La economía española está abocada a la peor recesión de su historia. No hay vuelta atrás y revertir la caída del 18% del PIB que se registró en el segundo trimestre del año no será sencillo. Se ha formado una tormenta perfecta que aboca a nuestro país a tener que remar contracorriente y más que ninguna otra economía para dar la vuelta a la situación. 

La batuta la lleva en este momento la situación sanitaria. El aumento de los contagios en las últimas semanas está empezando a provocar un frenazo en el consumo tras el aumento en forma de V tras la vuelta a la normalidad. Datos de Caixabank Research muestran cómo la semana del 20 al 26 de julio el pago con tarjetas cayó un 13% respecto al año anterior; un punto porcentual más que la semana anterior cuando la evolución era del -12%. 

Datos de BBVA Research destacan cómo esa misma semana las provincias con mayores rebrotes notaron una fuerte contención del gasto. Así, por ejemplo, en Zaragoza bajó seis puntos respecto a la semana anterior; Huesca retrocedió siete puntos; Guipúzcoa se dejó también seis puntos por el camino y está a punto de ver cómo el consumo vuelve a tasas negativas, algo que ya ocurre en Barcelona con una caída del -5%. 

Evolución provincial del gasto con tarjeta con datos de BBVA.

Estas cifras indican el temor de la ciudadanía en las zonas afectadas a salir a consumir. No tanto en bienes de primera necesidad en el comercio minorista; sí a acudir a lugares de ocio y restauración (una caída del 7% interanual y dos puntos más que una semana antes). 

Esta ralentización del consumo se produce en un contexto en el que todavía no han vuelto medidas extremas de confinamiento. No podemos olvidar que durante el segundo trimestre del año (la época más dura), el gasto en consumo final cayó un 15,2%. Si sólo se tuviera en cuenta a los hogares la caída alcanzaría el 21,2%, según reflejaba este viernes la Contabilidad Nacional. 

Gasto en tarjetas elaborado por Caixabank.

Junto a esa evolución del consumo, conviene también fijarse en la inversión. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan cómo la inversión se desploma un 30,8% “lo que supone una gran destrucción de capital que tardará meses (por no decir años) en recuperarse”, según el economista Javier Santacruz. 

¿Dónde ha disminuido más el ritmo inversor? Viviendas, otros edificios y construcciones se retrae un 31%; la inversión en maquinaria, bienes de equipo y sistemas de armamento cae un 32,3%; mientras que la relacionada con productos de la propiedad intelectual se deja un 10%. 

Se abre, por tanto, un escenario de incertidumbre en el que el proceso de internacionalización vivido durante la pasada crisis debería ayudarnos. Sin embargo, los rebrotes en Europa y el confinamiento en Latinoamérica (que todavía se mantiene) han llevado también a que las exportaciones caigan un 33,3%. 

¿Podrán recuperarse a corto plazo? No parece probable. Máxime si se tiene en cuenta que el PIB de Alemania cayó un 10% en el segundo trimestre; el de Francia un casi un 13,8%, mientras que el de Italia se redujo un 12,4% (con un tejido económico muy similar al español). 

Datos de PIB de los principales países europeos publicado por Bloomberg.

Tal y como destacan desde Bankia Estudios, en el tercer trimestre se espera una recuperación muy fuerte. Sin embargo, “no sólo no compensará el desplome del segundo trimestre, sino que será muy desigual tanto por sectores como países”. 

No sólo eso, es que la llegada de las ayudas europeas no va a ser inmediata. Una vez recibido el visto bueno de los Parlamentos nacionales, el 70% de las ayudas no serán efectivas hasta principios de 2021, y para el resto habrá que esperar hasta 2023. Es decir, que todavía tardarán en notarse sus efectos reales sobre la economía española. 

Y para que eso ocurra, como recuerda el presidente del Conejo General de Economistas, Valentí Pich, lo primero que se necesita es que haya unos Presupuestos “consensuados por la mayoría de los partidos y tengan en cuenta políticas anticíclicas e incluyan medidas para favorecer los sectores de I+D+I que potencien la productividad y la formación, sobre todo de las nuevas generaciones”.

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