivamente, a cambio de contar con los llamados Esquemas de Protección de Activos (EPA), mediante los cuales obtenían un derecho de cobertura por las futuras pérdidas que registraran por los activos de estas dos cajas quebradas.

Esquemas de resolución

Aunque no se ha hecho público el estado actual de las cuentas del banco suizo, el elevadísimo importe de la línea de liquidez que el banco central puso a su disposición -50.000 millones de francos suizos (unos 50.500 millones de euros)- da una idea sobre la situación real de la entidad. Y no parece muy buena.

Es por eso por lo que si UBS no llega finalmente a un acuerdo con las autoridades para quedarse Credit Suisse en este punto del proceso y estas no encontraran otro interesado, a la luz de los hechos se verían obligados a resolver el banco. Un proceso que correría a cargo de la Autoridad Supervisora del Mercado Financiero de Suiza (FINMA).

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Estos mecanismos de resolución operan en la zona euro, en Estados Unidos y también en Suiza, entre otros mercados, y están diseñados para disolver un banco con las mínimas pérdidas posibles para acreedores y depositantes (no así para los accionistas y los tenedores de deuda, que son los que deben hacerse cargo). Este esquema está creado, precisamente, para que hasta los bancos más grandes se puedan liquidar sin pérdidas para el erario público.

Algo muy relevante teniendo en cuenta que Credit Suisse es una Entidad de Importancia Sistémica Mundial (EISM), es decir, que es tan grande que su quiebra podría tener un impacto negativo a nivel mundial, no solo en Suiza, por su presencia e interconexiones con otros países.

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Los esquemas de resolución se crearon al albur de la pasada crisis financiera con el objetivo de que las futuras caídas de bancos, por muy grandes que fueran, no generaran de nuevo pérdidas públicas. Fueron acompañados de la puesta en funcionamiento de una gran cantidad de regulación y de los famosos requerimientos de capital de la banca.

Y es que tras la pasada crisis las autoridades internacionales crearon un sistema de 'autosalvación' para los bancos que se basa en su capital. Si entonces se pusieron en marcha esquemas de 'bail out' (rescate público), ahora se busca aplicar el 'bail in' (asumir las propias pérdidas), que se apuntala en el hecho de que los bancos dispongan de capital suficiente para asumir sus pérdidas en caso de quiebra.

Una sede de Credit Suisse.

Una sede de Credit Suisse. Reuters.

Es por eso por lo que, con el objetivo de ser 'bailinables', están obligados a emitir cada año un nivel de deuda suficiente que se pueda amortizar en el caso de que se produzca una quiebra. Esta deuda, que ofrece mucha rentabilidad, ejerce de escudo, por lo que sus dueños se arriesgan a perderlo todo si al banco le va mal.

Yendo a los tecnicismos y siguiendo el esquema que impera en la zona euro, en ese escudo hay diferentes niveles, de forma que empezarían a asumir pérdidas los instrumentos de capital (los accionistas, pues serían las reservas, el capital y los AT1 y T2).

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Después, se continúa con el mismo orden que en la liquidación concursal, es decir, con la deuda subordinada, la deuda senior no preferente y los acreedores ordinarios (son la deuda senior, los depósitos no asegurados de empresas por encima de los 100.000 euros y el resto de acreedores ordinarios).

Solamente en el último caso se amortizarían los depósitos de pymes y particulares que estén por encima de los 100.000 euros, pues los que estén por debajo no se perderían, dado que están automáticamente garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos. 

Bandera de la UE.

Bandera de la UE. Flickr.

Unas pérdidas que, en todo caso, se evitarían si otra entidad decide quedarse con el banco quebrado tras un proceso de subasta. El ejemplo más sencillo es el del único banco de la zona euro que ha sido sometido a una resolución, Popular, que tras el procedimiento fue subastado y comprado por Santander al precio de un euro. Fue el umbral mínimo que dispuso el FROB y también la oferta más alta.

Este proceso de resolución garantiza la viabilidad del negocio de la entidad a futuro y, por tanto, da tranquilidad a sus depositantes y a los ciudadanos en general, lo que minimiza en gran medida la posibilidad de que tenga lugar una crisis financiera. 

Bancos sólidos

Con todo, el miedo es libre, por lo que es lógico que la caída de un gigante como Credit Suisse pueda suscitar algunos temores sobre la posibilidad de que se produzca una crisis financiera en Europa. Sin embargo, siempre que no se produzca un pánico generalizado y una desconfianza sobre todo el sistema financiero, las posibilidades son bajas.

La situación de los bancos europeos (y, en concreto, los españoles) poco tiene que ver con aquella en la que estaban hace poco más de una década. Al margen de contar con unas posiciones de liquidez envidiables gracias a la financiación ultrabarata del Banco Central Europeo (BCE) -la media europea está en el 165%, por encima de la exigencia regulatoria (100%) y el 118% de Estados Unidos-, también son mucho más solventes, que es la clave para la supervivencia a futuro de una entidad.

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Las entidades significativas -aquellas cuyo volumen de activos supera los 30.000 millones de euros- que están bajo el paraguas del BCE contaban a finales de 2022 con una ratio de capital CET1, la de referencia para el mercado, del 14,7%, superior al 10,7% que les exigen las autoridades. Esto quiere decir que son más solventes de lo que se les pide.

Además, la Autoridad Bancaria Europea (EBA) y el BCE monitorizan periódicamente la evolución de las entidades y miden su resistencia ante futuros shocks de la economía a través de los test de estrés, que son unas pruebas en las que se somete ficticiamente a los bancos a escenarios posibles de recesión.

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La gran parte de las entidades los superan con éxito, aunque siempre hay quien se queda atrás. La clara excepción es la italiana Monte dei Paschi, que ostenta el dudoso honor de mostrar la peor resistencia a una hipotética crisis en estas pruebas, pues en las llevadas a cabo por la EBA en el verano de 2021 su resultado fue que no aguantaría una recesión, dado que mantendría un capital del -0,1% en un escenario adverso.

La banca y las autoridades europeas, por tanto, están preparadas para que la caída de Credit Suisse se quede solamente en eso y una compra por parte de UBS antes de llegar a una resolución afianzaría esta idea. Pero todo puede pasar en un fin de semana de lucha a contrarreloj contra la caída de un gigante.