El primer ministro francés Sébastien Lecornu ha presentado este lunes su dimisión al presidente de la República, Emmanuel Macron, tras menos de un mes en el cargo y tras nombrar a sus nuevos ministros la noche anterior.
Lejos de las promesas de ruptura, Lecornu había apostado tras semanas de consultas con el resto de formaciones políticas por el continuismo conservador. Casi todas las caras eran las mismas que en el equipo del malogrado François Bayrou.
La última víctima de la "carnicería política" —como comenta más de un analista francés— ha declarado en su comparecencia pública que trató de dialogar con los sindicatos y las patronales para buscar soluciones. Pero, ha sentenciado, "uno no puede ser primer ministro cuando no se dan las condiciones para serlo", y ha acusado al resto de grupos políticos de tener la cabeza en adelantar las elecciones presidenciales y no en la formación de un gobierno funcional.
Lecorunu durante su comparecencia ante los medios.
"Siempre hay que priorizar el país sobre el partido", ha dicho, en un mensaje que puede ir dirigido en todas las direcciones. "Hay que saber escuchar a los partidarios, pero pensar siempre en el pueblo francés".
El líder del Partido Socialista, Olivier Faure, ha alabado su resolución. "Acaba de dimitir con dignidad y honor", y algo más: "Me preguntaba si aún quedaba un gaullista en este país. Lo había".
Lecornu, que entró en política seducido por Nicolas Sarkozy, ve cómo el partido de su maestro, Los Republicanos, prefirió la caída de este breve gobierno antes que formar parte de él. Ahora Macron tiene un grave dilema sobre la mesa. Acaba de perder a su quinto primer ministro en dos años y puede intentarlo con un sexto.
Pero con la popularidad por los suelos y la soga al cuello, sus rivales políticos piden algo más: que dimita —el único presidente que lo hizo antes fue De Gaulle— y convoque elecciones.
"A quienes aún creen que podríamos gobernar sin la izquierda, les digo: se equivocan", ha lamentado la ministra de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runnacher, defensora de formar un equipo de gobierno con quienes ganaron las elecciones parlamentarias. "No podemos avanzar sin enviar señales contundentes, sin conectar con quienes, a pesar de nuestras diferencias, comparten la misma exigencia: servir a Francia y al pueblo francés".
"Macron está agonizando y condenando al país a una crisis de régimen", ha reaccionado la diputada Clémentine Autain, del Frente Popular. "Llamo a la izquierda y a los ecologistas para que reafirmemos juntos nuestra voluntad de gobernar. Y para que nos preparemos juntos ante cualquier posibilidad de elecciones anticipadas".
El alcalde de Cannes, David Lisnard (de Los Republicanos), ha tuiteado que "el interés de Francia exige que Emmanuel Macron programe su dimisión, para preservar las instituciones y desbloquear una situación que es inevitable desde la absurda disolución".
"Tras la dimisión de Lecornu, pedimos que se examine de inmediato la moción presentada por 104 diputados para la destitución de Emmanuel Macron ", ha reaccionado el líder de Los Insumisos, Jean-Luc Mélenchon, principal líder de la izquierda radical.
No piden otra cosa los grandes adversarios del macronismo, la derecha radical de Marine Le Pen.
En una entrevista televisiva, el presidente de la Agrupación Nacional, Jordan Bardella, ha sentenciado que "el efímero primer ministro no tenía margen de maniobra". "Sin duda, fue Macron quien formó este gobierno", y ha asegurado que el presidente "no comprende la situación en la que nos encontramos".
La jefa del movimiento ha sido más tajante. "Estamos al final del camino, no hay solución y no la habrá mañana", ha añadido Le Pen. Eso y que "la farsa ha durado demasiado", y que "la única decisión sensata en estas circunstancias es volver a las urnas y que los franceses den un rumbo al país".
La política francesa se ha vuelto todavía más inestable desde la decisión del presidente de la República de convocar elecciones parlamentarias anticipadas el año pasado. El parlamento que nació lo hizo aún más fragmentado y sin mayorías sencillas. Sentó las bases de una Francia ingobernable.
