Héctor García Tellado, CTO y director general de Satisfacción del Cliente para Europa del Sur en Microsoft. Microsoft
La inteligencia artificial se ha convertido en la nueva frontera tecnológica, capaz de transformar cómo operan las empresas y las administraciones públicas. Y España tiene una oportunidad histórica para liderar esta transición si combina ambición con responsabilidad.
Un reciente estudio nos sitúa como el sexto país del mundo en uso ciudadano de IA -por delante de Italia, Alemania o Países Bajos-, algo que cualquiera que hable con equipos jóvenes en empresas españolas ya intuye.
Sin embargo, en la adopción empresarial de IA generativa seguimos un paso por detrás de la media mundial. Por ejemplo, el Banco de España afirma que en nuestro país el 20% de las empresas ya emplean sistemas de IA, cifra inferior a Alemania, pero superior a Italia. Si nos centramos en las pymes la situación es menos alentadora. Según IndesIA, solo el 2,9% de las españolas usan IA, aunque la cifra ha crecido un 36% respecto a 2024.
No hay una única razón. A veces, negocio y tecnología no hablan el mismo idioma, se invierte tiempo en pilotos que no están conectados con objetivos reales y seguimos por detrás de la media europea en migración a la nube pública. Según IDC, en España menos del 25% de los datos están en la nube pública, por debajo del 45,2% de la media europea.
Todo ello retrasa iniciativas clave como la unificación de datos, problemas que muchas compañías conocen demasiado bien. Por último, la aparición de nuevos actores maliciosos en seguridad en la IA hace que muchas iniciativas mueran por falta de una estrategia holística al respecto.
Mi trabajo me permite entrevistarme con empresas y líderes de todo el sur de Europa, y he visto tres patrones claros en las organizaciones que están logrando resultados tangibles con IA.
El primero: utilizan la tecnología para mejorar la productividad y la satisfacción de sus empleados, en lugar de verla como una amenaza. El segundo: centran sus esfuerzos en procesos donde el retorno de inversión es inmediato y fácil de explicar al comité de dirección. Y el tercero: tratan la innovación como un ejercicio práctico, no como un escaparate de experimentos. No se trata de usar el modelo más sofisticado, sino el que realmente resuelve el problema.
¿Cómo hacemos para que ese liderazgo ciudadano en el uso personal de la IA se convierta en adopción madura de agentes autónomos dentro de las empresas españolas? Propongo cinco movimientos muy concretos.
El primero pasa por aprovechar nuestro músculo digital en los sectores donde España ya es fuerte: banca, sanidad, energía, retail y turismo. Son industrias con procesos maduros, datos estructurados y un historial de transformación que otros países envidian.
Hay empresas españolas que ya actúan como referentes mundiales; si se convierten en “empresas pioneras” (frontier firm) -aquellas que lideran la adopción de nuevas tecnologías y sirven de referencia-, el resto podrá seguirlas con más seguridad.
También debemos impulsar la IA en pymes y autónomos. Son la columna vertebral del país y, paradójicamente, quienes más pueden ganar en productividad con la IA agéntica. Muchas veces basta con automatizar tareas sencillas -atención al cliente, administración, reservas, inventario- para liberar horas que se traducen en ingresos.
Igualmente, hemos de apostar por el concepto de talento aumentado. España tiene una fuerza laboral que ya usa IA en su vida cotidiana; aprovechemos esa base para invertir en formación y crear empleados más analíticos, más rápidos y más capaces de tomar decisiones. Es una de las grandes oportunidades. Cuando negocio y tecnología se entienden, la transformación avanza el doble de rápido.
No podemos olvidar fomentar una cultura de innovación que permita probar, medir y corregir. En IA agéntica habrá pruebas que no funcionen a la primera. Es normal. Lo importante es medir, aprender y ajustar, no abandonar. El método científico aplicado al día a día de una empresa española puede parecer una idea ambiciosa, pero es exactamente lo que están haciendo las compañías líderes en Europa.
Finalmente, debemos acelerar la migración a la nube pública desde la seguridad y gobernanza. Debemos superar el sesgo de coste sumergido de la infraestructura privada actual y los entendibles recelos sobre las amenazas de seguridad en la IA y acelerar la migración a la nube. En la gran mayoría de los casos, y con las soluciones adecuadas, este es el entorno más seguro e innovador para poder realizar un retorno de inversión claro en la IA agéntica.
Con estos cinco pilares, además de una necesaria colaboración público-privada, España puede dar un salto que va más allá de la tecnología: transformar nuestra economía y nuestra manera de competir. La pregunta ya no es si la IA cambiará el mundo, sino quién liderará esa transformación. Y, si convertimos la curiosidad tecnológica de nuestros usuarios en productividad real, con clientes más satisfechos y empleados más capacitados, España puede estar entre los primeros. El momento es ahora.
***Héctor García Tellado es Chief Technology Office y director general de Satisfacción del Cliente para Europa del Sur en Microsoft