El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, llegó este jueves a Pekín.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, llegó este jueves a Pekín. Efe

Economía

Bruselas espera 'controlar' el aluvión de exportaciones chinas para compensar la inflación que generen los aranceles

El presidente del Gobierno lleva "deberes" a Pekín para evitar que la guerra comercial entre EEUU y China distorsione los mercados europeos.

Más información: Sánchez llega a Pekín en busca de un mayor acercamiento a Xi en plena guerra comercial tras las críticas de la Casa Blanca.

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El ensañamiento comercial de EEUU contra China ha acrecentado en la UE el temor a una avalancha de exportaciones de productos orientales, que se pretende tener controlada para evitar distorsiones en precios y competencia desleal frente a los productores europeos.

Detectar ese tipo de situaciones que distorsionen el mercado fue una de las primeras cuestiones que la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, le planteó a su homólogo chino, Xi Jinping, la semana pasada tras los aranceles de Trump, y que lleva como "deberes" el presidente del Gobierno español en su visita a China.

El objetivo que tiene Europa para ordenar esta situación es crear un mecanismo que identifique desviaciones comerciales provocadas por la inestabilidad comercial entre China y EEUU, de forma que se pueda frenar cualquier distorsión no deseada de mutuo acuerdo.

En ese contexto, algunos organismos como la Airef y analistas de instituciones como Funcas han reconocido que este aumento de la llegada de productos chinos puede producirse, pero no tiene por qué tener un efecto dañino a la economía si se controlan precios, hasta el punto de que incluso puede servir para rebajar la inflación.

Desde el punto de vista técnico, los economistas consultados admiten que va a ser muy difícil colocar en Europa o en otros mercados el gran volumen de ventas que China hace en Estados Unidos, si bien fuentes cercanas a Bruselas aseguran que la vigilancia de los flujos de bienes que lleguen a la Eurozona es ahora imprescindible.

El objetivo de esa nueva vigilancia comunitaria es doble: por un lado, que las exportaciones chinas no dupliquen o saquen del mercado bienes que ya se produzcan de forma competitiva en la UE; y por otro, que se puedan aprovechar los precios a la baja en todos aquellos segmentos inocuos para la industria europea.

Los últimos datos oficiales marcan unas ventas anuales de China a la UE en 2023 de 427.000 millones de euros, frente a unas exportaciones comunitarias a aquel país de 268.000 millones.

Se trata de un déficit comercial alto que no debiera dispararse ahora ante la cerrazón de las relaciones comerciales entre EEUU y China.

Tampoco en el caso español los datos son favorables. Al contrario, se vendieron a China productos por 7.467 millones el año pasado, tras varios años de ascenso, pero se importaron bienes por 45.174 millones.

Coches y porcino

No hay que olvidar que la UE impuso aranceles a los coches eléctricos chinos a finales del año pasado ante la llegada masiva de modelos baratos frente a los grandes productores alemanes y franceses, a lo que China respondió con un arancel al brandy y la puesta en cuarentena del porcino (principal exportación española) y los lácteos.

A pesar de la situación internacional y el encargo de Von der Leyen a Sánchez para estrechar relaciones entre la UE y China en plena guerra arancelaria mundial, el presidente español pondrá sobre la mesa en Pekín el máximo apoyo para el porcino, además de promover inversiones en automoción como las que hay proyectadas.

Están comprometidas y pendientes de materializar la planta de baterías para coches en Aragón, con 4.100 millones de inversión entre Stellantis y la china CATL, y se espera que haya más proyectos como el de Chery y Ebro-EV Motors, con una inversión público-privada estimada en unos 400 millones de euros.