Ataque de Israel sobre la ciudad de Gaza este miércoles.

Ataque de Israel sobre la ciudad de Gaza este miércoles. Reuters

Política Digital

La inteligencia artificial de Israel contra Gaza, bajo la lupa: algoritmos que marcan personas para eliminarlas

Desde el 7-0, Israel ha utilizado diferentes herramientas de IA para identificar objetivos, planificar ataques aéreos o controlar el paso de personas.

En España, Sumar ha pedido en el Congreso saber qué tecnología israelí importamos para evitar "que lleguen a nuestro país sistemas probados en el genocidio", según indica la diputada Tesh Sidi a DISRUPTORES.

Más información: Israel habla abiertamente de innovación militar… pero los resultados son secreto

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El 7 de octubre de 2023 marcó un punto de inflexión en el conflicto entre Israel y Palestina: a los ataques de Hamás, Israel respondió con una campaña militar de una escala inédita en Gaza y con un salto cualitativo en el uso de inteligencia artificial en todo el ciclo militar. Empero, esta guerra de base tecnológica no nació de la nada.

En 2021, durante la operación “Guardian of the Walls”, Israel ya había descrito aquel episodio como la “primera guerra de IA”, estrenando herramientas como Fire Factory y probando versiones tempranas de Gospel, ambas dedicadas al análisis masivo de datos para generar potenciales objetivos y planificar rápidos ataques aéreos a los mismos.

Entre 2020 y 2022, bajo el liderazgo del oficial de inteligencia Yossi Sariel en la Unidad 8200, la agencia de seguridad nacional israelí, se consolidó la estrategia de construir “bases de datos de objetivos” a partir de los rastros digitales de la población, lo que preparó el terreno para el despliegue masivo que llegaría tras el 7 de octubre.

En las cinco primeras semanas después de esa fecha, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) afirmaron haber atacado más de 15.000 objetivos. En el último gran enfrentamiento entre ambos, allá por 2014, Israel 'apenas' había atacado 6.000 objetivos en los primeros 51 días de ofensiva.

Las 'poéticas' armas de IA de Israel

Cada una de las herramientas de inteligencia artificial que emplea Israel tiene un nombre, a cada cual más poético o religioso que el anterior.

Lavender (Lavanda) es el caso más controvertido: un motor que, según una investigación de +972 Magazine, marcó a unas 37.000 personas como presuntos operativos de Hamás o Yihad Islámica en las primeras semanas de la guerra. Lo hizo cruzando enormes volúmenes de información visual, metadatos de teléfonos móviles, contactos, redes sociales, datos de campo y fotografías. Mandos israelíes admitieron que el sistema tenía una precisión en torno al 90%, lo que, por definición, deja un margen de error del 10% en decisiones que pueden acabar en ataques letales.

Gospel (Habsora, “El Evangelio”) llevó esa lógica al plano de las infraestructuras: una maquinaria de recomendación de edificios y estructuras que, de acuerdo con fuentes militares, fue capaz de generar más de 15.000 objetivos en el primer mes tras el 7 de octubre y producir hasta 100 nuevos blancos al día, cuando analistas humanos solían identificar en torno a 50 en todo un año.

Una tercera pieza, conocida como Where’s Daddy? (“¿Dónde está papá?”), rastrea a los objetivos señalados por Lavender y está diseñada para localizarlos en sus hogares —especialmente de noche—, un patrón operativo que eleva el riesgo de bajas civiles. Fire Factory, utilizado por primera vez en 2021, completa el conjunto como motor de planificación de ataques aéreos de alta velocidad, parte de lo que el estamento militar israelí denomina “combate impulsado por inteligencia”.

Más allá del frente puramente cinético, la IA y la visión por ordenador han permeado la vida cotidiana palestina a través de tecnologías de vigilancia. Red Wolf funciona en puestos de control de Hebrón, en la Cisjordania ocupada: escanea rostros y los clasifica con un código de colores —verde, amarillo, rojo— que orienta a los soldados sobre si dejar pasar, interrogar o detener.

Su antecesor, Blue Wolf, desplegado en Cisjordania y Jerusalén Este, “gamificó” la recolección de datos faciales: las unidades obtenían puntuaciones en función del número de palestinos registrados y recibían premios los batallones con mejores marcas.

En paralelo, la empresa israelí Corsight AI desarrolló un sistema de reconocimiento facial para uso militar en Gaza que se aplicó en controles a lo largo de las rutas de evacuación; su tecnología se complementaba según medios estadounidenses con las capacidades de identificación de Google Photos para reforzar la coincidencia facial entre quienes huían del combate.

Quién está detrás de toda esta IA

Detrás de estas capacidades opera un ecosistema nacional de defensa y ciberinteligencia con décadas de sedimentación. La ya mentada Unidad 8200 actúa como núcleo de innovación, con “The Studio” como puente entre soldados en activo y reservistas empleados en grandes tecnológicas como Meta, Google o Microsoft.

En la industria nacional, Rafael Advanced Defense Systems, empresa estatal de referencia, ha digitalizado su catálogo en torno a ciberseguridad, inteligencia, visión por computador e IA; además de ser la responsable del sistema antimisiles Iron Dome y de su evolución láser, Iron Beam.

Elbit Systems, el mayor contratista militar privado del país, es conocido por fabricar armamento y tecnologías que se han empleado en ataques en los que ha habido víctimas civiles palestinas; también colabora con Rafael en desarrollos láser y de defensa. Israel Aerospace Industries (IAI), por su parte, ha liderado el desarrollo de drones y sistemas de vigilancia que han sido probados en Gaza y, posteriormente, vendidos en mercados internacionales, consolidando contratos con fuerzas armadas de múltiples países pese a la controversia.

Un hombre lleva el cuerpo de su hijo tras los ataques de Israel este viernes en Gaza.

Un hombre lleva el cuerpo de su hijo tras los ataques de Israel este viernes en Gaza. Reuters

Pero es inevitable pensar en la dimensión internacional del andamiaje tecnológico de Israel. Microsoft, mediante Azure y tecnología vinculada a OpenAI, multiplicó por 200 el uso de sus servicios en Israel tras el 7 de octubre en comparación con el periodo previo. En entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL, su responsable de Inteligencia Artificial Responsable -Natascha Crampton- reconocía las relaciones comerciales con este país, pero añadía que "tras auditorías internas y externas, se concluyó que su tecnología no había sido usada para causar daño".

A su vez, Google y Amazon Web Services rubricaron en 2021 el contrato Project Nimbus, valorado en 1.200 millones de dólares, para proveer servicios de computación, inteligencia artificial y aprendizaje automático al Gobierno y al ejército israelíes. Diversas investigaciones internacionales señalan que Google colaboró directamente con las IDF tras el inicio de la invasión terrestre de Gaza, mientras Amazon aportó almacenamiento masivo a través de AWS.

A ese elenco se sumó también Palantir Technologies, que elevó su perfil en el país con su Artificial Intelligence Platform (AIP), orientada a apoyar la inteligencia en el campo de batalla y la toma de decisiones, desde el análisis de objetivos enemigos hasta la propuesta de planes operativos.

Críticas de la comunidad internacional

Las críticas a este uso de la inteligencia artificial durante el conflicto con Palestina no se han hecho esperar. Human Rights Watch documentó que cuatro herramientas digitales utilizadas por el ejército en Gaza se basaban en datos defectuosos y aproximaciones inexactas para informar acciones militares; y oficiales israelíes reconocieron que, en ocasiones, se dedicaban apenas 20 segundos a revisar las recomendaciones algorítmicas antes de autorizar ataques.

Por su parte, Amnistía Internacional denuncia la utilización de sistemas de reconocimiento facial (los ya citados Blue Wolf y Red Wolf) para rastrear a las familias palestinas sin consentimiento y así reforzar la segregación y el control en Cisjordania y Jerusalén Este, calificando dichas prácticas como parte de un "apartheid automatizado",

Las ONG denuncian el uso de la IA para crear un 'apartheid' automatizado, mientras la ONU cuestiona los controles efectivos sobre los errores de los algoritmos

El movimiento propalestino BDS va más allá y denuncia que "estos socios son la columna vertebral tecnológica de la ocupación ilegal y el régimen de apartheid de Israel. Venden IA no regulada y tecnologías en la nube utilizadas abiertamente por las fuerzas de ocupación de Israel para perpetrar genocidio en la Franja de Gaza ilegalmente ocupada y asediada".

Según esta organización, "describir los propósitos de la IA, como los ven estas empresas, como 'buenos' encubre su participación en la colonización digital, incluida la vigilancia masiva y la manipulación no autorizada de datos personales".

La propia Naciones Unidas no es ajena al desafío que supone la inteligencia artificial en conflictos militares como el que nos ocupa. El Secretario General de la ONU, António Guterres, expresó estar "muy preocupado" por el uso militar de IA, alertando que este tipo de tecnología desdibuja la responsabilidad y que puede poner en riesgo a civiles.

Asimismo, relatores y especialistas del Consejo de Derechos Humanos han vinculado la automatización de ataques y el uso indiscriminado de sistemas como Lavender y Gospel con potenciales "crímenes de guerra" por lanzar ataques desproporcionados, cuestionando que existan controles efectivos sobre los errores de los algoritmos

Impedir que la tecnología israelí llegue a España

La vertiente importadora de Israel no es la única que preocupa a diferentes colectivos. Esta misma semana, la diputada de Sumar Tesh Sidi lideraba una proposición no de ley en el Congreso para instar al Gobierno a detener las relaciones tecnológicas con Israel y al cese de compra de sistemas -especialmente de inteligencia artificial- que hayan sido probados en combate.

Una medida que seguiría cronológicamente al embargo comercial anunciado hace unos días por el presidente Pedro Sánchez y cuyo Real Decreto aún no ha sido llevado ante las Cortes.

Tesh Sidi, en el Congreso de los Diputados.

Tesh Sidi, en el Congreso de los Diputados. E.E.

Y es que, la extraordinaria combinación de laboratorio militar y potencia digital ha convertido a Israel en una ingente industria exportadora. El patrón es recurrente: soluciones que se diseñan y validan en los territorios ocupados se empaquetan después como productos de seguridad para gobiernos y agencias de todo el mundo.

Corsight, AnyVision (rebautizada como Oosto), NSO Group o Cellebrite figuran entre las compañías que, según los críticos, han usado Palestina como un “laboratorio” para calibrar tecnologías de vigilancia antes de comercializarlas internacionalmente. Del lado de los grandes contratistas, IAI ha colocado en el extranjero sistemas aéreos no tripulados y plataformas de reconocimiento testadas en Gaza; y en el segmento de defensa antimisil y láser, la experiencia acumulada por Rafael ha reforzado su atractivo comercial.

Este trasvase no se limita al hardware: el conocimiento de fusión de datos, la clasificación automática de objetivos y la analítica sobre rastros digitales forman parte del paquete exportable que sitúa a Israel como proveedor global de soluciones de seguridad basadas en IA.

Tesh Sidi, en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL, explica que "el debate sobre la digitalización se está enfocando sobre los valores de la democracia, la polarización o el impacto de las redes sociales. Sin embargo, está pasando desapercibida la envergadura real del problema, en este caso del uso de la tecnología durante el genocidio en Palestina".

"Un algoritmo también es un arma. Sabemos que Israel dispone de modelos de alta precisión para sus drones, lo cual resulta paradójico cuando después necesitan derribar un edificio entero con niños para eliminar un objetivo. Me preocupa que esta tecnología pueda ser importada a España y a Europa, además con una delegación de responsabilidad que no permita establecer quién es el verdadero responsable de la misma", defiende Sidi.

"Un algoritmo también es un arma. Debemos saber si estamos importando alguna tecnología usada o probada durante el genocidio"

Tesh Sidi, diputada de Sumar

La diputada critica varios aspectos en la particular relación de España con Israel en materia tecnológica. El primero de ellos es la opacidad a la hora de entender cuál es nuestra dependencia de este país en áreas como la ciberseguridad o la inteligencia artificial.

"Necesitamos abrir este debate sobre tecnologías que se estén usando o probando en el genocidio. Ahora mismo no sabemos si estamos importando alguna de ellas, no tenemos un diagnóstico real de nuestra dependencia de Israel. Por eso hace falta poner el foco en este tema, obligar al Gobierno a sacar estos datos y hacer un censo de estas tecnologías", afirma Sidi.

El segundo aspecto es la doble vara de medir, o las contradicciones si se prefiere, entre las palabras y los hechos del Ejecutivo de Pedro Sánchez: "En 2022, Moncloa ya anunció que cortaba relaciones científicas con Israel, pero poco después el INCIBE invitó a empresas de este país para colaborar en proyectos. Cuando fue el espionaje al mismo Gobierno con Pegasus, que es producto israelí, la empresa que lo creó no quiso facilitar a la Fiscalía sus datos en ningún momento. Todos sabemos que Israel es una potencia tecnológica, pero necesitamos descubrir hasta dónde llegan sus tentáculos y no depender de ellos".

La importancia de la defensa en la innovación israelí

Hace cinco años, nuestro compañero Julio Miravalls pudo adentrarse en la forma de trabajo de Israel en lo que concierne a la simbiosis de tecnologías militares y civiles. O, en otras palabras: cómo este país ha hecho de la defensa un motor de innovación que, posteriormente, trasciende su uso original y se expande como la pólvora por todo el mundo.

El principal baluarte de esta estrategia es el Maf'at, cuya denominación en inglés respondería a 'administración para el desarrollo de armamento e infraestructuras tecnológicos', algo así como la versión israelí del DARPA estadounidense. Se trata de una entidad administrativa conjunta del ministerio y cada uno de los ejércitos.

Este ente coordina a los militares con la industria de defensa y aeroespacial (especialmente con las empresas israelíes), la corporación Rafael (vinculada al ministerio para producir armamento) y el Instituto de Investigación Biológica. "Nuestro papel es crear el I+D para lograr la superioridad tecnológica", ratificaban entonces sus responsables.

El 'mayor D', de Israel y ataviado con uniforme, cuyo rostro aparece opacado por un borrón digital para el reportaje publicado por DISRUPTORES - EL ESPAÑOL en 2020.

El 'mayor D', de Israel y ataviado con uniforme, cuyo rostro aparece opacado por un borrón digital para el reportaje publicado por DISRUPTORES - EL ESPAÑOL en 2020.

No en vano, el dinero que invierte la Defensa en investigación, innovación y tecnología es una de las seis patas sobre las que se sustenta el modelo israelí, con tanta importancia como las aportaciones del Gobierno, la inversión privada y las corporaciones multinacionales que se instalan en el territorio. Las otras dos patas son la creación masiva de startups y la implicación de la educación en el ecosistema.

Una iniciativa clave para los objetivos de Maf'at es Innofense, un centro de innovación para el desarrollo de tecnología de doble uso, civil y militar, en colaboración con los ejércitos de tierra y aire, y operado de manera bicéfala por iHLS, una incubadora y aceleradora del departamento de seguridad nacional, y SOSA, que es el mayor hub privado del ecosistema de innovación en Tel Aviv. Esa es la puerta que se abre desde la instancia militar para la entrada de startups y empresas tecnológicas de nuevo cuño.