Bruselas

Desde el estallido de la crisis financiera de 2008, España y Holanda han sido antagonistas constantes en la mayoría de debates europeos. El choque alcanzó cotas máximas cuando el expresidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, sugirió que los problemas de los países del sur se debían a que se gastaban el dinero en "mujeres y copas". El sucesor de Dijsselbloem, Wopke Hoekstra, provocó otro conflicto diplomático al pedir a Bruselas que investigara por qué Italia y España no tenían recursos suficientes para afrontar la crisis del coronavirus

Holanda lidera el club de los países 'frugales' (en el que también están Austria, Suecia, Dinamarca y Finlandia), que se opuso hasta el final a la creación del fondo de 800.000 millones Next Generation, concebido para salir al rescate de Madrid y Roma. En el reciente debate sobre los precios de la luz, el primer ministro Mark Rutte ha sido uno de los principales oponentes al plan de Pedro Sánchez para intervenir el mercado eléctrico europeo

Todo este largo historial de desencuentros explica la sorpresa con la que se ha recibido en Bruselas el acuerdo entre España y Holanda sobre la reforma del Pacto de Estabilidad. Un pacto escenificado en una rueda de prensa conjunta de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, y la nueva ministra de Finanzas holandesa, la liberal Sigrid Kaag. El documento hispano-holandés, de apenas un folio y medio de extensión, es muy ambiguo e incluso contradictorio en varios pasajes, pero abre la puerta a relajar las reglas de la UE en materia de reducción de déficit y deuda.

"La presentación conjunta de un documento de España y Holanda, dos países que tradicionalmente han tenido posiciones diferentes en el ámbito en particular de las reglas fiscales, envía un mensaje muy importante. Este es el momento de la unidad y de la determinación y tenemos que avanzar en aquellos debates que son estratégicos para el futuro de la Unión", sostiene Calviño. 

"En particular, tenemos que avanzar a un marco de reglas fiscales que responda a las necesidades y a los retos actuales y de futuro de todas nuestras economías", ha subrayado la vicepresidenta primera.

"El mensaje político es: no perdamos tiempo y energía en diferencias superficiales. Centrémonos en los puntos en común, construyamos a partir de ellos y demostremos a nuestros ciudadanos y contribuyentes que la Unión Europea es más que un mercado único, es una comunidad de valores y una potencia económica", sostiene la ministra de Finanzas holandesa.

Ambas aseguran que su documento ha recibido una acogida "positiva" entre el resto de socios del Eurogrupo. De hecho, tanto su presidente, Paschal Donohoe, como el comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, han elogiado a España y Holanda por haber enterrado sus diferencias en materia de disciplina fiscal y haber elaborado una propuesta con puntos de encuentro entre el sur y los frugales.

Geometría variable

Con su acuerdo, España y Holanda se adelantan al eje franco-alemán, que tradicionalmente es el motor de los compromisos a escala de la UE. De hecho, Pedro Sánchez y Mark Rutte ya firmaron una primera alianza en marzo del año pasado cuyo objetivo era contrarrestar las tentaciones proteccionistas de París y Berlín, a las que se ha sumado Italia desde la llegada al poder del expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.

El Gobierno de Pedro Sánchez prosigue así su estrategia de geometría variable en materia de pactos dentro de la UE. Si hace dos semanas selló una alianza con un país del sur (Portugal) para lograr la "excepción ibérica" en la rebaja de la factura eléctrica, ahora cambia de pareja con uno de los Estados miembros que abanderan la disciplina presupuestaria en Europa.

El documento conjunto de España y Holanda deja intactos los límites previstos en el Pacto de Estabilidadque fija la obligación de reducir el déficit por debajo del 3% y la deuda pública por debajo del 60%. El Pacto se congeló en marzo de 2020, tras el estallido de la pandemia, y en teoría volverá a aplicarse en 2023, aunque la guerra en Ucrania podría forzar otro año de suspensión. Una prórroga que podrían apoyar tanto España como Holanda, según ha indicado Kaag.

La principal cesión de Rutte es dar por enterrada la regla que obliga a reducir cada año una veinteava parte de la deuda pública por encima del umbral del 60%. Como la pandemia ha disparado el endeudamiento de la mayoría de Estados miembros a niveles sin precedentes, aplicar esta regla en países como España o Italia asfixiaría de inmediato el crecimiento.

En su lugar, Calviño y Kaag proponen itinerarios de reducción de la deuda individualizados y ajustados a la situación de cada Estado miembro. "En un contexto de mayores niveles de deuda, los Estados miembros deben comprometerse de manera creíble a construir colchones para estar preparados para el próximo shock, a través de estrategias de consolidación específicas para cada país que sean realistas, graduales pero ambiciosas, y compatibles con el crecimiento económico y la creación de empleo", reza el texto.

"Alcanzar esos objetivos requiere de continuas reformas económicas, inversiones públicas de alta calidad y una mejor composición de las finanzas públicas para garantizar que la reducción de la deuda no dependa únicamente de consolidación", subraya la posición común hispano-holandesa. Los dos países abogan por dejar más margen de maniobra a los Estados miembros a la hora de definir sus propias sendas de ajuste presupuestario, en lugar de los actuales objetivos de déficit fijados desde Bruselas.

Sanciones para los incumplidores

Como contrapartida, Holanda exige (y España ha aceptado) "salvaguardas claras para garantizar que la Comisión y el Consejo adopten las medidas necesarias para hacer cumplir las reglas". Es decir, más garantías de que habrá sanciones (palabra que en ningún momento se menciona) para los incumplidores

Los dos países están de acuerdo en la necesidad de simplificar la maraña de reglas que sustenta el Pacto de Estabilidad, cuyo último manual de instrucciones supera el centenar de páginas. En su lugar, Holanda y España apuestan por dar prioridad a una regla que limite el aumento del gasto público al crecimiento a medio plazo del producto interior bruto (PIB), con cláusulas de escape para momentos de crisis.

"La transformación de los objetivos a medio plazo en una simple regla de gasto

también contribuiría a hacer las reglas más comprensibles, más fáciles de hacer cumplir y más contracíclicas, especialmente si se combina con cláusulas de escape bien definidas para acontecimientos extraordinarios fuera del control de los Gobiernos", prosigue el documento.

En lo que España ha tenido que ceder para pactar con Holanda es en su pretensión de introducir una 'regla de oro' que permitiría excluir determinadas inversiones (en particular en la transición climática) del cálculo del déficit. Eso sí, el documento conjunto insiste en múltiples pasajes en la necesidad de impulsar la inversión pública, tanto a nivel nacional como de la UE.

El acuerdo tampoco hace ninguna mención a una posible prórroga del fondo de 800.000 millones Next Generation, una medida que defiende España con el fin de contar con un instrumento anticrisis permanente en la eurozona. En contraste, Holanda mantiene su oposición a cualquier nueva iniciativa que suponga una emisión conjunta de deuda por parte de la UE.

Noticias relacionadas