Nadia Calviño y Pablo Iglesias en una imagen de archivo.

Nadia Calviño y Pablo Iglesias en una imagen de archivo.

Banca

Calviño se sale con la suya en la fusión Caixa-Bankia y deja a Iglesias sin banca pública

El matrimonio entre las otroras cajas de ahorro de Cataluña y Madrid saldrá adelante pese a la resistencia del socio de Gobierno del PSOE. 

5 septiembre, 2020 02:37

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La boda entre CaixaBank y Bankia es uno de esos matrimonios que generan enfrentamientos familiares y que despierta, además, recelos entre los amigos de la pareja. ¿El motivo? Todos tienen la sensación de que el otro quiere quedarse con la fortuna del uno, y viceversa.

Empezando por lo más cercano. La familia. Es evidente que el Gobierno tiene un gran interés en que este matrimonio salga adelante. Lo demuestra el hecho de que minutos después de confirmarse que ambas estaban negociando, el Ministerio de Economía ya anunciaba que miraría con buenos ojos la operación si ésta sale adelante.

Sin embargo, al ‘primo’ Pablo Iglesias, a la par vicepresidente segundo del Gobierno, le ha sentado como una patada en el estómago. Dicen desde la formación morada que “ni lo conocíamos ni nos parece bien”. No es de extrañar, ya que con esta operación el sueño dorado de lograr una banca pública que se ocupe de financiar la modernización del tejido productivo se aleja definitivamente

El líder de Podemos Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados.

El líder de Podemos Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados. EFE

Pero lo que en realidad se trasluce de esas palabras de Iglesias es que Nadia Calviño, la vicepresidenta tercera y ministra de Economía, le ha vuelto a ganar la partida. Ella siempre fue partidaria de que el sector financiero se concentre para ganar rentabilidad, y de que el Estado -de forma progresiva- vaya saliendo de Bankia (o de cualquier otro banco).

Eso mismo es lo que le proporciona este enlace. Pasar de tener el 61% de Bankia a tener el 15% de la que será la primera entidad en España por cuota de mercado, y que tendrá unos activos cercanos a los 650.000 millones de euros. Es decir, un banco más fuerte, teóricamente más rentable y que debería permitir al Estado recuperar buena parte de los 24.000 millones de euros del rescate a la matriz de Bankia, el grupo BFA.

La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, y el jefe de Gabinete de la Presidencia, Iván Redondo.

La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, y el jefe de Gabinete de la Presidencia, Iván Redondo. EFE

Pero no sólo eso. Es que además vuelve a posicionar a Nadia Calviño como la gran ejecutora en materia económica, dejando a un lado la posible influencia que pueda tener el equipo de Pablo Iglesias. Es decir, un nuevo triunfo de la ‘ortodoxia’ que reclama Bruselas frente a los intentos de los morados por llevar al Gobierno por los derroteros del gasto público sin control.

Calviño como guardiana de Bruselas, como papel estabilizador de la economía y como ejecutora de la doctrina más conservadora que llega desde los reguladores. Porque con el paso adelante dado por CaixaBank y Bankia se siguen los mandatos del Banco Central Europeo (BCE), que lleva semanas enviando mensajes de que es importante aumentar la concentración del sector para ganar rentabilidad. En definitiva, que busca el too big to fail.

Pero si a la familia le ha sentado mal el anuncio de fusión, todavía está por ver qué va a pasar con los amigos. Porque CaixaBank y Bankia tienen grandes connotaciones políticas regionales. La primera por lo que supone para Cataluña, ¡La Caixa! La segunda por lo que supone por sus orígenes: la fusión de distintas cajas de ahorro con Caja Madrid y Bancaja a la cabeza.

Tanto es así que ya por 2012 este matrimonio estuvo a punto de producirse. En aquel entonces Isidro Fainé, presidente de Caixabank, y Rodrigo Rato, presidente de la recién creada Bankia, se sentaron frente a frente para intentar cerrar el contrato matrimonial. Era la época de las fusiones frías que promovía el Gobierno del PP a través del Ministerio de Economía con Luis de Guindos a la cabeza.

Las voces 

Sin embargo, los ánimos por aquel entonces no estaban para complicarse demasiado. Fainé creía que se podría lograr uno de los cinco grandes bancos europeos en poco tiempo; Rato, por su parte, creía que era mucho mejor ser cabeza de ratón que cola de león, y acabó dando calabazas a la entidad catalana.

En el fondo estaban también los ecos de las voces que susurraban al entonces ‘superministro’ que la antigua Caja Madrid no podía caer en manos de los ‘catalanes’. Mucho mejor quedarse en Valencia que, aunque lejanos, seguían siendo amigos. Y al revés. Muchas voces corearon entonces también contra Fainé por intentar ceder a las presiones de Madrid para salvar ‘a los de Madrid’ con el dinero de los catalanes.

Ahora la situación ha cambiado. Ni Bankia está ya en Madrid ni CaixaBank en Barcelona. Sus sedes se ubican en Valencia, y de allí no se va a mover. Así que el camino se allana por mucho que la Generalitat haya vuelto a reclamar la ‘paternidad’ de ‘La Caixa’. El camino está abierto, y es probable que lleguemos al final antes de lo que pensamos. ¿Qué les parece el fin de semana del 12-13 de septiembre?