Alfonso Carrascosa, fundador de Legálitas.

Alfonso Carrascosa, fundador de Legálitas.

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Alfonso Carrascosa, el alcarreño amigo de Julio Iglesias que abarató la justicia con Legálitas

Los títulos de algunas canciones del popular cantante bien podrían definir la trayectoria personal y empresarial del fundador del despacho de abogados.

8 agosto, 2021 02:34

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Alfonso Carrascosa ha vuelto a salir vencedor. Portobello ha adquirido alrededor del 80% de Legálitas. ¿Importe? Entre 120 y 125 millones de euros. Todo un ‘pelotazo’ para quien fuera el fundador de la compañía que democratizó el asesoramiento jurídico y uno de sus propietarios.

La vida de este abogado y empresario se asemeja a una novela de uno de los grandes escritores de los últimos tiempos: José Luis Sampedro. En concreto, con su título 'El río que nos lleva'. Sus protagonistas son los denominados como gancheros, personas que se encargaban de llevar los troncos de los árboles, desde la Serranía Ibérica, en Guadalajara, hasta la madrileña Aranjuez.

Parecido con la novela porque Alfonso Carrascosa nació en El Recuenco (1962), población de Guadalajara limítrofe con Cuenca. Su padre tenía una serrería. De ahí que, en su infancia, oyera las voces de los gancheros que cada año bajaban la ‘maderada’ por la vecina Valtablado del Río siguiendo el accidentado cauce del Tajo.

Con 12 años, también él se trasladó, al cambiar Guadalajara por Madrid. Iba para estudiante de Económicas, pero, casualidades de la vida, su hermano optó por llevar a cabo esos estudios. De ahí que su padre le incitara a que estudiara Derecho. Dicho y hecho.

Una trayectoria que, acabada la presidencia en Legálitas (renunció al cargo en 2019, dos décadas después de haberla fundado), le ha llevado a Miami. Allí reside. Y allí comparte mesa y mantel, entre otros, con su amigo Julio Iglesias. A ambos les seduce el mundo del vino. "Me gustan las mujeres, me gusta el vino", cantaba el artista en 'Soy un truhan, soy un señor'.

Canciones de una vida

Varias son las canciones de su amigo Julio Iglesias que podrían aplicársele a Alfonso Carrascosa: ‘Me va, me va’; ‘Volver a empezar’; ‘Vuela alto’; ‘La vida sigue igual’… Este abogado arrancó dirigiendo una pequeña asesoría legal para, después, dar rienda suelta a su vena emprendedora.

Así fundó Multauto, en 1992. Y 12 años después la vendió al Grupo Europe Assistance. Entre medias, en 1999, creó Legálitas para democratizar los servicios jurídicos. Dicho en román paladino, para que la justicia fuese accesible para todos, no solo para unos pocos, al hacerla más económica.

“Queremos acercar el ciudadano al abogado. El secreto del éxito es la calidad. Tratar de ir a los clientes. Buscar sus necesidades y atenderles como se merecen. Por encima de la rentabilidad, que exista un criterio de satisfacción del cliente”.

Estas palabras, pronunciadas en una emisora de radio ya desaparecida, son un compendio de su filosofía como empresario. Y todo surgió por una de sus cualidades: aprender a escuchar. Porque, en Multauto, el cliente no solo iba a solucionar una multa. También le contaba otros problemas que le afectaban: con la comunidad de vecinos, con el seguro, en su vida familiar… Y aunque fueran diferentes personas, sus preocupaciones y sus desasosiegos se repetían.

Alfonso Carrascosa, a la derecha, recibiendo un premio en Miami.

Alfonso Carrascosa, a la derecha, recibiendo un premio en Miami.

“Si hay un abogado que se dedique solo a eso será muy bueno y muy barato. Ese es el secreto de Legálitas. Dar calidad y precio gracias a la especialización”. Así sintetizaba Alfonso Carrascosa la fórmula mágica de su éxito. “Primero piden que alguien les escuche, que les trate con cariño, y que luego solucione su problema”.

Con el paso de los años, y así lo reconoció públicamente, aprendió que la empresa no era él, sino la gente que trabaja en la misma. “Sin ella no puedes llegar a ningún lado”, ha afirmado en multitud de ocasiones. “El cliente siempre tiene razón y tenemos que adaptarnos a ese problema que tiene”.

Como un buen vino

Rico gracias a las leyes, no duda en ser crítico con ellas. “Habría que resumirlas y hacerlas mucho más prácticas”, confesó a mediados de la pasada década en la radio. Y, como buen emprendedor, se ha sentido disgustado cada vez que se aprobaba una norma que, más que impulsar su labor, ha sido una piedra en el camino.

Porque Alfonso Carrascosa, más que abogado, siempre se ha sentido empresario: “Como empresario encuentro la satisfacción que, probablemente, no encontraría como abogado”. Aunque, en España, ser empresario no suele estar bien visto. “Ser empresario es síntoma de ser criticable, de si gana dinero cómo lo ganará, de estar cerca de la corrupción… esto no pasa en otros países”. Esta ha sido una de sus quejas. “En Estados Unidos, si eres empresario, la gente te alaba, te envidia sanamente”. Quizás por eso su cambio de residencia.

Eso sí, siempre ha llevado por bandera la labor que desarrollan los empresarios. También ha sabido entonar el mea culpa cuando ha cometido errores. Y ha tenido muy claro que el dinero nunca debe ser la razón por la que se debe regir su camino: “El proyecto está por encima de todo. Si el dinero es nuestra única referencia, es verdad que nos merecemos que estemos tan mal vistos”.

Alfonso Carrascosa siempre ha creído que para ser un buen empresario hay que dominar el terreno en el que debe moverse. Y que, como un buen vino, el empresario va mejorando con el paso del tiempo.

Sueño incumplido

Uno de los sueños que rondó por la cabeza de Alfonso Carrascosa fue el de sacar Legálitas a bolsa. No llegó a concretarse. Amante del fútbol, en general, y del Real Madrid, en particular, con el paso del tiempo fue perdiendo la pasión. Era de los que se sabían el calendario de su equipo de la primera a la última jornada de liga.

Que se desinflara su enamoramiento por el balompié se debió a unas elecciones en el Real Madrid, las acaecidas en el año 2006, y que ganó Ramón Calderón. Las injurias que recibió por la persona que fue condenada por fraude en el voto por correo acabaron por distanciarle de su amor por el fútbol. Le dolió sobremanera que el Real Madrid no se presentara como acusación.

Pero ya se sabe que, a rey muerto, rey puesto: el vino. Su particular bodega no desentona con muchas de las que hacen gala algunos establecimientos con estrellas Michelin. Allí duermen, en perfecta armonía, vinos de España, de Burdeos, del Rhin, de Borgoña, de Italia, de Sudáfrica, de Estados Unidos... Por todos tiene pasión. Tanta, que se ha decidido a ser bodeguero, aunque a pequeña escala. Algo de lo que renegaba no hace mucho tiempo. El vino le ha atrapado, y él no quiere soltarse.

Atrapado también le tiene España. Una España que debe seguir conviviendo con Estados Unidos, como destacó cuando la Cámara de Comercio España-Estados Unidos le premió por la labor que ha desarrollado para la integración entre ambos países. Y una España que quiere unida “frente a quienes quieren romper la convivencia y disgregar el país”.