Sánchez y Xi Jinping este viernes en Pekín.

Sánchez y Xi Jinping este viernes en Pekín. Efe

Economía

El anhelo de Trump que esconde su pulso con China: obligarla a producir en EEUU y 'humillarla' frente al dólar

El acercamiento de Europa a los mercados orientales, con Sánchez como protagonista, se ve como una baza negociadora de la UE de alto riesgo ante Washington.

Más información: Bruselas avisa a Trump de que sus aranceles dañan sobre todo a EEUU: le restan hasta un 3,3% del PIB frente al 0,6% en la UE.

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El período negociador de tres meses que ahora se abre entre la Administración Trump y el resto del mundo no oculta el ensañamiento que EEUU tiene contra China, a la que culpan de la huida de sus fábricas y de todo el deterioro socioeconómico americano. Incluso, de la gran crisis financiera de 2008.

Si hacemos caso al guion que hasta ahora ha llevado la Casa Blanca con unos aranceles que han estado trece horas en vigor, lo que queda son las tasas básicas del 10% para Europa y el resto del mundo y un anhelo: humillar a China hasta el punto de que sea Xi Jinping quien se avenga a pedir ayuda a EEUU y su todopoderoso dólar.

Todas las negociaciones son posibles, mezclando política de seguridad y derechos energéticos con aranceles arriba o abajo. Pero en el caso de China, la meta expresada por los asesores de Trump no descarta que sean los propios chinos quienes vuelvan a abrir fábricas en suelo americano.

El planteamiento básico del consejero económico Stephen Miran, que Trump ha seguido al pie de la letra hasta ahora, prevé como alternativa a los aranceles el compromiso de hacer grandes inversiones industriales en EEUU, "con China a la cabeza".

No solo eso: busca además fórmulas para garantizar que los chinos cumplan con lo que se pacte, entre lo que se propone incluso "la incautación de la cartera del Tesoro chino, para asegurarse de que respetan un acuerdo como este", dice el guion de los asesores de Trump.

"Probablemente, primero se tratará de los aranceles y luego de un acuerdo, ya que esto último requiere cierto grado de presión para tomar forma", señala Miran, seguro de que al final se impondrán las tesis americanas tras la espiral de aranceles en liza.

En su último discurso en Florida, hace apenas dos días, el economista de cabecera de Trump culpaba a los chinos hasta de la gran crisis financiera de 2008, por inyectar miles de millones de dólares al crédito inmobiliario en EEUU "sin preguntarse por la idoneidad de las inversiones" y alimentar la burbuja.

"Por lo tanto, China desempeñó un papel significativo en el nacimiento de la crisis financiera mundial. Se tardó casi una década en recuperarse, hasta que el presidente Trump nos puso de nuevo en marcha durante su primer mandato", remachó en su última intervención pública.

Baza de alto riesgo

El acercamiento estratégico de Europa a los mercados orientales, con Sánchez como protagonista accidental, además de ser una opción para diversificar exportaciones frente a los aranceles de EEUU, se ve por los analistas internacionales como una baza negociadora de la UE de alto riesgo ante Washington.

En el ideario de los norteamericanos todo vale contra China. Se contempla incluso presionar a otras zonas o países concretos con el escudo de defensa o la exportación de gas y petróleo para que luchen junto a ellos contra el poderío comercial chino.

El primer aldabonazo arancelario de Trump se ha visto truncado por la presión de las grandes empresas, con pérdidas millonarias insoportables en apenas dos días y Wall Street en caída libre.

A ello se ha unido la depreciación del dólar en el mercado de divisas (al contrario de lo que preveían los asesores de Trump) y la venta de deuda corporativa (una buena parte en manos chinas), que amenazaba con asfixiar los gastos financieros de EEUU a largo plazo.

Pero eso ha sido la primera batalla. El guion del equipo de Trump mientras negocia con el resto del mundo, pasa por dejar vacías las fábricas chinas, que el "control de capitales" se le vaya de las manos a Xi Jinping y ese dinero se instale en EEUU.

Por lo pronto, China ha plantado batalla y será complicado que exporte parte de su producción industrial al extranjero de una manera que cree puestos de trabajo para los no chinos. "Esto probablemente requeriría largas negociaciones o un gran grado de presión para hacerlo", admiten los asesores de Trump.