Sabine Lautenschläger dimitió por sorpresa del directorio del BCE el miércoles

Sabine Lautenschläger dimitió por sorpresa del directorio del BCE el miércoles Ralph Orlowski/Reuters

Economía

Los estímulos de Draghi fracturan el consejo del BCE y Alemania vuelve a abandonar su ejecutiva

La última ronda de estímulos económicos impulsada por Mario Draghi ha provocado una división sin precedentes en Fráncfort.

28 septiembre, 2019 03:25
Bruselas

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¿Tiene Alemania un problema estructural con el Banco Central Europeo (BCE)? Ya no es sólo que los sucesivos presidentes del Bundesbank voten sistemáticamente en contra de las medidas de estímulo adoptadas por el BCE, ya sea para reflotar la inflación o incluso para salvar al euro. O que políticos y académicos alemanes denuncien a Mario Draghi ante su Tribunal Constitucional o ante el Tribunal de Justicia de la UE. Ahora, prácticamente se ha convertido en una tradición que los representantes alemanes en el BCE dimitan como forma de protesta silenciosa contra las políticas expansivas.

El último episodio se produjo el pasado miércoles con la renuncia inesperada de Sabine Lautenschläger (Stuttgart, 55 años), tres años antes de que concluya su mandato. Una dimisión con nocturnidad. A las 19:45, una hora muy tardía para Fráncfort, llegaba a las redacciones un comunicado del BCE que decía que Lautenschläger "ha informado al presidente Mario Draghi de que dimitirá de su puesto el 31 de octubre de 2019". Sin más explicaciones. Ni siquiera la tradicional excusa de "motivos personales" que suele aducirse cuando quiere esconderse la auténtica razón de una renuncia.

"La verdad es que su dimisión ha sido una sorpresa total. Es difícil no pensar que es una forma de protesta por el paquete de estímulos de septiembre. Era conocida la oposición de Lautenschläger a las compras de deuda", explica a EL ESPAÑOL Nadia Gharbi, economista de la división de gestión de patrimonios del grupo suizo Pictet. El pasado 12 de septiembre, Draghi logró aprobar otra ronda de estímulos monetarios para combatir el frenazo económico en la eurozona que incluye una rebaja de tipos y la reactivación del programa de compra de deuda pública.

Mario Draghi, durante su penúltima reunión en el BCE en septiembre

Mario Draghi, durante su penúltima reunión en el BCE en septiembre Ralph Orlowski/Reuters

Pero el nuevo despliegue de artillería pesada ha provocado una división sin precedentes en el Consejo de Gobierno del BCE. Los banqueros centrales de Alemania, Francia, Holanda y Austria han atacado en público a Draghi. El gobernador del Banco de Holanda envió incluso un comunicado a la prensa, gesto totalmente inusual, en el que sostiene que "este amplio paquete de medidas, en particular la reanudación de la compra de deuda, es desproporcionado en relación a las actuales condiciones económicas y hay motivos sólidos para dudar de su eficacia".

Las dimisiones alemanas, una forma de protesta silenciosa

La dimisión de Lautenschläger se interpreta como la última réplica de este terremoto, que llega con dos semanas de retraso. Pero no se trata de un caso único. "Es el tercer miembro alemán del Consejo de Gobierno del BCE que dimite", recuerda Gharbi. En febrero de 2011, el entonces presidente del Bundesbank Axel Weber, que era el candidato de Angela Merkel para dirigir el BCE, renunció en protesta por la compra de bonos griegos y portugueses durante la primera fase de la crisis de deuda europea. Su salida despejó el camino para el nombramiento de Mario Draghi.

En septiembre de ese mismo año, el representante alemán en el Comité Ejecutivo del BCE y economista jefe, Jürgen Stark, siguió los pasos de Weber y se marchó a casa por su rechazo al plan de compra de deuda de España e Italia que el entonces presidente, el francés Jean-Claude Trichet, acababa de activar con el fin de contrarrestar los ataques de los mercados contra los dos países. Tanto Weber como Stark alegaron "motivos personales" para explicar su renuncia. El sucesor de Stark en el directorio del BCE, Jörg Asmussen, también abandonó antes de hora en 2013, pero en su caso fue para ocupar un alto cargo en el Gobierno de Berlín.

En contraste con todas estas dimisiones, el actual presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, sobrevive en su cargo desde 2011. Es el único alemán que resiste, al menos de momento. Era uno de los candidatos más citados en las quinielas para suceder a Draghi al frente del BCE, pero su rechazo a todas las medidas que adoptó el italiano para salvar al euro le hicieron intolerable para muchos Estados miembros, en particular los del sur. En todo caso, Weidmann sigue ejerciendo de Señor no. "Un paquete de estímulos tan grande no era necesario", ha declarado tras la decisión de septiembre. 

¿Cuál es el impacto en el BCE de esta cadena de renuncias de representantes alemanes? ¿Está contribuyendo a socavar la credibilidad e incluso la legitimidad del BCE en Alemania? "Una dimisión siempre es preocupante porque es un signo de disconformidad con lo que opina la mayoría. En el caso del BCE, la mayoría sigue siendo partidaria de una política monetaria ultra expansiva que parece que no tiene límites. Pero con estas dimisiones, está claro que hay voces discordantes que cuestionan la efectividad de las medidas cuando los tipos son ya tan bajos", relata a este periódico Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia.

"El problema del BCE es que la política monetaria por definición es única, con una eurozona con 19 países, cada uno con situaciones macroeconómicas bien distintas. A unos les interesa mantener los tipos tan bajos (los deudores del sur), pero a otros (los acreedores del centro y norte, como Alemania) les interesa una subida para no penalizar sino incentivar a los ahorradores", señala Maudos.

"Esta oposición de Alemania a las últimas medidas del BCE se repite en otros aspectos de la construcción de la unión monetaria como la unión bancaria. Y el problema de fondo es el mismo: los alemanes no quieren compartir riesgo con otros países que tienen sectores bancarios con problemas de morosidad (sobre todo). Y por eso se paraliza avanzar hacia una verdadera unión económica y monetaria", apunta el catedrático de la Universidad de Valencia.

La única cuestión sobre la que hubo unanimidad en la reunión del Consejo de Gobierno del 12 de septiembre, según admitió el propio Draghi, fue en la petición a los Gobiernos que tienen margen de maniobra presupuestario (en particular Alemania y Holanda) de que gasten más para combatir la amenaza de recesión.

El BCE no puede apuntalar la economía en solitario, repiten también la Comisión o el presidente del Eurogrupo. De momento sin éxito: el Gobierno de Berlín se resiste a abandonar su sacrosanto equilibrio presupuestario.

Christine Lagarde, durante su examen en la Eurocámara para ser presidenta del BCE

Christine Lagarde, durante su examen en la Eurocámara para ser presidenta del BCE François Lenoir/Reuters

"Alemania podría ayudar con más gasto público ya que se lo puede permitir. Es importante recordar que Alemania lleva años con superávits externos (por lo que es acreedor de otros países), pero eso también es un desequilibrio porque implica vivir a costa de sus vecinos (todos le compramos a Alemania, pero ella nos compra poco, de ahí su elevado superávit comercial)", explica Maudos.

Sin mujeres en el BCE, salvo Lagarde

La dimisión de Lautenschläger tendrá como consecuencia inmediata que ya no haya ninguna mujer en el Consejo de Gobierno del BCE (que tiene 25 miembros) aparte de su próxima presidenta, Christine Lagarde. El brutal desequilibrio de género en Fráncort ha sido objeto de duras críticas tanto por la Eurocámara como por el propio Eurogrupo, pero éste sigue sin tomar medidas para corregirlo.

"Alemania tiene excelentes candidatas femeninas para el trabajo, como la vicepresidenta del Bundesbank, Claudia Buch, y especialmente Isabel Schnabel, miembro del Consejo Alemán de Expertos Económicos", asegura a EL ESPAÑOL el economista alemán Christian Odendahl, del Centre for European Reform.

"Creo que el Gobierno alemán se da cuenta de que lo que se necesita ahora es un alemán dispuesto y capaz de explicar la política monetaria a la opinión pública alemana. Un nombramiento como el de la profesora Schnabel podría impulsar la legitimidad del BCE en Alemania a medio plazo, ya que no sólo es una excelente economista sino también una gran comunicadora", sostiene Odendahl.

Lo que nadie pone en duda es que vaya a seguir respetándose el pacto no escrito según el cual las cuatro grandes economías de la eurozona deben estar siempre representadas en el Comité Ejecutivo del BCE, el directorio responsable de preparar las decisiones de política monetaria que cuenta con seis miembros (presidente, vicepresidente y otros cuatro). Es decir, Lautenschläger será sustituida seguro por un candidato alemán.

El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos

El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos Ints Kalnins/Reuters

Lo mismo pasa con el baile de sillas en la presidencia del BCE. La francesa Lagarde sucede al italiano Draghi y por ello el vicegobernador del Banco de Italia, Fabio Panetta, reemplazará en el Comité Ejecutivo al francés Benoît Coeuré, cuyo mandato expira el 31 de diciembre.

De hecho, no se ha presentado ningún candidato alternativo a Panetta, que será oficialmente designado en el Eurogrupo del 9 de octubre. Este pacto sólo se rompió en 2012 con la expulsión de España del Comité Ejecutivo en el punto álgido de la crisis de deuda. Una represalia que se subsanó el año pasado con la elección de Luis de Guindos como vicepresidente del BCE.

El resultado de todos estos cambios es que Lagarde va a encontrarse, cuando tome posesión como presidenta el 1 de noviembre, con un Comité Ejecutivo muy renovado pero también muy dividido sobre el papel de la política monetaria en el actual contexto de tipos muy bajos y amenaza de recesión. La francesa ha prometido mantener el legado de Draghi, pero a la vez insiste en que Alemania debe asumir el relevo en la lucha anticrisis. ¿Será capaz de reconciliar o al menos acercar posturas entre los dos bandos?