La entrada de nuevos accionistas en el capital de Talgo para sustituir el 29,6% del fondo Trilantic y garantizar el desarrollo industrial de la compañía a largo plazo está en su recta final y, a la vez, en su momento más crítico.
Varias fuentes distintas del sector aseguran que la presión que está realizando sobre el Gobierno la guipuzcoana CAF (Construcción y Auxiliar de Ferrocarriles) y la caída que la acción de Talgo ha sufrido en los últimos meses han dejado en el aire su reestructuración accionarial. Desde CAF niegan esos movimientos y aseguran ser "meros espectadores" de la operación.
La pelota está ahora en el tejado de la SEPI, que debe cumplir lo pactado y aportar un crédito participativo de 75 millones para aliviar la asfixia financiera de Talgo. De lo contrario, el proyecto puede caer y será el mercado el que decida.
Fuentes consultadas en el Gobierno y en el PNV, los verdaderos implicados en la negociación final, admiten el bloqueo, pero esperan que se reconduzca después de casi diez meses de negociación, varias ofertas rechazadas y un acuerdo para invertir liderado por el industrial José Antonio Jainaga (Sidenor).
Es conocida en el sector ferroviario la falta de entendimiento entre CAF y Talgo, pese a ser dos empresas vascas del mismo sector, con tecnología propia y complementarias en su producción.
De hecho, CAF fue la primera opción de todos los implicados para solventar la salida de Trilantic de Talgo. Hasta en dos ocasiones estuvo reunido el responsable del fondo con los de Beasain, sin éxito. Ni siquiera la presión de los nacionalistas vascos pudo convencerles.
Talgo cuenta con una tecnología única en alta velocidad que le ha disparado la cartera de pedidos hasta los 4.000 millones en los últimos cinco o seis años.
CAF, con menos negocio en ese segmento, es un gigante mundial del sector con 15.000 millones de cartera pendiente y negocio en más de 40 países.
Fuentes conocedoras de la situación en el País Vasco aseguran que para CAF, cuyos 4.200 millones de facturación en 2024 fueron seis veces los casi 700 de Talgo, es una opción que la compañía se desmorone y baje aún más su valoración, por si hay unidades de negocio que le puedan interesar.
Tanto CAF como otros competidores de Talgo a nivel europeo, como Alstom, han alertado en el sector de las complicaciones que puede tener ante la legislación europea de ayudas de Estado un crédito de 'salvación' de 75 millones de la SEPI, después de todo el apoyo del Gobierno Vasco.
Cae la acción
Así, las posibilidades de que la operación Sidenor-Talgo fracase aumentan, algo que llevaría al fabricante de trenes al límite y abriría la puerta a que las siguientes ofertas para comprar sean más bajas.
“Todos esperan ya que la acción se destruya para comprar barato”, señalan fuentes cercanas a la operación.
Y lo cierto es que los títulos de Talgo han caído un 24% desde el pasado 14 de febrero, fecha en la que se selló el preacuerdo a través del cual el consorcio vasco liderado por Sidenor compraría el 29,6% del fondo Trilantic.
La oferta del consorcio ascendía a 4,8 euros por acción, con una parte fija de 4,15 euros por título y otra variable que dependería de los resultados.
Una horquilla que está muy lejos de los 2,9 euros que vale cada acción de la compañía a día de hoy.
A esto hay que añadir otro inconveniente: muchos de los interesados en entrar en Talgo ya han sido vetados por el Gobierno español o se retiraron antes de ser bloqueados. Hablamos de la húngara Magyar Vagon, la checa Skoda, el fondo polaco PFR y la india Jupiter Wagons.
