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Las claves

El fabricante ferroviario Talgo ha renovado el reglamento con el que funciona su consejo de administración para adaptarlo a las nuevas circunstancias de la empresa y facilitar la toma de decisiones en pleno cambio de su estructura accionarial.

Se reduce el mínimo de consejeros de diez a cinco, para adaptarlo a las dimisiones que se han producido a lo largo de este año. Y se eleva la edad mínima para ser consejero de 73 a 76 años, para garantizar la permanencia del actual presidente, Carlos de Palacio, pieza clave de todo el proceso.

Pero lo más importante es que se da carta de naturaleza a una nueva Comisión de Estrategia y Sostenibilidad, que será la encargada de analizar y evaluar el desarrollo del negocio, incluida "la estructura de capital e inversiones más adecuadas".

Precisamente es esa nueva ordenación del capital la que ahora se está discutiendo, con la entrada de un grupo de inversores vascos liderados por el industrial José Antonio Jainaga (71 años de edad) y la SEPI.

Aunque tenga un carácter consultivo, la nueva comisión estará compuesta por entre tres y cinco miembros, en su mayoría externos (no ejecutivos), y de los que un par de ellos deberian ser independientes (no dominicales).

Además de la estructura accionarial, debe analizar las oportunidades de inversión, reinversiones, asociaciones, fusiones y adquisiciones que se presenten. Incluso proponer al consejo iniciativas similares.

Una labor de asesoramiento importante a futuro si tenemos en cuenta que Talgo va a necesitar del apoyo de otros centros productivos, y de algún socio industrial dentro o fuera de España, para cumplir con los 4.700 millones de su cartera de pedidos.

La compañía está en estos momentos pendiente de aplicar el acuerdo cerrado con el aval de los gobiernos central y vasco para salvar su delicada situación financiera.

Talgo perdió 65 millones en el primer semestre del año y arrastra más de 400 millones de deuda que está siendo renegociada con los bancos, como paso previo para la entrada de los nuevos inversores y la salida del fondo Trilantic.

Las entidades acreedoras deben facilitar una línea de financiación de 650 millones con vencimiento a seis años y capital circulante de 120 millones a tres años prorrogables. Además, se contempla una nueva línea de avales de 500 millones de euros.

Ese pacto abrirá la puerta a que el industrial vasco José Antonio Jainaga, junto al fondo público Finkatuz y las fundaciones BBK y Vital, por un lado, y la SEPI, por otro lado, acudan al rescate de la empresa. Si todo llega a buen puerto, la compañía cambiará su sede social de Madrid al País Vasco.

No obstante, todos los cambios que se vayan a realizar, así como la salida del fondo que aún controla un 29,7% del capital, se deberá ratificar en una junta de accionistas extraordinaria. No se ha puesto fecha para nada, pero todo apunta a que el final del proceso se puede alargar incluso al año que viene.

Atascos y conflictos

Han pasado tres meses desde que se cerró el acuerdo para cambiar la estructura financiera de la empresa, sin que las partes hayan anunciado más avances. El Gobierno Vasco asegura que todo va en la línea correcta.

En este tiempo, la empresa ha estado muy centrada en lograr la certificación definitiva de sus trenes de la serie 230 para los ferrocarriles alemanes y daneses. Unos contratos que vienen desde hace seis años y que se están entregando ahora.

Precisamente ha sido el recorte del pedido alemán a causa de los retrasos lo que ha reducido la facturación este año y ha generado pérdidas. Pero una vez en marcha los pedidos, desde la compañía esperan lograr un balón de oxígeno que desatasque su cartera de pedidos.

La sanción de 116 millones que le impuso Renfe por el retraso en las entregas de los trenes Avril de la serie 106, que tuvo que provisionarse en 2024, fue la que originó también las pérdidas de ese año.

Ahora, en plena renegociación de su apalancamiento, la empresa ha abierto un periodo de buenas relaciones con la operadora ferroviaria española. Desde Renfe esperan la entrega de otros 16 trenes renovados y 32 locomotoras de la serie 107, que acumulan ya un considerable retraso.