Economía

Polonia busca alternativas para decir adiós al gas ruso a partir de 2022

28 abril, 2019 10:42

Nacho Temiño

Varsovia, 28 abr (EFECOM).- El Gobierno polaco, que esta semana ha dado luz verde a la ampliación de su terminal de gas natural licuado (LPG), ve en este carburante una alternativa para superar su dependencia energética de Rusia antes de 2022, cuando expira el acuerdo de suministro a largo plazo con la compañía rusa Gazprom.

El gas ruso supone actualmente dos tercios del total de combustible que se consume en Polonia, algo que Varsovia quiere cambiar a partir de 2022.

Desde su victoria en 2015, el partido nacionalista-conservador Ley y Justicia ha insistido en su intención de diversificar las fuentes de abastecimiento del país para intentar reducir, incluso a cero, su actual dependencia del suministro ruso.

Para realizar este plan, el Ejecutivo polaco ha puesto en marcha un plan de diversificación, que incluyó la construcción en 2015 de la planta de gas natural licuado (LPG) de Swinoujscie, a orillas del mar Báltico, que esta semana ha recibido luz verde para ampliar su capacidad.

Los trabajos para aumentar la capacidad de la terminal están financiados por la Unión Europea a través de sus fondos de desarrollo regional (con una dotación que puede alcanzar los 128 millones de euros).

La terminal de LPG de Swinoujscie es la más grande en la región, y hasta aquí llegan los barcos metaneros cargados con gas licuado procedente de Qatar y, sobre todo, de Estados Unidos, país con el que Varsovia firmó el pasado año acuerdos para recibir suministros durante los próximos 20 años.

La gasística estatal polaca PGNiG cerró el pasado noviembre un acuerdo a largo plazo con el proveedor estadounidense Cheniere durante un acto en Varsovia al que asistieron el secretario de Estado de Energía de Estados Unidos, Rick Perry, y el presidente polaco, Andrzej Duda.

Polonia aspira a que Estados Unidos refuerce su presencia militar en su territorio, e incluso ubique una base militar estable, un objetivo que ha impulsado las compras de material militar estadounidense y también de carburante.

Con la ampliación, la planta aspira a aumentar su capacidad hasta los 10.000 millones de metros cúbicos, y para 2022 el Gobierno polaco pretender que suministre un 37 % del total del consumo (frente al 13 % que supone en la actualidad).

Además, Polonia espera recibir hasta 10.000 millones de metros cúbicos de gas del mar del Norte, para lo cual también el pasado noviembre se decidió construir un gasoducto que conecte Polonia con los yacimientos de gas escandinavos a través de Dinamarca.

Varsovia confía en que los suministros a la terminal de Swinoujscie, junto con este gasoducto que conectará Polonia con la plataforma noruega, puedan garantizar al país centroeuropeo la independencia de los combustibles importados de Rusia para 2022.

El gasoducto, que tendrá una extensión de 900 kilómetros y se denominará Baltic Pipe, debería estar operativo para octubre de 2022, y además dará a Noruega acceso directo a los mercados polaco y del resto de Europa Central y Oriental, y permitirá a Dinamarca obtener beneficios gracias a las tarifas de tránsito.

Para el ministro de Energía, Piotr Naimski, la finalización del gasoducto Báltico es una "cuestión de seguridad" para Polonia, ya que es clave para diversificar la dependencia de Rusia.

Esa dependencia mostró su peor cara durante las subidas de precios en plena temporada invernal, especialmente durante la pasada década, e incluso con los cortes de suministro temporales.

En el caso de que Polonia decida mantener su vinculación al gas ruso, Varsovia debería iniciar las negociaciones con Gazprom en diciembre de 2019.

En lo que respecta a sus países vecinos, la prioridad polaca es la conexión con Eslovaquia para lograr el acceso a otros mercados, a través de Hungría, dentro de un plan para rivalizar con el monopolio gasista que Rusia tiene en Europa Central y Oriental.

Varsovia también continúa con su férrea oposición al gasoducto Nord Stream 2, un proyecto que prevé la construcción de dos tuberías con capacidad para transportar más de 50.000 millones de metros cúbicos anuales de gas desde la costa rusa hasta Alemania, por el fondo del mar Báltico, evitando Polonia y otros países de la región.