Un mapa de España, con ilustración de inteligencia artificial en el centro, creado con IA.
De lo cotidiano al escepticismo: así conviven los españoles con la inteligencia artificial
Un estudio de Entelgy refleja que el 95% de los españoles ya usa la IA habitualmente, aunque solo uno de cada cuatro la usa a diario, mientras el miedo al sesgo y a la falta de regulación sigue marcando la agenda.
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España ha dejado de preguntarse si la inteligencia artificial será parte de su futuro. O, al menos, para los trabajadores españoles, ya lo es.
Más del 95% de los españoles asegura que la IA es ya una realidad en su vida y casi ocho de cada diez anticipa que tendrá un impacto “muy grande” o “grande” en apenas cinco años. Así lo asegura un estudio realizado por Entelgy, en el que se constata cómo esta toma de conciencia social no se traduce todavía en una adopción real en el día a día ni en la empresa.
De hecho, apenas un 25,3% afirma utilizarla de forma habitual en su vida cotidiana y sólo un 28,6% lo hace dentro de su puesto de trabajo.
Este contraste entre expectativas y realidad, entre el conocimiento y el uso, se ve con mayor claridad si cabe en el ámbito laboral. La mitad de quienes no la utilizan en el trabajo -el 50,9%- asegura que “no le aporta”, esto es, no ha encontrado casos de uso realmente interesantes para esta tecnología. Pero hay un dato aún más importante: otro 20,5% reconoce que su organización no le permite utilizar herramientas de IA.
La falta de capacitación es el tercer factor determinante de esta ecuación. Únicamente el 12% de los trabajadores de nuestro país ha recibido formación para utilizar IA en su trabajo. Es el caldo de cultivo perfecto para la “shadow AI”, ese uso informal y sin control de herramientas avanzadas que surge cuando las empresas tardan en ofrecer alternativas oficiales y formación adecuada para ellas.
Pero si hay un punto que vertebra todo el informe realizado por Entelgy, es la confianza. O mejor dicho, la falta de ella.
El 88,6% de los españoles afirma sentirse desprotegido frente a la IA y solo un 8,8% cree que existe una normativa lo bastante estricta. En ese sentido, ocho de cada diez muestran preocupación por la privacidad y más de la mitad, un 51,5%, considera que estos sistemas pueden reproducir sesgos de género o raza.
Paradójicamente, la ciudadanía está lejos de mantener una postura tecnófoba. Ya hemos aceptado que la IA podrá sustituir a personas “en ciertas áreas” (así lo afirman la mayoría de encuestados), pero también confiamos en que algunos atributos serán insustituibles, como la empatía (72,9%) y la moralidad o ética (70%).
Tanto es así que se observa una aceptación pragmática de los agentes de IA, la última evolución en automatización inteligente de procesos. Un 60,2% de los españoles asegura conocerlos y más de la mitad estaría dispuesto a recibir su apoyo en la vida diaria (55,6%), porcentaje que sube hasta 61,8% si hablamos del ámbito laboral.
La cuestión, empero, no es tan sencilla. Cuando entra en juego la salud o el ámbito legal, la respuesta se matiza: un 54,7% aceptaría interactuar con un agente, pero un 37,7% exige que haya supervisión humana.
Por ello no es de extrañar que los espacios donde hoy se percibe mayor utilidad de la IA sean terrenos de mucha menor criticidad. La investigación de Entelgy señala directamente al entretenimiento (58,3%) y la atención al cliente (47,4%). Quedan para más adelante usos complejos como educación, salud o servicios financieros, que la ciudadanía observa con interés, pero también con cautela.
En paralelo, aparece un dato que cuestiona uno de los debates más sensibles: la mayoría de los trabajadores (56,3%) no ve bien que la IA se entrene con datos de la población para convertirse en “más humana”. Y no podemos olvidar que la relación con el dato personal es un termómetro nítido del contrato social en torno a la IA.