La declaración del estado de alarma, el cierre de los comercios, la suspensión de derechos básicos de los ciudadanos… Vivimos un momento histórico que nos lleva a protagonizar situaciones que jamás hubiéramos podido imaginar en una democracia avanzada como la española. 

Pero la emergencia provocada por el coronavirus ha hecho que todo se tambalee. La lucha contra el virus puede provocar una crisis económica sin precedentes y que amenaza con llevarse por delante a empresas y trabajadores si no se toman medidas sanitarias y económicas de forma urgente. 

Una situación que analizamos con el líder de UGT en la que es la primera entrevista que realiza bajo el confinamiento decretado por el Gobierno. José María (Pepe) Álvarez bromea con el fin de semana que está pasando al descolgar el teléfono para su conversación con Invertia: “Aquí estoy, de guardia”, dice entre risas. 

Tras una primera reflexión sobre los efectos que tiene la globalización para la economía mundial, Álvarez se muestra muy preocupado por lo que está ocurriendo. Es optimista y confía en que la situación mejore en cuanto pase la emergencia sanitaria, pero asume que es necesario que Europa y los Gobiernos adopten medidas contundentes para luchar contra el coronavirus. 

¿Es posible acabar con la emergencia sanitaria sin destruir la economía? 

Es absolutamente imprescindible hacerlo. Hasta ahora el Gobierno ha hecho esfuerzos desde la perspectiva sanitaria, pero ahora es momento de hacerlos también desde el punto de vista económico. 

Hay que pensar que la crisis sanitaria no se prolongará mucho tiempo. Los técnicos hablan de un máximo de cuatro meses, aunque podría ser mucho menos. 

De lo que se trata, por tanto, es de empezar a tomar medidas económicas como las que hemos propuesto UGT, Comisiones Obreras y CEOE para que la economía recupere su fuerza cuando todo esto pase. 

El Gobierno ha hecho esfuerzos desde la perspectiva sanitaria, pero es momento de hacerlos desde el punto de vista económico. 

Sin embargo, el Gobierno todavía no ha adoptado ninguna medida.

Como digo, hasta ahora se ha priorizado el aspecto sanitario y es normal. Ahora bien, en paralelo hay que pensar en las personas y en la economía.

De esta crisis hay que salir con un sistema económico que permita recuperarnos de forma inmediata. Esto quiere decir atender a las personas con prestaciones por desempleo, pero también que las empresas tengan posibilidades de competir y que las pymes puedan seguir funcionando de manera inmediata.

Van ustedes de la mano de la patronal. Reclaman cambios laborales para evitar que las empresas tengan que cerrar por la paralización económica. ¿Qué medidas son las más importantes? 

Llevamos días hablando con el Ministerio de Trabajo. Ahora mismo es fundamental agilizar y flexibilizar los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Espero que mañana se apruebe en el Consejo de Ministros, porque es esencial. 

Es necesario que los cambios se adopten de forma inminente para poder aplicarlos cuanto antes. Se necesita que los tiempos de negociación sean razonables. Eso sí, con la garantía de que sindicatos y patronal seamos quienes demos soporte de garantía. 

No son las únicas medidas. También hay que dotar al sistema de recursos económicos. Hay que lograr que las personas que estén trabajando y formen parte de un ERTE sin tener derecho al desempleo, puedan tenerlo. Que el tiempo que que los trabajadores estén desempleados no consuma tiempo de paro, y ver si existe posibilidad de que la prestación alcance el 100% del salario. 

Todo esto tiene que estar encima de la mesa. Espero que con el respaldo de la Unión Europea pueda hacerse. Ya no solo por las personas, también por la economía. Defender el consumo interno también se fundamental. 

¿No existe el riesgo de que esos despidos temporales puedan desembocar en despidos masivos a medio o largo plazo? Sobre todo si no recupera la actividad económica. 

El decreto que regule los ERTEs debe ser flexible y rápido, pero también debe marcar muy bien los tiempos que permitan que eso no ocurra.

Hay empresas pequeñas y medianas que deben ir a un ERTE de forma inmediata. El Estado debe hacerse cargo de forma plena de la responsabilidad y los derechos de los trabajadores. 

En el caso de las grandes empresas habrá que hacer una negociación con ellos. Deberían poner también algo de su parte. Se trata de corporaciones que tienen beneficios importantes y que pueden contribuir en una situación de crisis. 

De todos modos, será una negociación flexible, rápida y en interés de los trabajadores. Básicamente lograr que cuando acabe la crisis pueda mantenerse la actividad. 

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El problema es que muchas de esas grandes empresas son cotizadas que no pasan por su mejor momento en bolsa. 

Eso es lo que realmente me preocupa. La evolución de la bolsa. Básicamente por las posibilidades de que fondos buitre se puedan quedar con empresas españolas que se ocupan de servicios esenciales. Hay que evitar que empresas críticas caigan en manos de oportunistas tras la crisis.

El Gobierno no puede permitir que los especuladores campen a sus anchas y que cuando acabe la crisis alguna de estas compañías haya caído en manos de alguien que solo quiere especular. 

¿Cómo se puede evitar que eso ocurra? 

No soy un experto, pero creo que el estado de alarma puede dar opciones de intervenir si fuera necesario. Si no es así habrá que buscar la manera de hacerlo. España ha hecho dejación durante los últimos 40 años a la hora de intervenir en sectores estratégicos y lo ha pagado. En Italia o Francia el Gobierno es propietario de eléctricas, por ejemplo. 

Hay que dotar el sistema de recursos económicos y lograr que las personas que formen parte de un ERTE puedan tener el 100% del salario. 

¿Y qué pasa con los autónomos? 

Junto con la patronal también hemos pedido medidas para autónomos, sobre todo los unipersonales. Por ejemplo, para los taxistas, comerciantes o bares que en muchos casos son unipersonales. 

Sin actividad no hay ingresos, y parece muy evidente que es necesario suspender las cotizaciones y los cobros de impuestos o tasas de ayuntamientos y comunidades autónomas. No se trata solo de que les den aplazamientos. Debería estudiarse también que puedan cobrar alguna prestación mientras dure la crisis. 

Ojo, que esto lo dice una organización que se caracteriza por subir impuestos. No es el momento. Ahora se trata de que el Estado utilice sus recursos para hacer frente a las necesidades, que para eso se han pagado ya muchos impuestos. 

Habría que ver también qué ocurre con las empresas estatales como AENA o ADIF.   No hay que olvidar que en aeropuertos y estaciones de tren hay comercios que pagan cánones muy elevados. Habrá que plantearse cómo se compensan estas situaciones. 

Para luchar contra la crisis sanitaria y la económica se necesitan recursos. ¿Deberían aprobarse nuevos Presupuestos tal y como ha pedido Sánchez en los últimos días? 

Era momento ayer, es hoy y será más importante mañana. Con los presupuestos actuales es difícil cubrir las necesidades sanitarias y sociales que se van a producir. El Gobierno tiene un margen muy escaso. 

Es un buen momento para que las fuerzas políticas hagan una demostración de patriotismo. Eso supone ponerse de acuerdo en todas aquellas partidas que faciliten que las personas que están en mal momento puedan mejorar su situación. 

Desde la perspectiva de país sería positivo generar acuerdos presupuestarios. No serían unas cuentas al uso y tendrían que marcar pautas para afrontar estas cuestiones tan inminentes. 

Aunque la recuperación pueda ser rápida tras el estado de alarma, es evidente que el crecimiento no va a ser igual al que teníamos previsto. ¿Cómo afectará la coyuntura económico a la negociación de los cambios de la reforma laboral? 

La recesión es algo que en este momento no está encima de la mesa. Además, los organismos internacionales tienen últimamente tendencia a equivocarse en sus previsiones. 

El plan de concertación abierto con el Gobierno debe mantenerse porque no hay medidas que vayan a tomarse de forma inminente. Se están llevando a cabo negociaciones. Pero en ningún caso planteamos suspender el proceso. 

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