Dos personas mayores pasean en Madrid.

Dos personas mayores pasean en Madrid. Eduardo Parra / Europa Press.

Macroeconomía

La pensión media de los jubilados durante 2025 ya es superior al sueldo de la mitad de los asalariados españoles

Los datos de la Seguridad Social apuntan a que la pensión anual media de los baby boomers recién jubilados está en los 24.108 euros, un 3,2% más que la mediana salarial española.

Más información: La otra cara del milagro económico de Sánchez: por qué los asalariados españoles son más pobres que en 2019

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La jubilación de la generación del baby-boom (los nacidos entre 1957 y 1977) cada vez se deja sentir más en el gasto público en pensiones, que todos los meses toca nuevo máximo histórico.

Se trata de una población que ha tenido salarios altos y largas carreras de cotización y esto se nota, también, en la pensión media que perciben, que está por encima de lo que cobra una gran parte de los asalariados.

Según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones correspondientes a agosto, los nuevos jubilados (es decir, los baby boomers) están accediendo a una pensión anual que está en los 24.108 euros brutos. Una remuneración que está por encima de lo que cobra más de la mitad de los trabajadores españoles.

Así lo indica la información más reciente del Instituto Nacional de Estadística (que data de 2023). Concretamente, el salario mediano, que divide a la población asalariada en dos partes iguales: la mitad de los trabajadores gana por encima de esa cantidad y la otra mitad gana por debajo. Dicho indicador está en los 23.349 euros brutos al año.

Según este dato, los jubilados más recientes perciben unas pensiones superiores a lo que cobra la mitad de los asalariados españoles. Como mínimo, un 3,2% más.

Esto no ocurre con la pensión media de jubilación. Pese a que ha subido un 6,15% respecto a agosto del año pasado y está en los 21.105,7 euros brutos anuales, el salario mediano sigue estando por encima.

En cambio, si se toma como referencia el salario más frecuente, la cosa cambia. Cabe recordar que el sueldo más habitual en España está, como máximo, en los 20.000 euros brutos anuales. Una cantidad que está por debajo tanto de lo que cobran los nuevos jubilados como de la pensión media de jubilación.

En términos generales, lo cierto es que la situación económica de los jubilados es más positiva que la de los trabajadores. Si se observan los datos de la renta media de los hogares del INE, la población jubilada cuenta con unos ingresos medios superiores a los de la población ocupada.

Concretamente, un jubilado cuenta con una renta media de 18.424 euros anuales, un 10% más que un ocupado (16.740 euros).

Hay varias razones para esta diferencia. Entre ellas, la propiedad de la vivienda (y pagar o no un alquiler) y que los jubilados han mantenido el poder adquisitivo durante las últimas legislaturas (por las medidas tomadas por el Gobierno al respecto), algo que no pueden decir los asalariados.

De hecho, si se toma como referencia 2018, la renta de un jubilado ha crecido un 31,6% mientras que la de un ocupado lo ha hecho un 27%.

Déficit contributivo

Cabe recordar que la nómina de pensiones ya suma más de 13.620 millones de euros mensuales y que va in crescendo. Supone la principal partida de los Presupuestos Generales del Estado (con prórroga o sin ella) y es la principal preocupación para la sostenibilidad futura de las cuentas públicas.

No es para menos. Pese a los incrementos de las cotizaciones ejecutados mediante las reformas de la Seguridad Social del exministro José Luis Escrivá (hoy gobernador del Banco de España), los ingresos por esta vía siguen sin ser suficientes para pagar el gasto que suponen las prestaciones contributivas.

De hecho, los importantes aumentos experimentados por el gasto en pensiones y bajas médicas o por incapacidad temporal elevan el déficit contributivo por encima de los 5.000 millones de euros en lo que va de 2025.

El déficit contributivo se genera cuando los ingresos por cotizaciones sociales (contribuciones de trabajadores y empresas) no están al mismo nivel que los gastos en prestaciones contributivas dentro del sistema de Seguridad Social.

Es decir, que en el lado de los ingresos deja fuera importantes ayudas como las transferencias del Estado y en el lado del gasto no tiene en cuenta el pago de prestaciones no contributivas, como el ingreso mínimo vital (IMV).

Y las cotizaciones sociales no están creciendo lo suficiente. Según los datos de la Seguridad Social a cierre del primer semestre de este año, la recaudación por esta vía experimentó un incremento de casi el 7% respecto al mismo periodo de 2024, llegando a los 86.383 millones de euros.

Sin embargo, con esta cantidad no se cubren los pagos que se han tenido que afrontar en prestaciones contributivas. Por un lado, hasta junio la partida destinada a pensiones ha experimentado un incremento del 5,78%, hasta los 77.900 millones.

Por el otro, está el gasto destinado a bajas médicas y otras prestaciones contributivas. Esta partida ha requerido hasta junio el abono de más de 11.186 millones de euros, un notable 10,3% más que el año pasado.

Esto sumado a transferencias internas de la Seguridad Social (por valor de 2.328 millones) da pie a un gasto contributivo de 91.421 millones.

Por tanto, los ingresos por cotizaciones sociales no llegan para sostener el gasto contributivo. De ahí el déficit contributivo de más de 5.000 millones mencionado, y que se irá incrementando (según fuentes conocedoras a esta operativa) según avance el año.

Todo ello pese al buen momento que experimenta el empleo, que permite a la Seguridad Social disponer de cifras récord de cotizantes. A ello se suman las reformas del Gobierno de Pedro Sánchez que han llevado a sustanciales incrementos de estas aportaciones de empresas y trabajadores.

Este es el caso del incremento gradual de las bases máximas y la creación de la cuota de solidaridad, que supone un recargo sobre los salarios más altos del 1% en este 2025, con un alza de 0,25 puntos porcentuales al año hasta alcanzar el 6% en 2045.

Además, está el mecanismo de equidad intergeneracional (MEI), un recargo que se aplica de forma indiscriminada (y que aumentará anualmente) y que está pensado para equilibrar las cuentas de la Seguridad Social y llenar el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, la conocida como hucha de las pensiones.

El MEI se puso en marcha en 2023. Respecto al primer semestre de ese año, su recaudación se ha disparado un 98%, hasta los 2.352 millones de euros en el primer semestre de 2025.

Pese a ello, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha alertado en unos de sus últimos informes de que estas medidas no han mejorado la sostenibilidad a largo plazo del sistema con respecto a años anteriores. El gasto en pensiones seguirá creciendo y se estima que subirá en 3,4 puntos porcentuales del PIB hasta 2050, cuatro décimas más de lo previsto hace dos años.

El déficit contributivo provoca que, para equilibrar sus cuentas, la Seguridad Social necesite aportaciones del Estado (obtenidas a través de impuestos, claro) anualmente. Este año, dicha aportación se eleva por encima de los 29.000 millones, un 6,7% más que en el primer semestre de 2024.

Con esto, además de compensar el déficit contributivo, se pagarán lo que el exministro Escrivá vino a llamar "gastos impropios" de la Seguridad Social, entre los que se cuentan principalmente las prestaciones no contributivas. En el primer semestre suman ya 10.361 millones de euros, un 10,4% más que el año pasado.

Habrá que ver cómo acaba 2025, pero, por ahora, ni un mercado laboral en alza ni unas cotizaciones de récord logran sacar a la Seguridad Social de sus números rojos. Unas cifras negativas que siguen aumentando con llegada de nuevos jubilados.