La crisis política francesa deja sine die las reformas estructurales pendientes y el recorte de gasto millonario que necesita su economía. Los analistas ya advierten que la deuda pública puede llegar al 125% del PIB en 2030 y ahogar al Estado si no se pone remedio cuanto antes.
Hace más de tres años que todos los análisis sobre la economía francesa apuntan a la imposibilidad de aumentar más el gasto público. Han sido muchos ejercicios de derroche por encima de sus posibilidades y un déficit crónico que no baja del 5,5% del PIB, muy por encima de lo que marca Bruselas.
Primero Barnier, luego Bayrou y ahora Sébastien Lecornu, que no ha llegado ni siquiera a formar un Gobierno, aunque ahora le hayan encargado otro. Emmanuel Macron lleva un año sin acertar con sus primeros ministros en un país que necesita endeudarse para gastar más, al que se le acaba el crédito.
Básicamente, Francia ha perdido el elevado nivel de consumo doméstico ante unas clases altas adineradas que sufren los impuestos más altos de Europa, y unas clases medias a las que se les han cortado las subvenciones, por falta de margen en el gasto público.
Esa brecha económica se deja ver en los extremismos que conforman su Asamblea Nacional. Los partidos de izquierdas rechazan el recorte de 50.000 millones en el gasto que proponen los ministros de Macron y una reforma de las pensiones que eleva de 62 a 64 años la edad de jubilación.
Los partidos de la ultraderecha, con la Agrupación Nacional de Le Pen a la cabeza se aprovechan de la situación y captan votos descontentos de toda clase social. Y el centro derecha de Macron y su nuevo partido Renacimiento lleva más de tres años ya solo, sin opciones de gobernar con estabilidad.
"La caída de los gobiernos de centro-derecha durante los debates presupuestarios y la incapacidad para formar una coalición gubernamental duradera enturbian las perspectivas fiscales y políticas del país", alerta Thomas Gillet , director, analista del sector público y soberano de Scope Ratings.
Esta agencia, una de las más importantes de Europa, mantuvo hace apenas una semana la calificación crediticia de Francia en AA-, pero bajó la perspectiva de "estable", a "negativa". Tras el fiasco de Lecornu, advierte que las opciones de que haya un Presupuesto y se puedan recomponer sus finanzas son "peores de lo previsto".
La rentabilidad del bono (OAT) se ha colocado en el 3,6%, lo que encarece la financiación de la deuda francesa y eleva el riesgo para su economía. Los grandes bancos franceses -Société, BNP o Crédit Agricole- han sufrido en el mercado con caídas que arrastran al CAC-40 de su bolsa.
Alex Everett, director de inversiones sénior Aberdeen Investments, admite la incertidumbre que se crea, pero observa que, en general, "las operaciones con bonos OAT siguen siendo bastante ordenadas, a pesar del ruido político".
Desde agencias como XTB, advierten que la prima de riesgo francesa está ya en un récord de 89 puntos y el país ha recibido varias advertencias de más rebajas de rating, algo que "elevará aún más sus costes de financiación aumentando sus dificultades para los acuerdos presupuestarios".
Macron decide
Más allá de la crisis económica y de deuda en Francia, los mercados están a la espera de lo que vaya a ocurrir, con un Macron decidido a que Lecornu repita e intente de nuevo formar un gobierno.
No se descartaba que pudiera nombrar otro primer ministro y seguir buscando un consenso que saque adelante las reformas que desbloqueen su deuda; o convocar nuevas elecciones presidenciales, que le llevarían a un camino que ya ha recorrido en el último año.
Fuentes del mercado español que operan en Francia advierten que el gran problema que tiene el país es la necesidad de dinero público para apuntalar la reindustrialización de su economía.
Una idea que parece no haber calado en unas fuerzas políticas más interesadas en "tumbar" a Macron que en buscar soluciones para el país.
Desde el sector financiero español recuerdan que Francia no deja de ser la segunda mayor economía de Europa, muy unida ahora al Ejecutivo alemán y con un reto geostratégico en materia de energía y defensa de gran envergadura.
A pesar de las tensiones políticas, desde el mercado se apuesta por que Macron no tirará la toalla y buscará consensos en Europea, aunque para ello tengan que ejercer toda la presión sobre órganos como el BCE o la Comisión Europea.
Una de las claves que se maneja en el mercado es que el nuevo gobierno que nombre ahora Lecornu se acerque más a las peticiones del partido socialista. Una opción que no bajaría las tensiones sobre deuda y déficit, pero contendría el declive político.
Otras grandes agencias, como Natixis, quitan hierro a la situación porque "ni los inversores ni los mercados se sorprenden por el estancamiento político y probablemente hayan aceptado que la situación permanecerá congelada hasta las próximas elecciones presidenciales".
