Estados Unidos está en recesión técnica tras dos trimestres seguidos con un crecimiento del PIB negativo e inflación elevada, la más alta desde hace mucho tiempo. Eso se llama estanflación.

Aunque la población estadounidense en general aún no está notando el efecto de la situación económica. La creación de empleo sigue “robusta” (en palabras de Biden). Por eso el consumo interno sigue creciendo. Poco, pero crece. ¿Por qué se reduce el PIB de Estados Unidos? Porque las inversiones y el gasto público bajan.

Es lo normal. Cuando se quiere atacar la inflación hay dos medidas clásicas: la primera, aumentar el tipo de interés básico. Lo ha hecho la Reserva Federal. Sus dos últimas subidas suman un 1,5% (dos veces de 0,75 puntos). Eso encarece el crédito y, en consecuencia, baja la inversión. La segunda medida para reducir la inflación, vía reducción de la demanda, es disminuir los gastos públicos. Lo ha hecho el Gobierno del presidente Biden.

De manera que la de Estados Unidos es una estanflación con aumento de empleo. Sin embargo, lo normal es que, tarde o temprano, se frene la creación de empleo. Si no ocurre, la demanda no se reduce y la inflación tampoco. Por tanto, es de esperar que en Estados Unidos el segundo semestre de este año la inflación ceda, pasando de estanflación a recesión, con reducción de empleo, y luego al crecimiento en el 2023. Es la lógica de los ciclos económicos.

Como la economía española sigue sin recuperar el nivel del PIB de 2019 podría decirse que nuestro PIB es deficitario

¿Está España abocada a una situación de estanflación similar? Primero, en España, como en Estados Unidos, el empleo muestra una recuperación según la EPA del segundo trimestre. Bien es cierto que esa subida del empleo en España puede ser coyuntural y se desacelera. Los 200.000 puestos de trabajo creados en hostelería pueden pasar al paro o a situación de disponibles (si son fijos discontinuos) en otoño.

Segundo, como estamos en el trimestre del turismo, el PIB español crece. Por eso técnicamente no se puede hablar de recesión. Ahora bien, como la economía española sigue sin recuperar el nivel del PIB de 2019, al contrario que muchas economías europeas, podría decirse que nuestro PIB es deficitario, aunque formalmente crezca.

La previsión es que en el cuarto trimestre en España el incremento del PIB sea muy bajo o negativo (algo que nadie calcula, pero que no es descartable). Nos encontraríamos con una situación similar a la de Estados Unidos.

Por otra parte, el BCE no ha subido suficientemente el tipo básico de interés (sólo 0,5 puntos en julio) y los gastos públicos siguen subiendo (el techo de gasto aprobado por el Gobierno aumenta). Por eso es muy probable que la inflación se mantenga más tiempo que en Estados Unidos. La última cifra (julio) es de un 10,8% de crecimiento del IPC, con un 6,1% en la inflación subyacente. La más alta desde los años ochenta.

La diferencia entre la situación de Estados Unidos y la de España es que la velocidad de recuperación de ambas economías es diferente

Por tanto, se puede prever para el cuarto trimestre de 2022 y el primero de 2023 un crecimiento del PIB español bajo, nulo o negativo y mantenimiento de la inflación. Entonces España estaría en estanflación, porque ni el BCE ha sido suficientemente valiente para frenar la inflación con subidas de interés básico insuficientes, ni la Comisión Europea y el Gobierno español reducen los gastos públicos.

Estanflación, que es la peor de las situaciones para los sectores menos desfavorecidos. Se reduce la probabilidad de que encuentren trabajo los desempleados y los asalariados ven bajar su capacidad de compra.

La diferencia entre la situación de Estados Unidos y la de España es que la velocidad de recuperación de ambas economías es diferente. La de Estados Unidos, basada en un potente sector privado, con leyes laborales liberales, recupera los puestos de trabajo a toda velocidad cuando empieza a crecer su PIB. De manera que a finales de 2022 y principio de 2023 se empezará a crear otra vez empleo.

En España, con más del 50% del PIB en manos del sector público y leyes laborales más rígidas, esa recuperación es más lenta y, si ocurre, será en el segundo o tercer trimestre de 2023. Es el cálculo del Gobierno, que busca aplazar las elecciones hasta después de esas fechas. ¿Llegará sin romperse? Casi seguro, se juegan muchas sinecuras.

*** J. R. Pin es profesor del IESE.