Marta Esquivias (Valfondo IM), Belén Flor (ING), Joan Groizard (IDAE) y Blanca Navarro (ICO).

Marta Esquivias (Valfondo IM), Belén Flor (ING), Joan Groizard (IDAE) y Blanca Navarro (ICO). Laura Mateo, El Español.

Empresas

En la senda sostenible de las empresas, “lo que no son cuentas son cuentos”

Los expertos consideran que la hoja de ruta ESG dentro de la UE no tiene vuelta atrás, ni para los particulares ni, mucho menos, para las compañías.

26 octubre, 2023 02:25

SFDR, taxonomía ambiental, CSRD, MiFID II… y así hasta una docena de normativas y reglas europeas para guiar a los inversores y a las empresas en su senda hacia la sostenibilidad. El camino es largo, pero ya no tiene vuelta atrás, en especial para las compañías. Algunas ya han dado el primer paso, las menos están muy avanzadas, y otras tantas ni siquiera saben por dónde empezar. Pero lo que es seguro es que la sociedad, los clientes y los inversores demandan unas empresas más modernas, sostenibles y socialmente responsables.

Y en este empoderamiento 'verde' y social de las compañías, que busca un futuro mejor para el planeta y las siguientes generaciones, tienen mucho que ver las entidades financieras y los organismos públicos. Porque las empresas necesitan capital para llevar a cabo sus proyectos de transformación, y las entidades e instituciones son quienes se lo facilitan y les ponen los 'deberes'.

Así lo creen los expertos que han participado en el debate 'Inversiones sostenibles: La hoja de ruta ESG para España', organizado por EL ESPAÑOL en colaboración con ING. Un trayecto que pivota sobre los criterios medioambientales, sociales y de buena gobernanza corporativa (ESG, por sus siglas en inglés).

Inversiones sostenibles: La ruta ESG para España.

"Nosotros tenemos un papel relevante en el proceso de ayudar a los clientes a hacer la transición, somos unos dinamizadores de ese flujo de dinero. Un capital que tiene consecuencias en el desarrollo económico y social de un territorio. Vemos dos retos relevantes: fomentar esa acción urgente [contra el cambio climático, la desigualdad social, la brecha de género, etc], y al mismo tiempo conseguir un equilibrio económico", sostiene Belén Flor, responsable de Financiación Sostenible de ING.

Pero no hay que olvidar que, como subraya Joan Groizard, director del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), "la transición tiene que ser inclusiva y responsable, pero al mismo tiempo tiene que tener sentido económico".

La ESG, en la barra del bar

La colaboración público-privada se antoja de vital importancia para bajar a la calle todo el espíritu normativo y moral de Europa en cuestión de sostenibilidad. Un avance claro ha sido el autoconsumo energético. Según estudios recientes, una de cada tres empresas de España ya tiene instalados paneles solares, el 91% de las empresas está valorando instalarlos y, a nivel particular, es una conversación "de familia, de barra de bar". "Se ha roto la barrera de llegar al gran público", y de ahí el salto puede ser a la recarga eléctrica de los vehículos, confía Groizard.

Pero no sólo es cuestión de cumplir con el medio ambiente. En última instancia, sirve para que las empresas atraigan y retengan talento. "Un empleado ya no trabaja en cualquier empresa, un empleado va a la empresa que realmente tenga unos valores fuertes, y en este caso están muy alineados con la sostenibilidad", resalta Marta Esquivias, responsable de Sostenibilidad en Valfondo Investment Management, la gestora de Montepino.

Belén Flor, responsable de Financiación Sostenible de ING.

Belén Flor, responsable de Financiación Sostenible de ING. Laura Mateo, El Español.

La UE es punta de lanza en este terreno a nivel mundial. Aunque ha detectado un problema: el 'greenwashing' o el 'ecoblanqueo', esto es, aquel producto o servicio que se vende como si fuera sostenible, pero que en realidad no lo es. Bruselas está regulando para atajar esta práctica. De hecho, "en la mayoría de sellos, no te pones tú el sello como empresa, sino que pides que otro te analice y te ponga el sello". Algo muy común en los préstamos verdes. "No basta con el relato. Lo que no son cuentas son cuentos", alerta Blanca Navarro, directora de Estrategia y Sostenibilidad del Instituto de Crédito Oficial (ICO).

"Hay que evidenciar, no vale con quedarse en la superficie", añade Navarro. Es más, con la nueva normativa CSRD, las empresas van a tener que manejar más de 1.000 datos, métricas que "las empresas no estaban acostumbradas a manejar y que van a influir directamente en sus decisiones de negocio, y hay que saber interpretarlos", pone en contexto Esquivias, de Valfondo.

Un instante del debate organizado por EL ESPAÑOL e ING.

Un instante del debate organizado por EL ESPAÑOL e ING. Laura Mateo, El Español.

A tal efecto, "hay que hacer un cambio dentro de la empresa, necesitas un liderazgo claro y un comité de dirección comprometido" con la sostenibilidad, avanza la gestora de Montepino.

Si se hace bien, la sostenibilidad empresarial "más allá de un deber, es una oportunidad", recalca Flor, de ING. Las compañías que ligan sus préstamos a unos objetivos de sostenibilidad -y cumplen- obtienen un "ligero descuento" en su coste de financiación. Todo un aliciente para los ejecutivos, algo que debe calar poco a poco de las grandes empresas a las pymes.

Bonos sociales y fondos NextGenEU

Y, por si fuera poco, los bonos verdes van acompañados en muchos casos de bonos sociales. Por ejemplo, el ICO los canaliza hacia aquellas comunidades autónomas con una renta per cápita menor frente a la media o, dicho de otra forma, hacia las pymes de esas regiones. Tiene 5.000 millones de euros en bonos sociales y 2.500 millones en bonos verdes.

En el caso particular de ING, el 50% de su cartera de financiación ya es sostenible y, en lo que llevamos de año, ha movilizado más de 4.000 millones de euros en este tipo de financiación.

El colofón de la sostenibilidad tiene nombre de fondos NextGenEU, un "revulsivo para todos", tal y como los califica Groizard, de IDAE. El 40% de los fondos europeos tienen que ser verdes proactivamente. Y el 100% de las inversiones han de ser analizadas posteriormente para garantizar que no hacen ningún daño en cuanto a cambio climático, residuos, aguas o biodiversidad.