Ya llega la Navidad, efectivamente, ya está a la vuelta de la esquina, ahora sí que sí. Lo destaco porque llevamos tanto tiempo con las machaconas campañas de black fridays que se convierten en semanas, de cyber mondays que se estiran para dejar de ser días y de la propia campaña de Navidad en la que estamos inmersos, que es posible que estemos todos un poco desubicados.

Y, claro, qué mejor momento del año para hablar de buenos deseos y de paz. Así que hoy os voy a hablar de una startup que me ha parecido atractiva e interesante porque cubre una necesidad latente en el mercado: la indefensión de las mujeres en ciertas situaciones, por ejemplo, en el caso de sufrir acoso callejero.

Sí, soy un hombre, pero desde que nací siempre he tenido la suerte de tener a muchas mujeres importantes en mi vida. Cuando hablo con algunas de ellas, todas coinciden en destacar que los hombres no sabemos, no somos conscientes, de lo que es sentirse insegura al volver a casa solas, sobre todo de noche. Lamentablemente, para muchas mujeres del mundo entero, la inseguridad personal es una realidad cotidiana, igual que la conciencia de su propia vulnerabilidad.

Para eliminar cualquier duda, dejadme explicar qué es el acoso callejero: es una forma de violencia de género normalizada que afecta a las mujeres. Son comportamientos no deseados como los comentarios sexualmente explícitos, los silbidos, las miradas lascivas o el seguir a una mujer, a veces para exhibir no sé muy bien el qué…; y sí, aunque parezca increíble, estos comportamientos pasan todos los días y lo hacen en espacios públicos personas a las que las víctimas no suelen conocer.

Para refrendar la gravedad de esta problemática que los hombres tendemos a obviar o a etiquetar como inofensiva, os daré un dato: el 78% de las mujeres jóvenes de Madrid, Sevilla y Barcelona ha sufrido este tipo de acoso, según el informe Safer Cities for Girls de Plan International. Es más, el 90% asegura que nadie las ayuda cuando son acosadas.

Me habéis oído en múltiples ocasiones decir que no entiendo por qué un hombre, en muchos casos, cobra más que una mujer para hacer el mismo trabajo. Obviamente, no es lo mismo, aunque también es una manifestación clara de la desigualdad de género imperante en nuestro mundo. Tampoco entiendo que haya tantos hombres que consideran que el cuerpo de las mujeres es un objeto de dominio masculino, ni que no entiendan que ellas también tienen derecho a ir por las calles, a ir a tomar una copa, sin tener que estar en alerta constante, sobre todo a ciertas horas.

Hoy no voy a detenerme en desarrollar otros riesgos que impactan principalmente a la seguridad de las mujeres, pero eso no significa que no sea consciente de que hay muchos más, por ejemplo, la sumisión química, la violencia en el transporte público, el acoso en entornos digitales y de citas; o la inseguridad en rutas cotidianas. En una sociedad moderna e igualitaria no podemos aceptar que el peso de la seguridad de las mujeres y de otros colectivos recaiga sólo sobre ellos mismos; tenemos que aportar todos para garantizar entornos seguros y respetuosos para todas las personas.

Es un tema que me preocupa desde hace tiempo, pero me pareció que podía escribir una columna sobre el mismo al leer una entrevista a Julieta Rueff, fundadora de FlamAid, un dispositivo de seguridad personal en forma de granada pacífica cuya finalidad es ayudar a combatir el acoso callejero. En caso de peligro, al tirar de la anilla este dispositivo emite una alarma sonora y envía la ubicación GPS a contactos de emergencia y a la policía en las geografías en las que es posible.

Sus tres principales atributos son: su potente alarma sonora, la geolocalización inmediata y la grabación automática de audio y/o video cuando está permitido. Estas granadas pacíficas se complementan con una aplicación que también puede ofrecer rutas seguras y permite establecer zonas seguras que notifican a los contactos cuando la usuaria llega o sale de ellas.

Por suerte hay más startups enfocadas en la seguridad personal, como Voy Contigo -una red de apoyo que alerta a personas cercanas- o B. muun –que enlaza a mujeres con "Puntos B. MUUN" físicos, como locales y negocios capacitados para ofrecer ayuda–.

Esto no es sólo una problemática local, así que a nivel internacional también hay empresas interesantes, como She's Birdie en Estados Unidos, un concepto parecido al de FlameAid, aunque en este caso se trata de un dispositivo compacto con forma de llavero que se activa al tirar de un pasador. Otros wearables de seguridad interesantes desarrollados alrededor del concepto de joyería de seguridad son Revolar y Safelet.

Hay más iniciativas como la de Care Go en Taiwán y la de XBoom en India; aunque la seguridad total y la libertad sólo se conseguirán el día en el que el miedo deje de ser un compañero constante en la vida de las mujeres, el día en que la calle sea un espacio seguro para todas las personas.