Una de las grandes incógnitas en el proceso de consolidación bancaria es la política de dividendos que las nuevas entidades implementarán a partir de septiembre. Será entonces cuando se acaben las limitaciones que el BCE estableció para el conjunto del sector y, aunque el pago en efectivo es el objetivo de los banqueros, los expertos apuestan por un mayor protagonismo de las recompras de acciones para compensar un 2020 de sequía en el 'pay-out' (porcentaje del beneficio que se destina al dividendo).

Así lo consideran desde una gestora de fondos nacional con fuerte exposición al sector bancario, recordando que “algunos de los protagonistas de las fusiones en marcha ya habían establecido esta fórmula de retribución complementaria y, posiblemente, la mantendrán en su nuevo modelo”.

Es el caso de Liberbank y Unicaja. La idea de la entidad fusionada es alcanzar un 50% del 'pay-out' en efectivo una vez la situación económica se estabilice, “pero los programas de recompra también entran en los planes de la entidad”, explican las fuentes consultadas. De hecho, Liberbank fue una de las primeras entidades en recuperar las recompras de títulos propios como fórmula de remuneración en el sector, un programa que tuvo que cancelar anticipadamente por el veto del BCE.

Manuel Azuaga, presidente de Unicaja, y Manuel Menéndez, CEO de Liberbank.

Unicaja también propuso a finales de febrero de 2020 un plan de recompra que, igual que en el caso de Liberbank, quedó aparcado por la crisis junto a su propuesta de distribuir 0,048 euros por título en dividendos, con un desembolso récord para la entidad de 78 millones de euros.

Así, los expertos consideran que es previsible que la entidad resultante de su fusión, prevista para finales del segundo trimestre del año, apueste en el futuro por esta opción para completar su política de dividendos y compensar al accionista por la espera del pasado año.

Impacto en la cotización

Sobre todo porque muchos descuentan que la subida experimentada al calor de las fusiones “suele desinflarse en el momento de cerrar la operación”.

Y tienen claro que pese a una mayor visibilidad de la recuperación económica, el sector seguirá registrando momentos de presión en bolsa este año ante el esperado repunte de la morosidad y, no lo olvidemos, el entorno de tipos negativos que aún perdura empujando a la baja ingresos y beneficios.

“Pese al fulgurante inicio de 2021, los bancos siguen baratos en bolsa y eso es positivo a largo plazo para cuando llegue la normalización de la política monetaria; a corto, parece insostenible el pago en efectivo de todo el dividendo para el sector”, indican.

En este entorno, la recompra de acciones puede suponer también un impulso para las cotizaciones de los bancos, pues se compran acciones propias para después amortizarlas o eliminarlas y, al haber menos títulos en circulación, aumenta la participación de cada accionista en la misma.

El objetivo, dividendo en efectivo

Es cierto que la retribución en efectivo ha sido clave en los últimos años en los planes estratégicos de las entidades. Y también para atraer inversores. Pero los expertos coinciden en que la realidad económica que impuso el veto del BCE en marzo impondrá también a partir de septiembre una mayor prudencia a la hora de decidir las políticas de retribución.

Lo mismo ocurre con Bankia y CaixaBank, seguidas muy de cerca por el organismo monetario ante su proceso de fusión que dará lugar al mayor banco de España con más de 600.000 millones de euros en activos.

José Ignacio Goirigolzarri será presidente ejecutivo de la nueva CaixaBank y Gonzalo Gortázar, consejero delegado de la entidad.

La propia Bankia ha abierto la puerta a una recompra de acciones en varias ocasiones, antes de las últimas negociaciones para la fusión. Y la misma idea han barajado en CaixaBank. El consejo de la entidad ya manifestó, antes de conocerse la operación, su voluntad de distribuir todo el exceso de capital por encima de la ratio de solvencia CET 1 del 12%. En forma de dividendo extraordinario... o de recompra de acciones. Un objetivo condicionado, eso sí, al retorno de la situación macroeconómica "a un entorno de normalidad".

Ya metidos en 2021, las previsiones apuntan a que la nueva CaixaBank nacerá con una ratio de capital de entre el 11% y el 11,5%, con lo que tendrá que ser más prudente a la hora de usar el exceso del mínimo regulatorio para premiar a sus accionistas.

El obstáculo del BCE

Todos los protagonistas de las fusiones se encuentran ahora con un obstáculo que el BCE vigilará de cerca en las futuras políticas de remuneración. Y es que el organismo monetario ya ha dejado claro que no quiere que los bancos fusionados usen para retribuir al accionista el badwill generado en estas operaciones (fondo de comercio negativo, cuando el valor en libros es mayor al precio de adquisición que se ha fijado).

Aunque las propuestas de dividendos se estudiarán caso por caso, el BCE ya ha indicado a los bancos que todo lo que sobre de una compra a un precio por debajo del valor contable ha de usarse para cubrir costes de integración, aumentar la cobertura de créditos morosos, etc. Nada de emplearlo en dividendo de forma directa, al menos hasta que la fusión no esté más que bien consolidada. En el caso concreto de CaixaBank, el badwill de la fusión con Bankia rondará los 8.000 millones de euros.

Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo (BCE).

Pero desde el sector intentarán sumar fuerza para evitar que ese consejo se convierta en una restricción real. También lo hará BBVA, que hace unos meses reconoció que el excedente de capital originado por la venta de su filial en EEUU iría destinado a una fusión, que no terminó de cuajar con Banco Sabadell, y a mejorar la retribución al accionista vía recompra de acciones.

Según las previsiones, la operación generará un impacto positivo en el capital de máxima calidad del banco, el CET 1 'fullly loaded', de 300 puntos básicos, que equivaldrían a unos 8.500 millones de euros

Desde Banco Sabadell también se han manifestado en numerosas ocasiones a favor de este modelo de retribución que ha ido ganando peso en los bancos europeos y que es el pan de cada día de la gran banca de Wall Street. Y sería una forma de ‘contentar’ al BCE, que también prefiere esta fórmula más prudente de retribución en un momento en el que la rentabilidad del sector sigue bajo mínimos.

Está previsto que los bancos fuera de las fusiones presenten antes del 15 de enero sus planes de pago al supervisor, que en todo caso se deben mantener hasta septiembre por debajo del 15% del beneficio de 2019 y 2020 (acumulado) y no sobrepasar los 20 puntos básicos de la ratio de capital, si este importe fuera menor.

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