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Talgo afronta este viernes su última junta general con Trilantic como mayor accionista para dar paso a una nueva estructura controlada por el industrial José Antonio Jainaga y las instituciones vascas, con un nuevo plan industrial acelerado en la recámara para evitar los retrasos en su cartera de pedidos.

Fuentes conocedoras del proyecto aseguran que no se descarta incluso llegar a acuerdos comerciales o de algún otro tipo con los grupos que han mostrado interés en entrar en la compañía, como la polaca Pesa o la húngara Magyar Vagon, para acelerar la fabricación de trenes.

El plan se pondrá en marcha tras la celebración de una próxima junta general extraordinaria para ratificar el cambio de accionistas, en el que junto al consorcio vasco y la SEPI se quedarán las tres familias que hasta ahora han apoyado al fabricante ferroviario: Abelló (Torreal), Torrente Blasco (Torrblas) y más de treinta miembros de la familia Oriol.

Precisamente este viernes se debería poner fecha para la celebración de la junta extraordinaria, tras la cual Jainaga quiere dar un impulso fuerte a la reorganización de la compañía para cumplir con los 4.000 millones de la cartera de pedidos y avanzar a nivel internacional.

Al final del proceso, el consorcio vasco controlará casi el 29,5% del capital tras comprar la parte de Trilantic, por 155 millones, y la dilución que supone la ampliación de capital en 45 millones que va a suscribir la SEPI, que tendrá un 7,8% de participación.

El mercado da por descontada la desvinculación total de su representante de Trilantic, Javier Bañón (salió del consejo en febrero), y la salida del actual CEO, Gonzalo Urquijo, que llegó procedente de Abengoa en 2021 y se le considera hombre de confianza de Bañón.

La junta de este viernes debe ratificar esa salida (o reelección) y dar por buenas las cuentas del año 2024, en el que la empresa perdió 108 millones de euros, por la provisión que tuvo que hacer de la multa de Renfe de 116 millones por los retrasos en la entrega de los trenes Avril.

José Antonio Jainaga, con el apoyo del Gobierno Vasco y las instituciones que entran a estabilizar el capital de Talgo, "moverá la cúpula" de la empresa, aseguran las fuentes consultadas en el País Vasco, si bien cuenta también con el actual equipo de profesionales y técnicos que ha logrado esa cartera de pedidos.

A falta de conocer si el industrial vasco llevará a alguien de su equipo en Sidenor (son negocios distintos), uno de los hombres fuertes de la futura Talgo será su actual director comercial, Rafael Sterling, que lleva en la empresa tres años, tras un periplo de nueve ejercicios como responsable del área internacional de Irizar.

Ingeniería financiera

Si todo discurre como está previsto en esta junta y en la extraordinaria, el consorcio de Jainaga, BBK, Vital y el Gobierno Vasco, a través del fondo Finkatuz controlará la compañía al final del verano.

El brazo inversor de Juan Abelló (Torreal) mantendrá su 3,5% tras finalizar su pacto de accionistas con Trilantic en diciembre pasado. Los Torrente Blasco (Torrblas) ostentarán el 5,2% que han ido acumulando en los últimos tres años: y los descendientes de la familia Oriol, fundadora de la empresa, ostentarán algo más del 7%.

Tras el último acuerdo cerrado entre el lehendakari Imanol Pradales y Pedro Sánchez, la SEPI hará la ampliación de capital prevista, además de los 30 millones en deuda convertible en acciones, para completar una aportación de 75 millones, que ha costado sacar adelante.

Al final del proceso, Talgo tendrá una nueva cofinanciación de 650 millones de euros con vencimiento a seis años y un capital circulante de 120 millones, a devolver en tres años pero prorrogable otros tres.

El entramado se completa con 500 millones en avales para garantizar las inversiones de la cartera de pedidos.

Fuentes jurídicas consultadas aseguran que este modelo evita el lanzamiento de una opa, dado que las participaciones del Estado a través de la SEPI se hacen en puros términos de mercado, sin entrar en el consejo ni en la toma de decisiones.

Y la parte institucional vasca está dividida en capital público y privado de distintos accionistas.

Más dudas ofrece la posibilidad de que se abra una denuncia ante las autoridades europeas por posibles ayudas de Estado, si bien la opción de los créditos convertibles que usa el Estado para hacer parte de su inversión puede ser un atenuante de ese tipo de procesos.

De una forma o de otra, el grupo logra el oxígeno financiero suficiente como para seguir en marcha, con el reto de cubrir los pedidos internacionales que tiene sobre la mesa para no incurrir en nuevas multas o penalizaciones por no llegar en fecha a los contratos.

Alemania y Dinamarca están a la espera de dos de los grandes pedidos que están en fabricación, con el hándicap de que ya van con retraso. Incluso Talgo habría pedido una prórroga en los plazos de alguno de ellos hasta solventar su delicada situación financiera.